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» El Sur Diario
Fecha: 03/03/2025 05:51
Los incendios en la Patagonia ya fueron controlados, pero para quienes estuvieron en la primera línea de batalla contra el fuego, las imágenes y sensaciones permanecen intactas. Alejandro Brullo, jefe de operaciones de la Federación Santafesina de Asociaciones de Bomberos Voluntarios (FSABV), fue parte del contingente que viajó a Neuquén para combatir las llamas en las cercanías del volcán Lanín. "El último día fue realmente bravo, nosotros replegábamos normalmente a las nueve de la noche, pero ese día llegamos casi a la una. Hubo un laburo bastante intenso", recuerda Brullo. El clima extremo fue uno de los mayores desafíos: "Nos permitió trabajar bien cuando el viento estaba por debajo de los 20 kilómetros por hora, pero de noche podía llegar a 50, 60 o 70". Más allá del fuego, el impacto emocional de la experiencia marcó a los brigadistas. "Tengo una foto que después se las voy a pasar. Es de una araucaria completamente prendida fuego, y la imagen es como si fuese el esqueleto del árbol brillando por las llamas. Cuando te enterás de que este tipo de árboles crecen solo un centímetro por año, pensás: ¿qué estamos haciendo?", cuenta conmovido. El trabajo en la zona no solo implicó enfrentar el fuego, sino también interactuar con las comunidades mapuches afectadas. "Ellos mismos te llevan a los lugares donde en serio no entrás. Nos prepararon la comida, nos guiaron. Nos brindaron todo lo que tenían, y la verdad es que todo lo que tenían para nosotros es mucho". Compromiso y coraje Entre los brigadistas santafesinos, Brullo destaca el compromiso de los más jóvenes. "La mayoría tiene entre 20 y 30 años, y para muchos fue su primera experiencia en incendios de esta magnitud. No podés llevar a un equipo completamente nuevo, así que hacemos un mix entre gente con experiencia y quienes empiezan a formarse". El operativo en la Patagonia terminó, pero la pasión por el servicio sigue intacta. "Santa Fe marca la diferencia donde va. No es que seamos mejores que los demás, pero hay un sentido de pertenencia muy fuerte. Cuando ves a todos los vehículos en caravana, ordenados, con las luces encendidas, te emociona. Es algo que nos identifica". Brullo lleva en la sangre la vocación bomberil: su abuelo, su padre, su hermana y hasta sus hijas forman parte de la familia del fuego. "Nosotros destilamos bomberos", dice con orgullo. Y aunque los incendios en la Patagonia ya quedaron atrás, su compromiso con la profesión sigue ardiendo con la misma intensidad.
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