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  • DeepSeek, la larga marcha china hacia el dominio digital

    » El Ciudadano

    Fecha: 11/02/2025 20:22

    Osvaldo Nemirovsci (*) No parece un nombre chino, pero es chino. DeepSeek o al menos la forma occidental de escribirlo, se traduce como “búsqueda profunda” y ahí si apreciamos una gramática usual del milenario país antes llamado Catay. DeepSeek es una start-up (empresa emergente) que explora la inteligencia artificial y responde a sus dueños, la empresa High-Flyer, un fondo de cobertura con sede en Hangzhou/ Zhejiang, obviamente sita en china y creada por Liang Wenfeng, un joven de 39 años apodado el alquimista de los algoritmos. Pero claro, como casi todo en China, la presencia del Partido Comunista Chino —un partido moderno, tecnológico, renovado y curioso de los avances capitalistas, que provocaría un triple infarto mortal en Trotsky en caso de poder estar hoy diez minutos en ese país— hace que se lo puede llamar «dueño» del caso. DeepSeek opera bajo una regulación muy propia de los chinos, la Ley de Inteligencia Nacional que exige a todas las empresas colaborar con cualquier necesidad «de inteligencia» del gobierno, sin poder negarse legalmente. Así es China y mal no les está yendo. Esto lo aclaro en virtud de que, en todo el mundo, incluidos los liberalismos europeos y americanos del norte, sus gobiernos pueden exigir datos a las empresas digitales/tecnológicas, pero en este caso existen vías legales para oponerse. O sea, pueden rechazar demandas estatales que consideren, ellos o la justicia, excesivas. Bueno, así está escrito en cierta legislación, pero debajo de esa letra resulta dudoso el manejo que vincula organismos de inteligencia y conducciones empresariales. DeepSeek compendia datos personales, información de perfil (nombre de usuario, correo electrónico, número de teléfono, contraseña y fecha de nacimiento). Entrada del usuario (todo lo que escribe o cargue, incluido el historial de chat, las indicaciones y la entrada de audio). Por cierto, nada que no hagan otros instrumentos digitales, salvo que por ser chinos son sospechados de espiar y usar datos para interés del gobierno de su país. Es decir, algo muy parecido a lo que hacen todas las demás herramientas tecnológicas de avanzada, con la posible diferencia que las que no son chinas venden la información o se la prestan a amigos políticos, en lugar de pasárselas solamente a los gobiernos. Se destaca que DeepSeek es una IA de código abierto, pero esto no es lo más importante. Lo que provocó pavura en el mundo de la IA es que esta humilde start-up puede generar respuestas casi humanas, resolver complejísimos problemas y hacer lo que hace por ejemplo ChapGPT, pero todo con bajísimo costo y sin acudir a cuantiosos recursos para desarrollar su modelo. Asimismo, ha demostrado que la eficiencia en las formas de entrenamiento y operación de su sistema es mucho más económica que todos los demás. Para probar hasta donde se estira la ley y el mercado, Australia ya prohibió DeepSeek en su territorio en cualquier dispositivo y sistema gubernamental, pues considera que hay riesgo de espionaje, o algo así que siempre los australianos sospechan de los chinos. Y, Corea del Sur bloqueó la utilización de DeepSeek, bajo sospecha de filtrar datos sensibles y espionaje. El caso es que en Silicón Valley donde tomaban champagne y fumaban porros, sentados en la certeza de ser los “capos de la cuadra”, de golpe “pandió el cúnico” y sobrevino un desplome de más de seiscientos mil millones de dólares en valores de mercado —tal el caso de Nvidia Corporation, una empresa de software y fabless que, como este último nombre indica produce en base a proveedores y sin bienes físico de producción propia—, que colocó contra la pared a los hasta entonces principales desarrolladores de IA, los mismos que habían convencido a Trump de invertir quinientos mil millones de dólares para impulsar modelos de inteligencia artificial. De hecho, La aparición de DeepSeek también puso en vereda a la imperante narrativa californiana, que hablaba de la necesidad de miles de empleados y miles de millones de dólares como dato imprescindible para la industria. DeepSeek demostró que con un presupuesto de poco más de cinco millones de dólares y doscientos empleados se podía crear una herramienta de IA tan poderosa como cualquiera. DeepSeek quiebra la lógica impuesta por empresas occidentales de que solamente con inversiones multimillonarias se puede desarrollar modelos avanzados de IA, que era el sentido común impuesto por Google y OpenAI. ¡Vamooo, Vamooo los chinos! cantan en las tribunas de los países tercermundistas, bricanos —por Brics, eh— y los remanentes del maoísmo heroico que a la «larga marcha» le agregan ahora un IA barata, humilde y anticolonialista. Y esto recién comienza, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual muestra en sus cuadernos de bitácora que el 70 por ciento de las patentes de IA generativa que se registraron en los últimos diez años son chinas. El gigante asiático, con magna presencia, exhibe la vulnerabilidad de emprendimientos tecnológicos de alto vuelo. Además del modelo de código abierto, que puede tener cierta importancia en equilibrar y reconfigurar las preeminencias en el universo de la tecnología, las empresas ya no dependen casi en exclusividad de enormes pools como vía al hardware especializado. Es decir, la IA puede volcar su mejor desarrollo junto con sistemas y modelos descentralizados y de costos menores con hardware de medio pelo. Sí, DeepSeek avanza, y lo hace con fuerza. Es probable que la producción y venta de chips de rendimiento superior sufra importantes mermas. El novel modelo chino de IA, salió al escenario e hizo caer acciones en Wall Street, medios especializados lo llaman “el cisne negro” de la industria, golpea las bolsas y hace dudar a inversores. Casi, casi una verdadera revolución. Claro que no la que soñaron Mao, Lin Piao, Chou En Lai y tantos abnegados dirigentes del viejo PC chino, pero que está cambiando la economía mundial, jode a las “potencias imperialistas” (viejo nomenclador setentista) y abarata; o sea, pone al alcance de muchos más consumidores una herramienta tecnológica fundamental. ¡Tomá mate! (*) Director de Propuesta para la Industrialización y Recuperación de la Cultura Audiovisual (Pirca)

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