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  • Javier Frana: “Yo lo maté al tenista; lo enterré, lo velé y me despedí”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 18/02/2025 04:43

    Javier Frana es un extenista y comentarista argentino nacido el 25 de diciembre de 1966 en Rafaela, Santa Fe. Durante su carrera como deportista profesional, que se extendió entre 1986 y 1997, se destacó tanto en la modalidad de singles como en dobles, alcanzando un lugar relevante en el tenis argentino de la década del 90. Tras su retiro, se convirtió en una de las voces más reconocidas del tenis en Latinoamérica como comentarista de ESPN. Actualmente, es el capitán del equipo masculino de Copa Davis. Frana comenzó a destacarse en el circuito profesional a finales de la década de 1980. Su mejor temporada en individuales fue en 1995, cuando alcanzó el puesto N.º 30 del ranking ATP, su mejor ubicación histórica. A lo largo de su carrera, obtuvo tres títulos ATP en singles: Guarujá (Brasil) en 1991, San Pablo (Brasil) en 1993 y Bogotá (Colombia) en 1995. Al mismo tiempo, tuvo destacadas actuaciones en torneos de Grand Slam, incluyendo los octavos de final en Roland Garros (1991) y el US Open (1994). Sin embargo, Frana encontró su mayor éxito en la modalidad de dobles, donde alcanzó el puesto N°14 del ranking ATP y conquistó siete títulos jugando con distintos compañeros. Su mayor logro en esta especialidad fue la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, en dobles masculinos junto a Christian Miniussi, tras vencer en el partido por el tercer puesto a los sudafricanos Wayne Ferreira y Piet Norval. Tras su retiro en 1997, Frana se consolidó como una de las voces más reconocidas del tenis en Latinoamérica. Anteriormente, se desempeñaba como analista y comentarista en ESPN, donde cubría los principales torneos del circuito ATP y WTA. Su conocimiento del juego y su estilo didáctico lo han convertido en una figura influyente en la difusión del tenis en Argentina y la región. Javier Frana, de 58 años, en los estudios de Infobae (Candela Teicheira) Leo: — Vos te sentís tenista toda la vida. Javier: — Yo lo maté al tenista. Leo: — Uy, qué frase hermosa. ¿Vos lo mataste?. Javier: — Sí, yo lo maté. O sea, lo enterré, lo velé y me despedí. Leo: — ¿Con dolor o con alegría? Javier: — Con dolor. Pero entendiendo que era parte del proceso natural de la vida de cualquiera. Siempre lo tuve muy claro eso. Es como que a mí me gustaba escuchar a la gente grande y siempre decían de tratar bien a la gente cuando va en subida, que es la misma que va en bajada un poco. En ese sentido, es como que entendía que todo ese proceso en algún día iba a terminar. Terminó de una forma un poquito más abrupta por un tema del oído en Wimbledon. Yo tuve una sordera espontánea, súbita, que después por suerte pasó, pero digamos que sí, me dediqué a enterrarlo. Leo: — ¿Pero lo enterraste con dolor o con alegría de haber dicho: fui jugador profesional de tenis. Hasta acá llegó. Aunque me duela, muere? Javier: — Así fue. Leo: — ¿Fue para bien eso? Javier: — Fue para muy bien. Al punto tal que me pasó tiempo más tarde, que desconecté tanto con ese jugador enterrado -felizmente enterrado, no es que fue un drama- que fui a ver una Copa Davis. Estaba lleno el estadio y yo me puse nervioso porque me metí en el jugador que iba a entrar. Y dije “¿cómo hacen para poder jugar ahora?”. Y no sé a quién se lo dije que estaba al lado. Y me dijo “dale, si vos lo hiciste”. Yo me había despejado totalmente. Leo: — Tanto que vos no podías interpretar lo que vos mismo habías vivido. Javier: — ¿Cómo hace este tipo para jugar con semejante ambiente? Y de repente es como que me costó a veces reconocer que yo había podido. Leo: — ¿Te costó reconocerte que vos fuiste uno de esos? Javier: — Que yo había podido estar ahí y que la pasé bien, dentro de todo, y que tuve buena experiencia. Pero bueno, después obviamente que eso ya me sirvió. Cuando digo enterrar no es olvidarse, no es negar lo que fue. Tomé el aprendizaje: qué cosas hice muy mal. ¿Qué cosas? ¿En qué cosas? Sí, tuve ciertos aciertos. ¿En cuáles? Por sobre todas las cosas: dónde estuvo lo que no me permitió haber tenido un poco más de resultados. Y todo ese aprendizaje lo saqué. Pero no me gusta la autorreferencia. Javier Frana: "Hay momentos que te encontrás ante la nada misma" (Candela Teicheira) Retiro Leo: — Entrevisté exfutbolistas que han pasado por un proceso de depresión fuerte, por no poder enterrar con alegría y sabiduría lo que fuiste. Es un tema muy difícil. Javier: — Es muy difícil. Reconozco que sí es difícil. Reconozco que dentro de todo, también, hay otras cuestiones que van paralelas que te pueden ayudar a salir de eso o a meterte en otras cosas. ¿Tenés hijos chicos? Sí, y es como que te vas metiendo también. Pero también reconozco que hay momentos en los que te encontrás ante la nada misma. Te levantás y decís: “Bueno, voy a ir a correr”. En esa época no estaba tanto el tema del bienestar y sí, obviamente, estaba la vida saludable, pero no había tanta cultura como ahora. Entonces era engordar o no engordar o estar flaco o no estar flaco. Por eso salgo a correr y de repente decís: “Salí a correr y voy muy lento. Tengo que correr más rápido”. Y digo “pará, ¿para qué necesito correr rápido?”. Y al kilómetro, de vuelta: ¿Para qué necesito correr, si yo corrí toda mi vida. No corro más”. Y es como que empecé a decir “bueno, ¿y ahora qué hago? ¿Y dónde voy?”. Javier Frana: "Me perdí algunas cosas. Me perdí casi todas las fiestas. En esa época te ibas desencontrando totalmente, porque cuando volvías ya tu cumple me lo había perdido" (Candela Teicheira) La vida del tenista Leo: — ¿Y en cuestiones de qué me dio el tenis de bueno y qué me quitó? Javier: — Como todas las cosas en la vida: todo te da y todo te quita. Leo: — Pero, ¿si tuvieras que definir qué cosas te quitó el tenis? Javier: — Tal vez me quitó. Lo que pasa es que cuando es una elección, es raro, porque vos estás eligiendo ir por ese lado. ¿Qué es lo que no pude vivir porque elegí la carrera de tenista? Leo: — Claro. Javier: — Tal vez tener una vida como más de amigos, más familiar también. Yo me tuve que ir a los 17 años de Rafaela, donde yo vivía y donde vive toda mi familia. No fui al viaje de egresados de 5º año del colegio. Me perdí algunas cosas. Me perdí casi todas las fiestas. En esa época te ibas desencontrando totalmente, porque cuando volvías ya tu cumple me lo había perdido. El del otro también. El de tu novia también. Te ibas perdiendo todos los cumpleaños de todos. Leo: — Estás como a contramano del calendario de la gente que hace vida “normal”. Javier: — Totalmente a contramano. Y a la vez, a diferencia de ahora, te perdías también porque de repente, en seis o siete meses te habías visto cinco días o siete días. Entonces todos los cambios que habían habido y todas las cosas y todos los chistes, las bromas, las cosas que fueron pasando, los sobrenombres. No te enterás. Te perdías todo. Hoy no. Estás en el cumpleaños y te llaman y estás en un rato en el cumpleaños. Leo: — Antes era más difícil Javier: — Sí, muy difícil. Leo: — Sufriste. ¿Se sufre ser tenista? En esa cuestión solitaria del tenista habitual. Javier: — En esa época, sí. Después aprendés a estar solo. Al principio, la soledad, el no saber cómo manejarte y todo lo tenías que aprender a resolver. No había el teléfono que te ayuda. Entonces, llegar a un lugar y no saber cómo salir de una estación de tren. Qué transporte tomarte. Tampoco los recursos. Es como para decir, bueno, me pago un taxi o me llamo un remis. No existía. Entonces tenías que aprender cosas de 0 a 1000. De salir de una ciudad chiquitita donde ibas en bicicleta a todos lados, a estar en una estación de tren en París y no tener ni idea cómo hacer para ir a tal o cual lugar. Que no hablabas el idioma, que no tenías el dinero, que no tenías a nadie a quien llamar. Ahí es donde te das cuenta de cuánto debo querer el tenis para hacer todo esto. Porque la pasás mal.

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