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» Misionesparatodos
Fecha: 18/02/2025 22:15
Carlos Mozer brilló en la selección de su país, Flamengo, Olympique de Marsella y Benfica gracias a su capacidad de anticipo, su técnica y también su aspereza. El día que aterrorizó a Ronaldo Nazario y la polémica por su ausencia en el mítico choque con Argentina en el Mundial 90. Cómo lo veía Bilardo Mozer, el futbolista que infundía temor en Ruggeri “Era un asesino” Protagonista de duelos titánicos, casi de catch, con José Luis Félix Chilavert; áspero y de personalidad arrolladora dentro de la cancha, campeón del mundo y bicampeón de América; con pasos por Boca, River, Real Madrid y San Lorenzo, nadie puede dudar del carácter de Oscar Ruggeri dentro del campo de juego. Sin embargo, cuando en ESPN F90, el programa en el que es panelista, Sebastián Vignolo le preguntó si le había tenido miedo a algún futbolista, tras una pausa evocativa, el Cabezón no dudó. “Al que respetaba… (Carlos) Mozer era un asesino. Era malo, malo de verdad, eh. El día que jugamos en Italia (octavos de final del Mundial 90, Argentina-Brasil), cuando vimos que estaba Mozer en el banco, dijimos ‘qué alegría’. Era un criminal, unos tapones así, el de los tapones más altos que vi. La boca con blanco acá (se tocó la comisura de los labios). Parecía a los perros, que los tenés así (atados) y después los soltás y salen como locos. Así era el guacho. Diego (Maradona) también me decía ese día: ‘Está Mozer en el banco’. Diego, que no le tenia miedo a nadie. Pero nos teníamos respeto”, soltó. Y puso sobre relieve la figura del ex marcador central, ídolo en su país, en Portugal y en Francia, aunque con esa etiqueta de recio que se ganó en el campo, con la que nunca se sintió demasiado cómodo. Si estuviese en un juicio en su contra, el ex zaguero, hoy de 64 años, estaría algo complicado por las declaraciones testimoniales. “¿Quién fue el más ‘villano’ de los futbolistas? Carlos Mozer tenía esta reputación en Olympique de Marsella”, lo incriminó Lilian Thuram en 2021. “¿Violento? Entiendo que violento es ese tipo malvado. Pero el tipo que, como se dice, va con todo, comete una falta… El tipo que me marcó y que hacía una marcación muy fuerte fue Mozer. Mozer era un cuarto defensa muy fuerte, relajado. Cuando digo relajado, me tomo esta libertad porque tenemos una relación muy buena, je”, supo declarar Roberto Dinamita, aquel delantero que se convirtió en leyenda del Vasco Da Gama, jugó en la selección de su país y en el Barcelona. Las voces pueden multiplicarse y no hacen justicia con la estatura de su carrera. José Carlos Nepomuceno Mozer, o el Vampiro, tal su apodo, en realidad comenzó en las categorías formativas del Botafogo, que lo dejó libre. Y encontró su plataforma de despegue en el Flamengo. Debutó en 1980 y obtuvo 15 títulos en su carrera: siete en los siete años en el Fla (incluyendo una Copa Libertadores y la Intercontinental), cuatro en Benfica, tres en el Olympique de Marsella y otro en el Kashima Antlers de Japón, en el epílogo de su camino con los botines afilados. Cruces feroces y salidas elegantes: Carlos Mozer en el Olympique de Marsella Entre Mozer (que llegó a alcanzar el metro 87 de altura) y la Pulga Messi hubo una invisible línea roja. Es que el último club campeón de la Copa Libertadores dejó ir al central porque “era bajito”. Y debió ser tratado con hormonas de crecimiento. Una vez superado ese obstáculo, se vengó con su fiereza ante los adversarios, se llamaran como se llamaran. Quienes lo vieron surgir y en el clímax de su trayectoria supieron destacar sus múltiples virtudes y la técnica brasileña en su ADN. Llegó a la zaga para reemplazar a un compañero lesionado y nunca más la dejó. Fue Modesto Bria, ídolo del Fla en la década del 40, el que ofreció una definición de alto impacto sobre su versatilidad: “Este chico reúne cuatro grandes cualidades. Tiene la técnica de un delantero, la habilidad de un mediocampista, la velocidad de un extremo derecho y un gran reflejo para marcar y bloquear. Por alto, es prácticamente imbatible. Los defensas europeos se destacan por estas cualidades, y Mozer no desmerece en nada frente a ellos”. A todo ese paquete, le añadió la ferocidad. Cuenta la leyenda que en 1980, en el año de su debut, dos futbolistas del Fluminense (Cristovao y Robertinho), clásico rival del Fla, lo abordaron antes de un derbi. “Mira, chico, no tengas miedo de entrar fuerte. Lo importante es que debutes bien, aunque para ello tengas que sacar a uno de nosotros del campo”, fue lo que escuchó. Y lo tomó como un mantra. Otro de los que le dejaron enseñanzas que se hicieron carne fue Antonio Rondinelli, ex defensor de Flamengo. “Rondi siempre me dice: ‘Juega como sabes, no inventes nada. Pero si es preciso, tira cabezazos’. Eso era lo único que no necesitaba decirme. Tengo mucha garra, porque lo aprendí de él”, supo declarar. En la selección brasileña disputó 32 encuentros entre 1983 y 1994. Participó del Mundial 90, aunque, como contó Ruggeri, estuvo sentado en el banco de suplentes la tarde de la eliminación ante Argentina. Desde el sector de relevos, vio la gambeta de Maradona, su asistencia y la definición a máxima velocidad de Claudio Caniggia tras gambetear al arquero Taffarel, sin poder intervenir. Y su ausencia llegó cargada de polémica.Mozer, con la casaca del Benfica, y Ruggeri. En el elenco portugués llegó a ser ayudante de campo de José Mourinho “Aldair no jugó y, precisamente en el partido contra Argentina, pusieron a alguien que querían mostrar a los empresarios para luego negociar”, denunció en su momento. En aquel épico choque, Ricardo Rocha y Ricardo Gomes Mauro Galvão estuvieron en la alineación titular. Luego, a pesar de haber sido parte del proceso, quedó en la puerta del Mundial 1994, en el que la Verdeamarela se consagró en la final, tras superar a Italia por penales, con Carlos Alberto Parreira como DT. “Fui cortado y hasta hoy no sé por qué no me dieron la oportunidad de estar en el Mundial. No entiendo el motivo. Los médicos dijeron que no podía hacer esfuerzos y que corría el riesgo de morir. La única tristeza que tengo es que, a pesar de tanta dedicación, no tengo el orgullo de haber sido campeón del mundo. Fue muy frustrante, me privaron de ser campeón mundial”, se confesó ante UOL Esporte. ¿Qué sucedió? Los estudios médicos arrojaron que presentaba alteraciones en las enzimas hepáticas, una situación compatible con una hepatitis tóxica, a raíz del exceso en la ingesta de antiinflamatorios. “Tomaba un medicamento llamado Sargenor, que aumentaba las tasas de enzimas. Lo tomaba para recuperarme mejor entre entrenamientos en la cuestión muscular. Todo se habría normalizado después de dejar de tomarlo por un tiempo. No me dieron la oportunidad de hacer nuevos exámenes. Pedí tres días más para regularizar mi sangre, pero no esperaron”, acusó. En aquel mítico cruce del Mundial 90, fue una de las voces que denunciaron que el bidón del que bebió su compañero Branco resultó adulterado. “Branco quedó ‘groggy’. Maradona pidió cambiar la botella. Hacía mucho calor. Cuando Branco pidió agua, Maradona gritó y dijo que ‘de aquella no’. El masajista (Miguel Di Lorenzo, alias Galíndez) fue y agarró una de una bolsa. Branco estaba bien y después quedó completamente despistado. Maradona después dio una entrevista riéndose. El fútbol tiene eso”, supo dar su visión de un hecho que nunca pasó del terreno de las declaraciones y quedó arraigado en la leyenda. Más allá de las sazonadas palabras de Ruggeri, la selección argentina lo respetaba mucho, empezando por el DT, Carlos Bilardo. Lo confirmó Roberto Mariani, ayudante de campo del Doctor en los Mundiales del 86 y 90, en diálogo con Infobae. “Un jugador de una calidad enorme, y repartía, sí, era fuerte, áspero. Llamó mucho la atención que no lo hicieran jugar ese día. Era temperamental, pero se controlaba. Jugaba muy al límite, pero era muy vivo, vivo con los árbitros”, recordó el histórico formador de futbolistas. “Tenía un juego parecido a José Manuel Ramos Delgado, el ex River y Banfield, al que Pelé lo lleva al Santos. Un tipo sensacional, de una calidad extrema, tiempista. Esos eran los jugadores que le gustaban a Bilardo para formarlos en sus sistemas. Otro parecido era Roberto Perfumo, con la diferencia de que te pegaba abajo en los talones y te hacía sentir el rigor”, se animó a la comparación. Ronaldo Nazario contó el incómodo momento que pasó con Carlos Mozer “Recuerdo un comentario de Bilardo durante el Mundial, mientras almorzábamos con (Raúl) Madero, el profe Echevarría y (Carlos) Pachamé. Señaló que hubiera encajado perfectamente en el fútbol argentino por sus condiciones, por su técnica exhuberante. A Diego (Maradona) lo respetaba muchísimo. Careca y Alemao, que jugaban en Napoli con él, le hablaban maravillas de Diego. Y Mozer decía que a los jugadores de esa técnica se les podía jugar reciamente pero no pegarles. Había que protegerlos”, concluyó su semblanza. Tiempista en los cruces. De salida atildada. Con una pegada prodigiosa, capaz de los más precisos cambios de frente. Con la capacidad de salto de un canguro. Mozer exhibió las cualidades de los mejores defensores de su época. Por algo, lo incluyen en la nómina de los zagueros top de su país. Pero a ese combo le sumó una ferocidad que aterrorizaba a los más valientes. “Dentro del campo claro que siempre hay piques, pero, fuera del campo, todos se llevan bien, y no es algo de ahora, esto ya viene desde hace muchos años. Estoy en el mundo del fútbol desde hace mucho tiempo, por mi padre, y recuerdo que, cuando era niño, pasaba las vacaciones en el Algarve con Mozer, central del Benfica que casi se comía a mi padre dentro del campo con los golpes y todo eso”, confesó Gonçalo Paciência sobre lo que sucedió con Domingos, su progenitor. Isaías, delantero brasileño clase 63, reveló que, cuando desembarcó en Portugal con la casaca de Rio Ave, le tocó lidiar con Mozer. “Me lanzó una patada voladora en la que tuve que saltar para no ir a parar a la valla”, evocó. Cuando pasó al Benfica, creyó que el martirio había cesado y el padecimiento quedaría sólo para sus adversarios. Se equivocó. En efecto, en los partidos oficiales, disfrutó de un guardaespaldas despiadado: “Era la garantía que teníamos atrás. Solo le faltaba salir a golpes”. Pero, para afilar sus artes, necesitaba ensayo. “Decía que tenía que pegar en los entrenamientos para pegar en los partidos. Y yo le respondía: ‘Quiero jugar contigo, no quiero jugar contra ti’”, contó su compañero y víctima, en dosis similares. Su bravura se trasladaba hasta las concentraciones. Un joven Ronaldo Nazario, quien despuntaba a pura velocidad y goles en el Cruzeiro y la selección brasileña, pudo dar fe. En una de sus primeras incursiones con el Scratch le tocó compartir habitación con Mozer, quien le mostró los tapones y le dejó un verdadero trauma. “Nuestra generación joven vivía aterrorizada. Hay una historia con (Carlos) Mozer: yo fui convocado para la selección y tuve un período de prueba, y decidieron hacer una serie de ensayos antes de viajar para el Mundial. Esa vez tuvimos que dormir una noche allá, y le avisaron a Mozer, que era un prototipo de zaguero grandote, fuerte, bravo; que había un chico que roncaba mucho. Caí en el cuarto con él y, entre toda la gente, medio en broma, con cara de serio, me miró y me señaló. Me acerqué asustado y me dijo ‘me comentaron que roncas, llegás a hacerlo y cuando me voy a acostar te voy a dar una paliza’. Yo tenía 17 años, no conseguí dormir en toda la noche. No se rió ni una sola vez, cero. En el entrenamiento siguiente, estaba cansado, con sueño, y me seguía mirando. Después lo veo burlarse de mí, me había hecho una broma, pero ya había perdido una noche de descanso”, develó el ex delantero, otro mito al que el recio defensor logró jibarizar. Después fue entrenador (incluso ofició de ayudante de campo de José Mourinho en Benfica), pero sin el impacto que logró con los botines puestos, tanto en el terreno de juego, como en las canillas del rival de turno. Mozer, en la final de la vieja Champions League de 1988, cuando el Benfica cayó por penales ante el PSV. en el conjunto luso logró cuatro títulos Por Pablo Cavaller – Infobae
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