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  • Trump, ¿agente ruso o Nobel de la paz?

    » Diario Cordoba

    Fecha: 01/03/2025 14:46

    Gobiernos y casas de pensamiento suelen realizar prognosis dibujando los escenarios más verosímiles, pero también los más extremos. El ejemplo más claro es el de la Destrucción Mutua Asegurada de una guerra nuclear: no se considera el futuro más probable, aunque se usa para preparar las estrategias de confrontación teniendo en cuenta esa posibilidad. Un ejercicio similar puede ayudar a comprender el alcance de la revolución que ha supuesto la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. La bronca de este viernes de Trump y su vicepresidente, J.D. Vance al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha dejado a medio mundo entre perplejo y desesperanzado. ¿Y si Trump está realmente buscando la paz a toda costa? ¿Y si, por el contrario, mantiene una relación con el presidente ruso Vladímir Putin más profunda y comprometida de la simpatía ya conocida? Escenario optimista: Trump Nobel de la paz El acaloradísimo debate en el Despacho Oval entre el presidente de Estados Unidos y el de Ucrania es ya un momento histórico. Nunca antes se había visto en directo un choque diplomático de tal calibre. Fueron cuarenta minutos de rueda de prensa que había comenzado con Trump en un tono muy calmado: su único deseo es que haya paz en Ucrania, insistía a cada pregunta. Solo hacia el final, y tras una intervención de J.D. Vance contra Zelenski, el estadounidense perdió los nervios. Empezó a gritar y a imponerse y a agitar el dedo frente al ucraniano. Le expulsó literalmente de la Casa Blanca y le pidió que no vuelva hasta que esté dispuesto a firmar la paz. Durante la comparecencia ante los medios hubo un momento clave que ha pasado inadvertido en medio del choque verbal. Le preguntaron a Trump a qué se debía el repentino alineamiento con Putin. Él negó la mayor y explicó, con su habitual histrionismo, que no puede clamar continuamente contra el presidente ruso, llamándole dictador como hacía su predecesor Joe Biden, y luego llamarle por teléfono para que negocie un alto el fuego. No se acepta como mediador a alguien que te odia. En la misma línea se expresó Vance: ¿de qué sirve darse todo el día golpes de pecho?, se preguntó. En un escenario posible, Trump desea de verdad que termine la guerra. Y sabe que para sentar a Putin a la mesa (el líder con el segundo mayor ejército del mundo que ha demostrado unas claras ansias imperialistas) debe sacarle del aislamiento internacional. Seducirle para que sienta que su futuro no tiene por qué ser el de un paria internacional. Tenderle una mano amiga, la más poderosa del mundo, para que empiece a creer que la paz es posible, y que le conviene. En ese escenario, la humillación pública de Zelenski también es útil. Le ablanda para que acepte la cruda realidad de que decenas de miles de ucranianos han muerto en vano y que Ucrania deberá aceptar vivir siempre bajo la espada de Damocles de una invasión rusa. Por eso Trump dijo que lo bueno de la bronca ante los medios es que dejaba claro que Zelenski no quería la paz. Trump, con una simple llamada de teléfono a Moscú, ha puesto en marcha un frenesí diplomático global sin precedentes. Los líderes europeos han viajado a Kiev casi al completo y este domingo se reúnen en Londres de emergencia. Preparan planes alternativos, se movilizan para que se les siente a la mesa de negociación que hace unas semanas no estaba puesta. Los ha despertado. Trump fue alérgico a la guerra en su primer mandato. No era un pacifista, porque aumentó los bombardeos en Afganistán y ordenó el asesinato de un líder iraní. Pero, comparado con sus predecesores y su sucesor, tuvo que lidiar con menos guerras. Trump habla constantemente de paz. ¿Se lo cree de veras? ¿Busca que su legado en la arena internacional sea el Nobel en su segundo y último mandato? Recuerden que ese galardón se lo han llevado figuras tan polémicas como Henry Kissinger o Yaser Arafat, pero nunca Mahatma Ghandi. Escenario pesimista: Trump agente ruso Hay muchos motivos para pensar también en un escenario más oscuro y pesimista: que Trump esté más alineado con Putin de lo que muestran públicamente. Que esté operando en favor de los intereses rusos porque el Kremlin tenga kompromat suyo (alguna información que le comprometa), porque le ayudaran a ganar las elecciones en 2016 o por mera afinidad entre hombres fuertes. Trump fue investigado por su presunta connivencia con Rusia en las elecciones que ganó en 2016. En 2019, el llamado informe Mueller concluyó que la campaña del presidente Donald Trump no había conspirado con Rusia con la intención de influir en los resultados electorales. En realidad, tampoco se le exoneraba. Simplemente, el fiscal general William Barr dijo que las pruebas reunidas no eran suficientes para establecer que el presidente cometiera un delito. Trump recordó ese momento durante la bronca de este viernes con Zelenski. Él lo llamó “el bulo ruso”. Ahí fue cuando perdió los nervios. Un antiguo agente de inteligencia ruso asegura que Trump fue contactado por los servicios de espionaje del Kremlin en los años ochenta. Pero no hace falta llegar tan lejos. El republicano puede alinearse con Rusia sin necesidad de haber estado a sueldo o en la órbita de los servicios secretos. Porque los hechos ya demuestran que la diplomacia estadounidense ha dado un giro de 180º para alinearse con Moscú. Esta misma semana, en un movimiento inédito, la Administración Trump ha boicoteado en Naciones Unidas una resolución presentada por Ucrania en la que pedía a Rusia que se retirara de su territorio, en el tercer aniversario de la invasión a gran escala. Estados Unidos votó contra la resolución junto a Rusia, Bielorrusia, Corea del Norte, Hungría e Israel, mientras otros países como China simplemente se abstenían. Al mismo tiempo, el secretario de Estado Marco Rubio, que unos días antes había pasado cuatro horas hablando en Arabia Saudí con su homólogo ruso Sergéi Lavrov, dio plantón a la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, que además es la némesis de Putin y está en busca y captura en Rusia. Tras el choque verbal de este viernes, el senador republicano Lindsey Graham habló en la cadena conservadora Fox para analizar las consecuencias. Dijo que ahora Zelenski solo tenía dos opciones: o disculparse por haber ofendido al presidente y a todos los estadounidenses, mostrando una ingratitud inaceptable, o irse. Se suma así a la idea trumpiana de que hay que celebrar elecciones en Ucrania, a pesar de la guerra, porque Zelenski quizá no tiene legitimidad. Es, en realidad, una línea argumental de Moscú: hay que quitar al presidente ucraniano si se quiere firmar la paz. La tensión entre Trump y Zelenski viene de lejos. En el primer mandato, llamó a Zelenski para amenazarle con retirar la ayuda estadounidense a Ucrania si no le ayudaba a encontrar pruebas incriminatorias contra Hunter Biden, el hijo de Joe Biden, que tenía negocios en Ucrania. El choque de este viernes, sin embargo, se produce en un escenario bélico inédito.

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