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  • México: Diferencias en gabinete por reforma al maíz transgénico

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 12/02/2025 08:28

    Las diferencias en el gabinete de la presidenta Claudia Sheinbaum se hicieron patentes con el tema de la protección a rango constitucional de los maíces mexicanos. Desde la Sader –con Julio Berdegué al frente– se intentó imponer la iniciativa de reforma que beneficia trasnacionales en perjuicio del pueblo de México y la soberanía alimentaria nacional. Y es que la propuesta abría la puerta a la siembra de semillas genéticamente modificadas, dañinas a la salud y al medio ambiente –desarrolladas por corporaciones como Bayer-Monsanto y Syngenta–, al tiempo que desprotegía al centro de origen de este alimento y reservorio de la humanidad, como se le conoce a nuestro país. Tras la consulta que le hizo Contralínea el pasado 4 de febrero, Sheinbaum pidió a la Cámara de Diputados frenar la discusión y establecer mesas de trabajo urgentes con varios secretarios de Estado, y ordenó a su gabinete involucrado en el tema –Sader, Semarnat, Ciencia, Salud y Economía– explicar los alcances reales de la propuesta y escuchar a la Campaña Sin Maíz No Hay País. El intento por imponer esa reforma involucraría no sólo a la Sader, sino también a las secretarías de Salud, Economía y Ciencia, quienes habrían acompañado a Berdegué en este intento fallido. Expertos consultados por esta revista indican que ahora urge proteger verdaderamente al grano La iniciativa de reforma constitucional sobre maíz transgénico dejó al descubierto las diferencias en el gabinete de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Desde la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), que encabeza Julio Berdegué, se intentó llevar a rango constitucional una muy limitada protección a los maíces nativos frente a las biotecnologías desarrolladas por corporaciones como Bayer-Monsanto y Syngenta, en beneficio de estas últimas y en perjuicio del pueblo de México y la soberanía alimentaria nacional. Ello, porque como Contralínea lo alertó, la propuesta de reforma se limitaba a prohibir los maíces transgénicos –que es una tecnología obsoleta y en vías de desaparecer–, lo que abría la puerta a que, en un futuro, esas trasnacionales agroalimentarias obtuvieran permisos para sembrar maíces genéticamente modificados –que no son transgénicos, pero que sí son igual o más dañinos para la salud y el medioambiente–. Esto habría contaminado de forma irreversible las variedades mexicanas, que son reservorio de la humanidad porque México es el centro de origen y biodiversidad de este alimento. De acuerdo con los tiempos legislativos, se esperaba que el pasado 6 de febrero se aprobara la iniciativa en la Cámara de Diputados (primero, en la Comisión de Puntos Constitucionales, y luego en el pleno, sin ninguna discusión). Pero todo se frenó desde el 4 de febrero, cuando quedó al descubierto este “error”, luego de que Contralínea consultó a la presidenta de la República en su conferencia de ese martes, si se podía revisar a cabalidad esta particularidad. Ese mismo día, Sheinbaum Pardo solicitó a su equipo más información sobre la consulta que le hizo esta revista, y por la tarde pidió directamente a la consejera jurídica de la Presidencia, Ernestina Godoy, que solicitara a la Cámara de Diputados frenar la discusión, y establecer mesas de trabajo urgentes con varios secretarios de Estado. Todo ello lo reveló la propia jefa del Ejecutivo federal al siguiente día –5 de febrero– en su conferencia matutina desde Querétaro. El mismo 4 de febrero, el líder de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, anunció que la reforma sobre maíz transgénico se revisaría con secretarios de Estado, en especial con Julio Berdegué –autor de la propuesta–, y con científicos, abogados y activistas de la Campaña Sin Maíz No Hay País, porque había problemas con los conceptos, lo que confirmaba lo publicado por Contralínea. Además de solicitar mesas de diálogo a la Cámara de Diputados, la presidenta Sheinbaum Pardo solicitó a su gabinete involucrado en el tema –Sader, Semarnat, Ciencia, Salud y Economía– que le explicaran los alcances reales de la propuesta y escuchar a la Campaña Sin Maíz No Hay País. El intento de imponer la reforma constitucional en términos que benefician a trasnacionales no sólo involucraría a la Sader, sino también a las secretarías de Salud, Economía y Ciencia, quienes habrían respaldado la propuesta de Julio Berdegué. El asunto fue creciendo conforme la presidenta Sheinbaum Pardo reunía más información del tema, a grado tal que el 7 de febrero anunció que dicha iniciativa de reforma constitucional sobre maíz transgénico se va a corregir, para garantizar protección plena de los maíces frente a biotecnologías genéticamente modificadas. Para ello, dijo, parte del gabinete federal se reuniría ese mismo día con integrantes de la Campaña Sin Maíz No Hay País. “El día de hoy [7 de febrero]tienen una reunión con el grupo de Sin Maíz No Hay País, el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural [Julio Berdegué], la secretaria de Medio Ambiente [Alicia Bárcena], y la secretaria de Ciencia [Rosaura Ruiz], para platicar con ellos y si falta determinar algo en la reforma para que se corrija”, expuso la primera mandataria en su conferencia matutina. Como Contralínea lo reveló el 1 de febrero, la propuesta de reforma constitucional para proteger a los maíces nativos de México –que presentó el gobierno federal al Congreso el 26 de enero pasado– no incluye ?prohibición de consumo humano del grano genéticamente modificado, ?prohibición de siembra de maíz genéticamente modificado (aunque sí prohíbe siembra de maíces transgénicos, que son sólo uno de los tipos de OGM), ?la obligación de solicitar un análisis de riesgos –con las condiciones de cultivo y de consumo en el país–, ni ?la obligación de quebrar el grano modificado genéticamente que se importa para forraje e inviabilizarlo como semilla. Aunado a lo anterior, científicos consultados por esta publicación advierten que tampoco se vigila la cadena de alimentación humana: es decir, no hay trazabilidad de la masa y la harina, que podría derivar que en los silos de las empresas Minsa y Maseca –principales harineras– se estén mezclando maíces genéticamente modificados con maíces nativos, lo que genera productos –en especial la tortilla– contaminados hasta con glifosato, lo que está demostrado científicamente que ya ocurre. Los no negociables de la reforma Consultados por Contralínea, expertos explican lo que se requiere forzosamente en la Constitución para garantizar la protección de los maíces mexicanos: prohibición de la siembra de los OGM –organismos genéticamente modificados– y prohibición del consumo humano de esos mismos granos. “Lo más urgente serían dos cosas; una, que se mantenga la prohibición de la siembra de maíz genéticamente modificado en el campo, tal y como venía en la reforma constitucional [del presidente Andrés Manuel López Obrador], y dos, que se proteja el consumo del maíz que es para consumo humano directo, o sea, que el maíz que consumimos las personas en nuestra alimentación esté libre de maíz genéticamente modificado. Esas son las dos peticiones irrenunciables diría yo, sobre la reforma constitucional”, explica David Rivero Fragoso, especialista en derechos humanos y abogado de la Campaña Sin Maíz No Hay País. El también litigante en la defensa de México en la acción colectiva contra el maíz genéticamente modificado ante tribunales indica que “la prohibición tendría que ser para todas las formas de maíz genéticamente modificado de cualquier tecnología que venga. Lo que denominaría el [Tratado México, Estados Unidos y Canadá]T-MEC como tecnología moderna de tecnología agrícola tomando en cuenta todo el territorio nacional y eso tiene una razón de ser: México es el centro de origen y de diversificación constante del maíz, eso quiere decir que México tiene un rol importantísimo con la humanidad como reservorio genético de todos los maíces nativos”. Al respecto, el abogado Rivero detalla que “si llega a haber alguna contaminación transgénica o de maíces genéticamente modificados en alguna otra parte del mundo que resulte ser susceptible de alguna plaga, alguna enfermedad o que enferme a las personas o que tenga alguna alergia, es tan fácil como volver al centro de origen, que es México, en donde se están guardando estos maíces y no se pueden mantener en un banco como tal, sino que este banco es un banco vivo en donde las personas agricultoras que siembran año con año el maíz lo mantienen todo el tiempo diversificado”. Por ello, urge a establecer claramente la prohibición de la siembra de los OGM. Otro servicio de mantener a salvo los maíces mexicanos, detalla, es que, cada ciclo de siembra, “el maíz va adquiriendo nuevas características para ser resistente al cambio climático y justo, los maíces nativos van a ser una pieza clave para combatir el cambio climático y generar resiliencia contra esto”. Entrevistada por separado, Mercedes López Martínez –representante común de la Demanda Maíz y directora de Vía Orgánica Cdmx– señala que “los puntos no negociables son: que no se hable sólo de maíces transgénicos, que se hable de la prohibición –en el centro de origen– de la siembra de maíces genéticamente modificados; que esos maíces no se usen en la alimentación, porque vienen con glifosato, vienen con una serie de problemas de salud que se ha demostrado que el consumo de estos maíces generan cáncer, tumores; pero el glifosato también, que fue declarado cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud. Entonces, ése es otro punto no negociable, no queremos esos maíces, no queremos que se siembren”. La defensora de los maíces nativos también resalta que los cambios a la iniciativa de reforma deben contemplar “que se aliente la producción campesina en el país, para que se produzcan los maíces que necesitamos; incluso, esos maíces amarillos que se importan de Estados Unidos que son para forraje o para bioinsumos que se produzcan en México apoyando a las comunidades campesinas, a todas estas tierras ganaderas que se han devastado y que se vuelva a apoyar con la agroecología también”. López Martínez advierte que otro no negociable es que los granos genéticamente modificados que se importan de Estados Unidos para forraje lleguen enteros. “Estamos pidiendo que se partan esos granos para que no se puedan volver a sembrar”. Ello, explica, porque México es el centro de origen y diversificación permanente del maíz. Otro punto en el que no se debe ceder, expone, es “en el tema de la soberanía alimentaria, del cuidado del agua, de la biodiversidad, de la no contaminación, de especies. El maíz es una planta que muy fácilmente se reproduce, se contamina por la polinización de los insectos del viento y destruirían toda esta riqueza de biodiversidad, y no vamos a negociar el derecho soberano de decidir qué comer, qué sembrar. Y mantener esas tradiciones alimentarias tan sanas que se han perdido por una avalancha de alimentos y bebidas ultraprocesadas que vienen de todo este grupo poderoso de empresas transnacionales que trabajan muy cercanamente”. Asimismo, la directora de Vía Orgánica CDMX señala que sería muy importante que se lograra una prohibición definitiva y para siempre de parte del Poder Judicial federal, como lo ha estado pidiendo desde hace más de una década la Demanda Colectiva contra el maíz genéticamente modificado. Al respecto, dice que la sentencia definitiva debería declarar que esos maíces genéticamente modificados son un peligro para la biodiversidad de las generaciones presentes y futuras. Pregunta de Contralínea detonó freno a reforma Como se recordará, en la conferencia matutina del 4 de febrero, Contralínea consultó a la presidenta de la República si se podían revisar los términos en los que se presentó la iniciativa, con el objetivo de verdaderamente salvaguardar los maíces nativos de México y proteger el principal reservorio de la humanidad, pregunta que detonó el freno a la aprobación fast track en el Congreso y abrió las mesas de diálogo: —Presidenta, en este desafío que su gobierno ya superó el día de ayer [3 de febrero, con la cancelación temporal de los aranceles por parte de Estados Unidos], ha quedado claro que lo importante de esto es salvaguardar la soberanía del país y también los intereses del pueblo mexicano. En ese sentido, a mí me gustaría preguntarle acerca de la reforma del maíz. Ello porque el maíz –al ser México el centro de origen de este alimento, que además es el principal alimento de los mexicanos y las mexicanas– tiene un grado no sólo de soberanía nacional, sino de seguridad alimentaria del mundo, de la humanidad. Y, en ese sentido, lo que estamos viendo en la iniciativa de reforma es que se establece una protección frente a maíces transgénicos, pero no frente a maíces genéticamente modificados. Y desde el punto de vista legal y científico no es lo mismo, no es un sinónimo. Entonces, quedaría una desprotección frente a otras biotecnologías que no son consideradas transgénicas, pero que sí son genéticamente modificadas, y en ese contexto se abriría una puerta desde el ámbito constitucional, porque esta iniciativa de reforma plantea derogar todo lo que tenemos previamente ya establecido en leyes secundarias. Preguntarle, si ¿en esta próxima discusión legislativa podría, esta particularidad, revisarse? Atendiendo que las transnacionales utilizarían esta puerta –evidentemente, no en este sexenio, sino en los que siguen– para de alguna manera impulsar permisos para esas otras biotecnologías que son genéticamente modificadas –igual o más dañinas que los transgénicos [pues], como se sabe, estos causan cáncer y además limitan la propia producción de las semillas. Y, en ese sentido, presidenta, preguntarle si, ¿también podría evaluarse la posibilidad de que sí quede establecida ya la prohibición de la siembra de organismos genéticamente modificados para el maíz en la Constitución? Porque tenemos un momento histórico importantísimo con el Plan C, que no sabemos, en un futuro, si volvamos a tenerlo con esta mayoría calificada en el Congreso. Y si no es ahora, ¿cuándo? O sea, ¿cuándo podría establecerse esto? –se le consultó el 4 de febrero–. —Yo me comprometí a que iban a venir expertos para que hablaran de estos temas. A ver si mañana… creo que viene electricidad, pero a ver si mañana mismo puede venir, por lo menos… Ah, mañana es en Querétaro; pues a lo mejor hasta nos pueden acompañar, Julio Berdegué y algún otro especialista en estos temas. No soy experta en el tema, pero hay maíces híbridos que se siembran en México. Híbrido pues es… no es criollo, digamos, son maíces que tienen, que se siembran bastante en nuestro país, en donde se compra la semilla que ha sido modificada, pero no modificada en laboratorio, sino a través de la siembra, mejorando la semilla. Entonces, de acuerdo con los expertos, ahí puede haber un problema si es “genéticamente modificada” o si es “transgénico”. Yo preferiría que vinieran ellos a explicar. El objetivo principal es cuidar al maíz criollo, protegerlo, conservarlo y que se siga sembrando maíz criollo, por tres razones: biodiversidad. Conservación de la biodiversidad. Razones culturales. Porque la biodiversidad genética del maíz criollo viene de la domesticación milenaria en nuestro territorio para hacer el maíz, porque el maíz no nació de forma silvestre, sino fue gracias a la modificación genética que se hizo a través de la siembra de los primeros pobladores de Mesoamérica. Y la tercera es razones de salud, que también tiene su controversia, pero razones de salud. Entonces, de acuerdo con todos los que trabajaron en el equipo para poder enviar esta iniciativa, consideran que “transgénico” es la palabra que debe usarse. Entonces, mejor que vengan los expertos a poder explicar estas características para que tengan la certeza de que lo que estamos es protegiendo al maíz criollo y la salud de los mexicanos. —Sí sería muy importante porque hasta ahora toda la legislación, incluso, los decretos, incluso, los convenios internacionales, hablan de organismos genéticamente modificados porque es mucho más amplia la variedad. —De acuerdo, que vengan a explicarlo. Al margen de esa explicación que deberá de dar el secretario de Agricultura al pueblo de México, científicos consultados por Contralínea explican que los maíces criollos y los maíces híbridos no son maíces genéticamente modificados, porque en su proceso de mejoramiento no se emplea la transgénesis ni se utilizan genes de otras especies: criollos e híbridos no son genéticamente modificados, son genética mejorados por técnicas tradicionales de cruzas y selección. Asimismo, señalan que en la reforma constitucional es mejor y más adecuado establecer prohibición sobre los organismos genéticamente modificados (e incluir: transgénicos, cisgénicos y los que se vayan generado por tecnologías de edición genómica, como Crisper Cas; así como otras formas de modificación genética en laboratorio). Estos científicos indican que México no necesita los maíces transgénicos ni los genéticamente modificados, porque el país es autosuficiente en producción de maíz. Y se debe aspirar a que también haya autosuficiencia en los maíces de forraje, pues hay experimentos que ordenó realizar el presidente López Obrador en los que se demostraron primeros hallazgos sobre impactos negativos en la calidad de la carne de pollos y cerdos alimentados con granos OGM, frente a ejemplares alimentados con maíces nativos. Fuente: Portal ContraLinea

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