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» Diario Cordoba
Fecha: 13/02/2025 01:27
"Me da la sensación de que llevo la desgracia conmigo allá donde voy, porque cuando estuve en Georgia comenzó una pesadilla a raíz de las influencias que ejercía Rusia y tuve que volver a exiliarme. Y en el segundo mes siendo migrante en España justo estaba en Valencia y ocurrieron las inundaciones de la dana". Daria Serenko (Jabárovsk, Rusia, 1993), escritora, profesora universitaria, activista feminista y militante contra Putin, es capaz de mantener el sentido del humor en medio de la dureza de su vida. Conocida en España por un primer libro, 'Chicas e instituciones' (Errata Naturae, 2023) en el que describía el trabajo en las instituciones culturales rusas a partir de su propia experiencia -un trabajo ocupado muy mayoritariamente por mujeres-, en su nuevo libro, 'Deseo cenizas para mi casa', publicada en español por la misma editorial, establece una especie de continuación a partir del activismo contra la guerra en Ucrania y la dictadura de Putin que le complicó su trabajo y su vida. En febrero de 2022 fue una de las fundadoras del grupo Resistencia Feminista Contra la Guerra para protestar contra la invasión de Ucrania, grupo en el que aún milita. Fue detenida por una publicación que mencionaba el sistema de 'voto inteligente' promovido por el opositor (fallecido en la cárcel) Alexei Navalny. Serenko estuvo dos semanas en la cárcel, y durante su cautiverio, escribió el nuevo libro que, igual que en el primero, prevalece la mirada feminista, mezcla estilos y utiliza desde el formato de diario hasta la poesía o el tipo de reflexión e información propia del ensayo para recorrer tanto los aspectos más personales de su vivencia como la generalidad de la vida en las cárceles, qué se les permite hacer y qué no a los detenidos -y las detenidas- y qué tipo de personas acaban en estos centros. Tras su paso por la prisión, Serenko vivió un primer exilio en Georgia, un país del que tuvo que salir porque aprobaron un sistema similar al ruso para detener a los disidentes y se enfrentaba a una causa penal, y recaló en España, por ser el país que más ayuda le dio para hacerlo -y con mayor seguridad-. Atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en una conversación a tres bandas con la traductora Alexandra Rybalko Tokarenko que tiene lugar por videoconferencia. Pregunta: ¿Cómo se siente viviendo en España? Llevo unos meses, estoy experimentando todos los estados de la vulnerabilidad de ser migrante. Por el momento todavía estoy esperando que mi situación se regularice y todavía no me acabo de hacer a la idea de todo este proceso de dónde estoy, no acabo de encontrarme. Pero estoy estudiando el idioma y me voy haciendo a la idea de que seguramente los próximos años estarán muy relacionados con España. P: En el libro ya reflexiona sobre la posibilidad de tener que salir de Rusia y dice sentir miedo: "No voy a volver a poder expresar mis pensamientos con tanta profundidad." ¿Siente que su mensaje llega con claridad ahora que está aquí? Es difícil porque no hablo el idioma. Más de una vez me ha pasado que he recibido un texto antes de su publicación y lo he revisado con alguna persona que conocía el idioma y hemos llegado a encontrar casi 20 errores en hechos, no de sentido. Y en política -y yo me dedico a la política-, los detalles son muy importantes. P: Putin parece estar afianzando algunas relaciones internacionales muy peligrosas para la democracia en el mundo. ¿En qué medida complica esto la lucha contra su dictadura? Estoy muy al tanto de esta situación. En Rusia hay un foro que lidera Valentina Matvienko [presidenta del Senado] y que es supuestamente internacional que es un buen ejemplo de cómo se desarrollan estas nuevas relaciones internacionales, porque en él participan mujeres de países "amigos" y las utilizan como agentes de estas relaciones conservadoras. Este foro se anuncia como un espacio en el que Rusia quiere compartir su experiencia y su metodología de acción, pero al final lo que están haciendo es inculcar una visión concreta de la sociedad, sobre todo en una serie de aspectos como puede ser el género. Naturalmente que a mí me asusta muchísimo esto porque, por un lado, contribuye a la creación de una posible dictadura en estos países y, también, por supuesto, porque fortalece la dictadura de Putin, porque por mucho que han intentado representarlo como una especie de outsider internacional, como un agresor que va por libre en la esfera internacional, en realidad no es así. Y por supuesto, estas alianzas internacionales de Putin esconden una base económica. Es decir, esto significa que si estas alianzas se producen es porque detrás de ellas hay una llegada de capitales extranjeros a Rusia y, por lo tanto, es una llegada de capitales que están apoyando la guerra. P: ¿Cómo cree que vive la juventud rusa actual, que ha crecido conociendo únicamente la presidencia de Putin? ¿Hay relevo generacional en el activismo? La dictadura de Putin ya tiene 20 años y por lo menos hay ya dos generaciones que han crecido luchando contra la dictadura. Y ya hay personas que han muerto en esa lucha. Y ahora mismo entre la gente más joven que yo, incluso la gente que ya es mucho más joven que yo, hay dos tipos de personas: las que comprenden lo que está pasando y las que por desgracia han crecido rodeadas de propaganda y han sido aleccionadas. Este año Rusia gastará mucho dinero no solo en la guerra, sino también en esta "educación ideológica", es decir, en educar el patriotismo, en la militarización... Esto me asusta mucho, porque hay muchísimos miembros de la oposición que han sido expulsados de Rusia, no sólo políticos y periodistas, también profesores de universidad y estudiantes. A menudo son sustituidos por politólogos que lo que tratan es de captar a los jóvenes para los movimientos políticos proPutin. En estas condiciones es muy complicado luchar. Además, tratan de capar todas las maneras de llegar a esa juventud. No nos olvidemos de que entre los presos políticos que están ahora encarcelados hay muchos escolares, estudiantes que son niños y adolescentes, que están en prisión por haberse manifestado públicamente en contra de la guerra. P: 'Deseo cenizas para mi casa' mezcla lo grande, el activismo en contra de la guerra y la respuesta que recibe, pero también lo pequeño, el día a día, lo más personal, como el síndrome de la impostora como presa política o el ser educadas para gustar a todo el mundo. Y hay mucho feminismo. ¿Qué le añade el feminismo a esta lucha contra la guerra? Considero que la óptica feminista es muy importante para todos los movimientos antimilitaristas del mundo. Por un lado, el feminismo analiza el mundo desde la perspectiva de un mundo en el que no exista la violencia en cualquiera de sus formas y manifestaciones. Personalmente, a veces me cuesta mucho explicar esta relación a los hombres que forman parte de los movimientos opositores, pero hay una relación entre la violencia doméstica y la violencia que vemos en la guerra. En Rusia tenemos un ejemplo terrible de esto que lo explica muy claramente. Hay hombres que están en la cárcel cumpliendo condena por un caso de violencia doméstica, por asesinato de mujeres y que salen de esa la prisión porque son captados para ir a la guerra a luchar por Rusia. Si sobreviven, se les concede el indulto y continúan matando y violando mujeres. Lamentablemente, durante los últimos dos años las noticias rusas están repletas de casos de veteranos de esta "operación especial" -en Rusia no se puede decir que hay guerra- que ha quedado en libertad y ha matado a otra mujer. El feminismo viene a decir: si lo que queréis es una vida estable, sin guerras, lo que hay que solucionar es los problemas de otros colectivos, como las mujeres. El movimiento antimilitarista feminista es el único que presta atención al cuidado de cualquier tipo de vida humana en Rusia. Ofrecemos ayuda psicológica, por ejemplo, a personas que han sido víctimas de violencia policial, tenemos muchos formatos de protesta clandestina no violenta. Está claro que este tipo de protestas no van a parar la guerra, pero le dan a las personas la oportunidad de protestar sin exponerse tanto al peligro. También es importante cualquier tipo de relación entre las mujeres, incluso con aquellas que no comparten nuestra postura antimilitarista, porque la guerra al final nos toca a todos, y puede tocar también a aquellas mujeres de las familias del país agresor. Hay muchas mujeres cuyos parientes hombres han ido a la guerra, algunos de forma voluntaria y otros no, y muchas de estas mujeres también salen a protestar y se exponen. Me parece que el movimiento feminista es uno de los pocos movimientos que es capaz de establecer esta relación en un plano más horizontal, tender puentes con estas personas. Y es muy importante para nosotras, en nuestro movimiento, no tener ningún líder carismático en la cima. Es posible que el trabajo que hacemos y la manera en la que nos organizamos se encuentre en un plano más utópico, pero es importante que nos organicemos exactamente así. P: Debe ser bastante complejo en el día a día lidiar con los falsos aliados y en una estructura horizontal. ¿Cómo lo manejan? Hace tres años respondería de otra manera, pero lo que sucede ahora es que tanto nosotras como todos estos falsos aliados en realidad estamos en el mismo barco, que va de camino a un naufragio. La catástrofe nos ha mezclado. Por supuesto que tenemos nuestros propios roces internos. Las feministas exigimos una representación política incluso en el exilio, es decir, no puede ser que todas aquellas personas que nos representan como colectivo de personas exiliadas sean señores con traje. Los liberales rusos ya no pueden reírse de las feministas como han hecho en años anteriores, porque hemos demostrado que somos una de las fuerzas políticas más capaces ahora mismo. Ahora estamos en igualdad de condiciones, y van a tener que aprender a vivir con nosotras. P: Su libro tiene una escritura muy natural y parece estar escrito casi como si fuera un diario. ¿Está haciendo algo parecido ahora? ¿Habrá una continuación en el exilio? Ahora estoy escribiendo un libro sobre los hombres rusos, sobre la masculinidad rusa. También lo estoy escribiendo de esta manera híbrida, con diferentes géneros. Se va a llamar 'Nuestros chicos'. Es muy cercano, con muchas referencias al libro de Svetlana Alexievich, la Premio Nobel, titulado 'Los chicos del zinc'. Pero quiero escribir sobre muchos otros tipos de hombres, como los que han muerto en las cárceles rusas mientras luchaban por la libertad. Y el libro llevará un subtítulo con mucha intención: 'Esto es un relato femenino'. Me estoy imaginando ese momento en el que los hombres estarán completamente frustrados, enfadados, indignados con este libro. Va a ser va a ser una vuelta de tuerca graciosa y, por supuesto, un acto de provocación.
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