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  • El arquitecto alemán que implantó una “dictadura” con sus medidas y colaboró con el esfuerzo de guerra de los nazis

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 24/02/2025 04:31

    Antes del tratado de Neufert, las personas fabricaban sus casas y sus muebles con medidas arbitrarias. Al arquitecto se le ocurrió una uniformidad en las dimensiones a partir del papel para escribir e ideó una estandarización de acuerdo a las dimensiones del cuerpo humano Cuando se repasan los nombres que brillan en la historia de la arquitectura por el impacto de sus obras, como los de Le Corbusier, Gaudí, Lloyd Wright o Zaha Hadid, por citar unos pocos, el del alemán Ernst Neufert no aparece en ninguna lista. Sus diseños construidos - algunos complejos industriales, varios proyectos de viviendas y la sede de Quelle Mail Order en Núremberg – distan de ser considerados grandes obras. Sin embargo, al observar cualquier construcción, desde el edificio más moderno hasta la casa más común y corriente, Neufert está siempre presente en cosas en las que parecen totalmente “naturales”: el tamaño de los ladrillos, el volumen de los espacios asignados a los diferentes electrodomésticos o el ancho de las puertas y de los pasillos. Esas son solo algunas de las medidas que definió en 1936 cuando publicó su libro “El Arte de Proyectar en Arquitectura”, una obra que, más allá de su innegable utilidad, también genera polémicas. Antes del tratado de Neufert, las personas fabricaban sus casas y sus muebles con medidas arbitrarias. Al arquitecto se le ocurrió una uniformidad en las dimensiones a partir del papel para escribir e ideó una estandarización de acuerdo a las dimensiones del cuerpo humano. Para sus defensores es un compendio exhaustivo de medidas estandarizadas que resulta indispensable a la hora de proyectar casi cualquier construcción; para sus detractores, se ha convertido en un dogma rígido que restringe la flexibilidad y la creatividad en el diseño arquitectónico, porque la interpretación literal y la aplicación férrea de sus estándares – sobre todo en lo que hace a las dimensiones mínimas – ha atentado contra la comodidad y la calidad de vida de las personas tanto en sus casas como en sus lugares de trabajo. Esta suerte de “dictadura del espacio” establecida por el manual de Neufert se puede apreciar cotidianamente. La mayoría de las puertas tienen 72 centímetros de ancho, el pasillo no debe tener menos de 90 centímetros, casi todos los escritorios tienen 70 centímetros de altura de altura por 60 de profundidad. En las cocinas, todos los módulos de las alacenas y los electrodomésticos miden 60 centímetros de fondo por 45 ó 60 de ancho. Una de las obras de Neufert No solo eso, la influencia de Neufert se ha extendido más allá de los ámbitos residenciales o de trabajo. Los espacios públicos, el transporte y la infraestructura urbana también han sido moldeados por sus principios, a veces con resultados que comprometen la funcionalidad y el confort. La separación entre asientos en el transporte público, los obstáculos en las entradas y las salidas, y la inadecuada consideración de las necesidades humanas en el diseño de mobiliario urbano son testimonios de la aplicación restrictiva de sus estándares. Más allá de esta polémica que divide al mundo de la arquitectura, alrededor de la figura Ernst Neufert existe otro debate que trasciende las fronteras profesionales para meterse de lleno en la conflictiva historia del Siglo XX. Se lo cuestiona por haberse puesto voluntariamente al servicio del nazismo, diseñando algunos de sus edificios típicos e, incluso, según algunos detractores, participando de manera personal en la confección de los planos del campo de concentración y exterminio de Auschwitz. De albañil a arquitecto Ernest Neufert nació en el pueblo de Freyburg el 15 de marzo de 1900. Comenzó trabajando como simple albañil, un oficio que ejerció durante cinco años, hasta que se inscribió en la Escuela de Construcción de Weimar, donde llamó la atención de sus profesores por su capacidad. Uno de ellos lo recomendó a Walter Gropius para que lo recibiera como estudiante en la Casa de la Construcción Estatal, más conocida como “La Bauhaus”, que acababa de crear. Cuando terminó de estudiar allí, completó su formación viajando a España para realizar bocetos y dibujos de iglesias y de edificios medievales. En Barcelona conoció a Antoni Gaudí, cuya obra lo impresionó profundamente, y en Sevilla colaboró con el arquitecto y pintor Ricardo Magdalena en la construcción del edificio del Banco de España, una refinería en Alcalá la Real y el Teatro Municipal de Huelva. Después de esas experiencias regresó a Alemania para trabajar con su antiguo maestro, Gropius, ya no como alumno sino como arquitecto jefe de su estudio, que era uno de los más importantes del país. Corría 1923 y ya establecido laboralmente se casó con la pintora Alice Vollmer, con quien tendría cuatro hijos. Durante el conflicto bélico, Neufert comenzó a centrarse en uno de los componentes de construcción más humildes: el ladrillo (The Grosby Group) Entre 1928 y 1930, Neufer realizó varios proyectos de importancia, entre ellos la “Mensa am Philosophenweg” y el “Abbeanum”, en Jena. De esa época es también su casa en Gelmeroda, donde en la actualidad funcionan Fundación Neufert y la Neufert Box, un pequeño museo con exposiciones temporales. Es un edificio moderno y funcional de construcción económica en madera, de dos plantas con espacio suficiente para su familia y un estudio de arquitectura. Se lo considera un prototipo para un plan de construcción de casas de madera según una cuadrícula de 10x10 metros. En 1932 y 1933 realizó un nuevo viaje de estudios, esta vez por Gran Bretaña, Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, una experiencia que relató en “Construcción y Construcciones de Nuestros Vecinos del Norte”, su primer texto importante. Tres años después redactará “El Arte de Proyectar en Arquitectura”. El libro se basaba en toda la documentación que había recogida para una serie de conferencias en La Bauhaus de Weimar, con mediciones, variables métricas y conocimientos adquiridos en su propio ejercicio de la profesión. La separación entre asientos en el transporte público, los obstáculos en las entradas y las salidas, y la inadecuada consideración de las necesidades humanas en el diseño de mobiliario urbano son testimonios de la aplicación restrictiva de sus estándares La obra fue un éxito inmediato y también su consagración como uno de los referentes de la arquitectura de la época, lo que le permitió realizar una gira para dar conferencias en los Estados Unidos. Para entonces, los nazis en el poder habían cerrado la Casa Bauhaus, donde era profesor, y acarició la idea de quedarse en Nueva York y seguir su carrera en los Estados Unidos. Sin embargo, volvió a Alemania para aceptar una propuesta rentable y tentadora que le hizo el régimen: ser arquitecto residente en la Fábrica de Vidrio de Lusacia Unida. A las órdenes de los nazis Albert Speer, el arquitecto preferido de Adolf Hitler, se había interesado en la obra de Neufert y lo llamó a colaborar con él en la Inspección General de Edificios de Berlín, donde trabajó en la estandarización y racionalización de los edificios residenciales la capital del Reich Poco después, los estándares que desarrolló y promovió allí fueron incorporados en los planes de construcción de los nazis, tanto en el país como en los territorios ocupados. Ya iniciada la Segunda Guerra Mundial y siempre a las órdenes de Speer, Neufert fue, entre otras cosas, responsable de las investigaciones sobre la “protección del aire a prueba de bombas en la construcción residencial”. Albert Speer, el arquitecto preferido de Adolf Hitler, se había interesado en la obra de Neufert y lo llamó a colaborar con él en la Inspección General de Edificios de Berlín Durante el conflicto bélico, Neufert comenzó a centrarse en uno de los componentes de construcción más humildes: el ladrillo. Al igual que el formato de papel de la serie A, el ladrillo ideal de Neufert se basaba en el sistema métrico: un metro debía contener ocho ladrillos, por lo que llamó a su principio “el sistema octamétrico”. Los tamaños de los ladrillos de Neufert eran todos múltiplos de 12,5 centímetros, un octavo de metro. “La claridad lógica de estas mediciones de ladrillos ayudará a aliviar las dificultades asociadas con su implementación en los países anexionados”, explicaba. En 1943, fue nombrado “Jefe del Comité de Normas de Construcción de la Industria Alemana”. Aunque nunca fue miembro del Partido Nacional Socialista Alemán, Neufert era un firme partidario de Hitler y de la guerra. El Führer admiraba sus trabajos, al punto que como reconocimiento en 1944 lo incluyó en su “lista de regalos de Dios”. Para entonces, Neufert había publicado su segundo libro, “Bauordnungslehre”, donde resaltaba la importancia de la estandarización y la racionalización de la Arquitectura como una política fundamental de guerra. En el prólogo, Speer, resaltaba la importancia de la obra y de su autor: “La Guerra Total también requiere la concentración de todos los poderes en la industria de la construcción. La centralización total, con el propósito de economizar poderes técnicos y construir sistemas de producción en masa, es el requisito previo para mejorar la productividad. Con este nuevo orden, difícilmente se puede confiar en la medición arbitraria de los componentes de construcción y en las deliberaciones parlamentarias de las organizaciones manufactureras participantes. Más bien, se debe establecer un orden de construcción en el sentido más amplio de la palabra, con mano firme y con la colaboración de la industria, a fin de facilitar el trabajo del fabricante, del planificador y del constructor en igual medida. Y lograr una integración adecuada de los componentes del edificio. El Profesor Neufert se dedica a esta importante tarea como mi Representante para la Normalización en la Industria de la Construcción”, escribió. Según algunos autores, la colaboración de Neufert con el régimen nazi incluyó también la realización de los planos para la construcción del campo de exterminio de Auschwitz (Grosby) Según algunos autores, la colaboración de Neufert con el régimen nazi incluyó también la realización de los planos para la construcción del campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia. En 2015, el Museo Nazionale de las Artes del Siglo XXI, en Roma, Italia, llevó a cabo la exposición “Arquitectura uniforme. Proyectar y construir para la Segunda Guerra Mundial”, donde se mostraron trabajos de varios arquitectos que colaboraron con el Partido Nazi alemán. En la exhibición se mostraron planos del campo de concentración que posiblemente sean de su autoría. Una obra universal Después de la guerra, Neufert fue investigado por las potencias vencedoras y considerado como “no afectado” en el proceso de desnazificación. Declarado inocente de haber participado en crímenes de guerra, siguió viviendo en Alemania, donde fue profesor de arquitectura en Darmstadt y se dedicó principalmente a la construcción de edificios industriales. Tuvo la satisfacción de comprobar que, para la reconstrucción de Berlín, los Aliados adoptaron las medidas de los ladrillos propuestas por su “sistema octamétrico”, así como muchas otras de sus estandarizaciones. Ernst Neufert murió el 23 de febrero de 1986 en Suiza sin haber construido ninguna obra especialmente sobresaliente, de esas que pueden ser consideradas patrimonio de la humanidad, pero sus medidas estándares fueron adoptadas y son utilizadas en casi todo el mundo. Su libro lleva ya cuarenta ediciones y se ha traducido a más de veinte idiomas. Está en las estanterías de todos los estudios de arquitectura del planeta y es casi el primero que compra un estudiante cuando empieza la carrera. Se lo considera la Biblia de la profesión y los arquitectos lo llaman sencillamente por el nombre de su autor: “El Neufert”.

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