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» Diario Cordoba
Fecha: 23/02/2025 17:15
Trump dice que Maduro estaba "listo para irse", pero que Biden "lo fortaleció" Estos días es frecuente oír críticas a la decisión de Donald Trump de no contar con Europa en su negociación con Rusia sobre el futuro de Ucrania, y acusamos a Washington de traicionar a aliados en la OTAN con los que en teoría comparte valores. La indignación es comprensible pero la realidad es más compleja. A EEUU no le preocupa Rusia, como nos preocupa a nosotros, lo que le preocupa es China que con el desarrollo económico de Deng y la ambición política de Xi se ha convertido en la única gran potencia con capacidad y voluntad para disputarle el liderazgo mundial. En esa pugna Rusia tiene un papel fundamental que explica lo que pasa porque estamos entrando en un mundo muy parecido al que describe Orwell en su “1984”: tres Imperios que mantienen el equilibrio gracias a un permanente estado de guerra de dos contra uno... que se alía con uno de los otros dos antes de ser derrotado, convirtiendo así en amigo al enemigo de ayer. Por eso se necesitaba un Ministerio de la Verdad que borre la memoria de pasadas atrocidades. Cuando Obama llegó a la Casa Blanca se impuso dos objetivos, hacer un “reset” con Rusia poniendo a cero el contador, y girar su atención prioritaria (“pivot”) hacia Asia. Se lo impidieron la Primavera Árabe y el Estado Islámico, por un lado, y la invasión rusa de Crimea, por otro. Pero Obama sabía muy bien que su rival existencial era China y por eso ya nos pedía a los europeos que gastáramos más en nuestra defensa. La preocupación con China ha ido creciendo desde entonces con altos como la imposición de aranceles o la creación de alianzas para contenerla (QUAD, AUKUS) y bajos como el abandono por EEUU del Tratado TransPacífico, mientras crecía el disgusto de Washington con una Europa que le da lecciones, que tiene mejor sanidad pública, y que dejaba a los americanos la factura de su defensa. Y ahora llega Trump con su MAGA (Make América Great Again) que desecha todo aquello que no haga a EUUU más fuerte, más seguro y más próspero, y que afirma que todo vale cuando se hace al servicio del sacrosanto principio de la seguridad nacional. Ha llegado a citar a Napoleón para decir que todo lo que se hace por el propio país es bueno. Lo que sea. Y para debilitar a China nada mejor que separarla de Rusia, “hacerle un Nixon”, es decir, la misma jugarreta que Kissinger y Chou En- Lai le hicieron en 1972 a Breznev con la “Diplomacia del Ping-pong”. Separaron a China de Rusia cuando aquélla era el socio menor de la relación que hoy es Rusia. El precio fue reconocer a la China comunista de Mao como única China. Ahora Trump quiere repetir la jugada pero al revés, ahora se trata de separar a Rusia de China para debilitarla con vistas a una eventual confrontación futura, y si ayer el precio fue Taiwán con la “teoría de la ambigüedad estratégica”, hoy el precio es Ucrania donde Rusia obtendrá territorio, neutralización etc, lo que quiera o casi. Ucrania es así un peón en la partida que juegan Putin y Trump, y Zelenski comienza a entenderlo. Lo peor es que Trump se muestra dispuesto a meter también a Europa en el canje. A Rusia nunca le ha gustado la Unión Europea y siempre ha tratado de dividirnos haciendo amigos en su seno como Hungría o Eslovaquia. La prueba son las veintisiete cartas que Lavrov, ministro ruso de Exteriores, envió a sus miembros tras la invasión de Ucrania. Buscaba respuestas diferentes que frustró Borrell con una única contestación en nombre de todos. La postura americana era más ambigua: los americanos no “ven” a la UE y prefieren entenderse directamente con sus países más grandes, no quieren una UE fuerte (Trump apoyó el Brexit) pero tampoco les convenía muy débil. Hoy Trump nos ve cómo una rémora con la que tiene un fuerte déficit comercial y cuya defensa encima financia. Y con una OTAN ya muy estresada por desacuerdos con Turquía, Canadá y Dinamarca, ha decidido hacer otro regalo a Putin y dejarnos, inicialmente al menos, fuera de una negociación donde también se juega nuestro futuro. No somos su prioridad. Su prioridad es China y para lidiar con ella necesita a Rusia. Realpolitik. Nosotros no contamos y la culpa es solo nuestra.
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