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» Diario Cordoba
Fecha: 24/02/2025 04:30
Fusionando varios organoides humanos, los científicos han creado "minicerebros" que contienen el 80% de los tipos de células cerebrales de un feto humano de 40 días. Son plataformas para estudiar enfermedades que son difíciles de modelar en animales, como el autismo y la esquizofrenia. Un equipo de investigadores de la Universidad Johns Hopkins ha logrado un avance significativo en el campo de la neurociencia al crear "mini-cerebros" que contienen aproximadamente el 80% de los tipos de células encontradas en un cerebro fetal de 40 días. Este logro, conseguido mediante la fusión de varios organoides humanos (creados en el laboratorio a partir del cultivo de las células de una persona) representa un paso importante hacia la replicación del desarrollo temprano del cerebro humano en laboratorio. Estos mini-cerebros, también conocidos como organoides cerebrales multi-región, ofrecen una valiosa herramienta para estudiar condiciones neurológicas que no se manifiestan claramente en modelos animales, como el autismo, la esquizofrenia y los trastornos del neurodesarrollo. La investigadora principal, Annie Kathuria, ha descrito en NewScientist estos organoides como "un poco mejores que un ratón, un poco menos que un humano", posicionándolos como un punto intermedio crucial para la investigación neurocientífica. Este desarrollo es importante para la ciencia del cerebro porque mejora en la investigación de enfermedades: los mini-cerebros permiten modelar trastornos neurológicos en sistemas similares a los humanos, lo que podría conducir a mejores estrategias de diagnóstico y tratamiento. También destaca por sus ventajas éticas y prácticas, ya que estos organoides ofrecen una alternativa para estudiar el desarrollo cerebral humano sin necesidad de utilizar tejido fetal. Además, los investigadores pueden probar con mayor precisión cómo los medicamentos, contaminantes y toxinas afectan al cerebro en desarrollo. El futuro de los organoides Los científicos esperan refinar aún más estos modelos, lo que potencialmente podría desbloquear nuevos tratamientos para trastornos del neurodesarrollo y mejorar nuestra comprensión de las primeras etapas del cerebro humano. La creación de estos organoides cerebrales tan sofisticados abre nuevas posibilidades para el estudio de enfermedades neurológicas y trastornos cerebrales. Al proporcionar un modelo más preciso del desarrollo cerebral humano temprano, los investigadores pueden investigar cómo los factores ambientales, la genética y los medicamentos influyen en el desarrollo neural de una manera que antes era imposible. Pero hay más: este avance en la tecnología de organoides podría revolucionar campos como el modelado de enfermedades, las pruebas de fármacos y los estudios de toxicología, ofreciendo una visión sin precedentes de los procesos de desarrollo cerebral humano y las posibles intervenciones terapéuticas para trastornos neurológicos. Los mini-cerebros pueden utilizarse para estudiar enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson, la esclerosis múltiple e incluso el autismo. Además, ofrecen una plataforma para investigar infecciones virales, traumas y accidentes cerebrovasculares. Nuevo enfoque en neurociencias La creación de organoides cerebrales ha emergido como uno de los avances más prometedores en neurociencia durante la última década. Estos "minicerebros", cultivados a partir de células madre o tejido fetal, están redefiniendo nuestro enfoque para estudiar enfermedades neurodegenerativas, trastornos del neurodesarrollo y la respuesta cerebral a fármacos, superando las limitaciones de los modelos animales tradicionales. Los organoides cerebrales representan más que un mero modelo experimental: son una ventana sin precedentes a los mecanismos que gobiernan la formación de la mente humana. Desde descifrar los misterios del Alzheimer hasta probar fármacos contra tumores cerebrales pediátricos, esta tecnología está reescribiendo las reglas de la investigación médica. Como señala la Dra. Isabel Liste (ISCIII): "Estamos pasando de observar la enfermedad a recrearla en laboratorio, acelerando el descubrimiento de tratamientos que hace cinco años parecían ciencia ficción".
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