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  • Así es el hospital que cura a miles de animales salvajes todos los años

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/03/2025 08:31

    Aunque no es el único de España, el hospital de fauna salvaje que funciona en Majadahonda (Madrid) muestra la eficacia de las ONG como GREFA, una entidad especializada en recuperar y curar especies silvestres que han sufrido heridas por las causas más diversas. Atropellados, electrocutados o víctimas de furtivos, por nombrar algunos de los casos más habituales. Cada día, centenares de ejemplares de la fauna ibérica autóctona perecen víctimas del ser humano, bien sea de forma directa o por su acción sobre el medio ambiente al construir carreteras, instalar líneas de alta tensión o, simplemente, al practicar la caza como actividad recreativa. Aunque el esfuerzo de las administraciones y la presión de los grupos ecologistas ha ayudado a que estas causas de mortalidad se hayan ido corrigiendo, todavía suponen un problema que causa estragos en la biodiversidad. Actuar antes de que ocurran accidentes es vital, pero siempre habrá algunos que no se puedan evitar. Para esos casos está el hospital del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA), una ONG nacida en 1981. Dos veterinarios de Grefa atienden un águila perdicera en el campo / GREFA Ubicado en la localidad madrileña de Majadahonda, el centro funciona casi como una clínica convencional. Casi en cada provincia hay un hospital de este tipo, pero son competencia de la Administración y funcionan con personal público. Sin embargo, en el de GREFA trabaja un equipo de seis veterinarios apoyado por un plantel de voluntarios. Se reparten entre las enfermerías, una unidad de cuidados intensivos, un quirófano, un laboratorio y un departamento de necropsias. También hay expertos en rehabilitación. Todo está preparado para atender a los animales heridos y guiarlos en su recuperación hasta que están listos para emprender de nuevo el vuelo. Ánades, cernícalos, erizos... La mayoría de ‘pacientes’ de este centro son aves. «Son el grupo más visible, el más abundante. El más fácil de encontrar, de observar. Los mamíferos suelen ser nocturnos y es muy difícil dar con ellos. Los reptiles son, por lo general, más pequeños y están en puntos muy determinados», explica José Antonio Montero, responsable de Comunicación de GREFA. Según su anuario de 2023, las especies más comunes que ingresaron ese año fueron el ánade real, el erizo europeo y el cernícalo vulgar. En sus instalaciones no está permitida la fauna doméstica ni típica de zonas urbanas (gatos, perros, palomas…) ni tampoco especies exóticas o invasoras, como las cotorras. Un zorro, sometido a cuidados intensivos en la clínica de Grefa / GREFA En total, en 2023 ingresaron alrededor de 7.500 ejemplares. De media, más de 20 al día. El 90% pertenecían a especies protegidas y, de ellas, casi un millar estaban catalogadas como amenazadas. Desde GREFA sacan dos lecturas de estos datos: una negativa, y es que muchos animales continúan requiriendo atención, la mayoría de las veces por causas humanas; y otra positiva, la que tiene que ver con la alta capacidad del centro para asumir esa demanda y también con la sensibilidad que ha calado en la ciudadanía, ya que la mayor parte de ‘pacientes’ llegan por medio de gente de a pie. En 2023 ingresaron alrededor de 7.500 ejemplares en el centro y el 90% pertenecían a especies protegidas De ellos, los responsables del hospital calculan que la mitad terminan alcanzando el estado idóneo para ser liberados. «Aunque sobrevivan, algunos están demasiado marcados por la influencia humana, por ejemplo, por haber estado en cautividad, y en su medio no podrían salir adelante», subraya Montero. Tienen métodos para asegurarse de que se encuentran en buen estado de salud: a todos les adhieren una anilla metálica con un número de seguimiento y a muchos de ellos se les implanta un emisor GPS que monitoriza en tiempo real de su ubicación. Las principales causas de ingreso Gracias a la legislación, cada vez más punitiva, y a la acción de las organizaciones ecologistas, los problemas que afectan a los animales en la naturaleza van reduciéndose. Pero, por desgracia, ninguno se ha erradicado de raíz. «No hay mejor termómetro de lo que está pasando ahí fuera que un centro de recuperación como el nuestro», afirma Montero. Liberación de un águila calzada tras ser recuperada / GREFA Un porcentaje importante de los ingresos corresponden a ejemplares que se han quedado atrapados en edificios u otras instalaciones. Otra parte nada despreciable había sufrido un choque (por ejemplo, contra una pista de pádel) o un ataque por parte de otro animal. Y luego están los percances de los que es responsable el ser humano: impactos contra tendidos eléctricos; atropellos, una de las mayores causas de mortalidad del lince ibérico; y daños por disparos, capturas o veneno. Todas las derivadas de este último caso están estrechamente relacionadas con la actividad cinegética. Más en concreto, con acciones contra especies protegidas en épocas donde no está permitido cazar. «Hay gente que se sigue tomando la justicia por su mano», lamentan desde esta entidad. La vocación de esta organización siempre ha sido ir un paso más allá. El hospital es una parte muy importante de la labor de GREFA, pero no es la única. El rescate de especies amenazadas en su hábitat es otra de sus bases, además de la educación ambiental, un aspecto que consideran fundamental para garantizar el futuro. A este último punto le prestan especial atención: solo en 2024, 14.000 personas visitaron sus instalaciones. De ellas, más de la mitad fueron alumnos de centros escolares de diferentes niveles. «Además, tenemos otra área de voluntariado muy potente, que es la recuperación de animales huérfanos. A una gran parte de los ejemplares que ingresan no les pasa nada, no tienen ninguna lesión. Pero son muy pequeños, son crías, no requieren ningún tratamiento específico, pero hay que alimentarlos cuatro o cinco veces al día, labor que pueden hacer voluntarios sin formación», indica Montero. ……........................ ENTREVISTA. Juan José Iglesias-Lebrija, biólogo: «La mortalidad por tendidos eléctricos ha descendido» España empezó a corregir sus tendidos eléctricos en los 80 gracias, en gran parte, a GREFA. Pese a los avances, su hospital aún acoge decenas de ejemplares de aves dañadas por estos postes peligrosos. Juan José Iglesias-Lebrija, responsable de Seguimiento de Especies Amenazadas de esta organización, explica en qué punto está esta amenaza. Juan José Iglesias, con un buitre negro / GREFA -¿Cuáles son las aves más afectadas? -Hay dos afecciones. La primera es por colisión, cuando se golpean contra las líneas o los cables porque no los ven. Se producen fracturas, secciones de miembros y, normalmente, grandes planeadores como buitres o cigüeñas mueren al instante. El otro problema es la electrocución, que se suele producir en los apoyos. Los utilizan para descansar, protegerse o cazar, pero a veces tocan un conductor eléctrico. Les ocurre más a las voladoras grandes, principalmente las rapaces. -¿Cuál es la solución? -Hemos enfocado el problema con diferentes proyectos y la mente abierta para llegar a una solución común con todas las partes. Ministerio, compañías eléctricas, pequeños propietarios, conservacionistas y administraciones autonómicas. Primero, mapeamos los puntos negros con un equipo que busca activamente cadáveres en el campo. Después, solicitamos la corrección de los tendidos a sus propietarios. Somos cofundadores de la plataforma SOS Tendidos, con la que hacemos presión y visibilizamos el problema. Y no nos quedamos ahí, también editamos un libro blanco que pretende ser una guía. Gracias a nuestra acción y a la normativa, la mortalidad ha descendido. -¿Hay alguna zona especialmente conflictiva? -Castilla-La Mancha es una zona con muchísima producción trófica: muchísimas águilas van allí, y, además, hay muchísimos particulares con líneas propias. Es el escenario perfecto para que se produzcan electrocuciones. Luego está la antítesis de esto: en el norte, donde prácticamente no hay águilas, los tendidos peligrosos no se muestrean y se corrigen muy poco a poco. El Real decreto 1432/2008 dicta que la responsabilidad es de las comunidades autónomas, y se habilitaron fondos europeos. Asturias, Cantabria o Galicia han sido las últimas en designar el ámbito de aplicación, con casi diez años de retraso. El interés ha sido mínimo. -El problema es grave. -Muy grave. Son zonas boscosas con pocos posaderos y éstos resaltan. En cuanto hay un apoyo en el punto más alto de una montaña y tiene vegetación por debajo, las aves lo seleccionan. Si no se electrocutan a la primera, lo hacen a la segunda o a la tercera. -¿Cómo es la relación con las compañías eléctricas? -En los 80, cuando se empezaron a arreglar, GREFA llegaba a acuerdos con las empresas y se corregían rápido. Con el Real decreto de 2008, que descargaba la responsabilidad en el Estado, empezaron unos años de bloqueo que se extendieron hasta 2016, cuando se funda SOS Tendidos. Ahora, las compañías tienen equipos especializados en medio ambiente a los que notificamos el problema antes de que se produzca una electrocución. En un plazo de dos o tres meses la incidencia está resuelta.

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