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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/03/2025 02:42
El presidente Javier Milei en reunión anual de la Conservative Political Action Conference (CPAC) en National Harbor, Maryland, días atrás (REUTERS/Brian Snyder/File Photo) En un contexto global dinámico y desafiante, la Argentina tiene la oportunidad de redefinir su posición en el mundo y recuperar un liderazgo activo en la región. Bajo la administración de Javier Milei, el país ha iniciado un proceso de transformación basado en reformas, consolidando la estabilidad macroeconómica, el respeto por las instituciones y la defensa del libre mercado. Este nuevo enfoque no solo tiene impacto en la política interna, sino que también debe seguir reflejándose en su estrategia de inserción regional e internacional. La reciente participación del presidente Javier Milei en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Washington refuerza la visión de una Argentina comprometida con las ideas de libertad económica y el crecimiento sostenido. Su discurso en este foro internacional destacó la importancia de reducir la intervención del Estado en la economía y fomentar un entorno más propicio para el crecimiento y el desarrollo, donde el rol del Estado se minimiza y cobran relevancia los actores privados. La Argentina como modelo económico en América Latina La Argentina está demostrando que una economía basada en la responsabilidad fiscal, la reducción de regulaciones y un mercado libre sólido puede generar crecimiento sostenible y atraer inversiones de largo plazo. Mientras muchas economías de la región enfrentan déficits fiscales persistentes y problemas estructurales, Argentina avanza hacia una política de equilibrio financiero que prioriza la disciplina macroeconómica como pilar del desarrollo. Este modelo puede servir como un ejemplo de éxito para otros países de América Latina que aún dependen de estructuras estatales sobredimensionadas y altos niveles de gasto público. La combinación de reformas económicas, estabilidad institucional y apertura comercial puede marcar un camino viable para una región históricamente golpeada por bajo crecimiento en comparación con otras regiones del mundo. Uno de los desafíos centrales para la inserción internacional es lograr que Argentina vuelva a ser un destino confiable para las inversiones. Esto requiere un compromiso con reglas claras, reducción de la burocracia y un entorno competitivo que incentive la llegada de capital extranjero. El crecimiento sostenible solo es posible en un marco de estabilidad macroeconómica, con economías ordenadas que no sufran de un gasto fiscal excesivo. Argentina ya ha avanzado hacia un superávit fiscal genuino que garantiza previsibilidad, reduciendo la pobreza y generando condiciones propicias para la inversión de largo plazo. La aplicación de este modelo, donde la desregulación y reducción del Estado junto a la responsabilidad fiscal y monetaria resultan ser los ejes centrales del programa económico impulsado por Milei, pueden ser el faro para otras economías alejadas de estas políticas. Recordemos que, por ejemplo, la mayoría de los 34 países que integran la OEA conviven con déficits fiscales, uno de los factores determinantes para el bajo nivel de ahorro y crecimiento de la región. México : Enfrenta un déficit fiscal del 5,9% del PIB en 2024, el más alto en 36 años, heredado de la administración anterior. Chile : El déficit estructural alcanzó un 3,2% del Producto Interno Bruto (PIB) proyectado, mientras que el déficit efectivo totalizó un 2,9% del PIB estimado para el año 2024. Brasil : En 2024, registró un déficit fiscal consolidado de 998.000 millones de reales, lo que representa, aproximadamente, el 9,42% del PIB. Colombia : Registró un déficit fiscal del orden del 5% en el 2024. Bolivia : déficit fiscal alcanza 12% del PIB en el 2024. Perú : El déficit fiscal para el 2024 alcanzo 3.6% del PIB Centroamérica y República Dominicana: El déficit fiscal promedio subregional se mantuvo en un 1,9% del PIB en 2024, cifra similar al año anterior. Es importante destacar que, a nivel global, la deuda pública mundial superará los 100 billones de dólares en 2024, equivalente al 93% del PIB mundial, con proyecciones de incremento en los próximos años. Si la Argentina quiere seguir jugando un rol protagónico internacional, es fundamental que impulse cambios estructurales dentro de organismos burocráticos como la OEA, que no han logrado materializar o resolver problemas para los cuales fueron fundados. Algunas propuestas clave pueden incluir: Reducción de la burocracia : la OEA debe modernizarse para ser más eficiente y enfocarse en resolver problemas reales en la región, evitando estructuras pesadas que no generan impacto concreto. Un caso testigo es la dictadura de Maduro en Venezuela. Mayor enfoque en estabilidad macroeconómica : Argentina puede liderar un espacio dentro de la OEA que promueva políticas de equilibrio fiscal, atracción de inversiones y apertura económica como motores del desarrollo regional. Revisión de mecanismos de sanción y respuesta ante crisis institucionales : la OEA ha demostrado falencias en su capacidad de reaccionar ante regímenes autoritarios y crisis políticas. Argentina puede impulsar mecanismos más efectivos para defender la democracia y los derechos humanos en la región. Mayor integración con el sector privado: La OEA debería fortalecer la cooperación con el empresariado regional para promover inversión y generación de empleo, en lugar de depender solo de iniciativas gubernamentales. La Argentina puede reposicionarse en el escenario global. Con una estrategia exterior basada en el respeto por la democracia, la libertad económica y el fortalecimiento de alianzas estratégicas, el país puede recuperar su peso en la región y en el mundo. La OEA y otros foros multilaterales son herramientas clave en este proceso, y Argentina debe aprovecharlas con liderazgo, convicción y pragmatismo. El liderazgo de Milei en la reconfiguración de la economía argentina puede servir como un modelo replicable para otras naciones de la región. A través de una OEA reformada y más eficiente, la Argentina puede impulsar un nuevo ciclo de crecimiento y estabilidad en América Latina, consolidándose como una referencia de modernización y progreso económico. El autor es Master en Políticas Públicas, Universidad de Columbia
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