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  • Estadísticas olvidadas: El precio de desoír los datos en la gestión pública local

    Colon » El Entre Rios

    Fecha: 11/02/2025 06:30

    "Estadísticas y Transparencia: La Herramienta Clave para la Gestión Pública en la Era Digital" ¿Por qué son tan esenciales las estadísticas en la gestión pública moderna? Desconocer las estadísticas: Un freno para el fortalecimiento republicano El desafío de la era digital: ¿Seguir ignorando la evidencia? Un llamado a la acción: La estadística como base de la transparencia y la rendición de cuentas "El fracaso del Observatorio Productivo: Cuando la política se antepone a la evidencia" Cuando las cifras reflejan vidas: Un llamado a la acción basada en la dignidad de las personas" En su reciente artículo titulado "A ciegas: La urgente necesidad de conocer para transformar", publicado en El Entre Ríos, Roque Guillermo Benedetto, CPN y abogado, nos plantea una reflexión contundente sobre la necesidad de construir unque permita a la ciudad de Concordia tomar decisiones basadas en datos reales, en lugar de operar a ciegas. Es imposible no coincidir con su diagnóstico: sin una mirada clara sobre la realidad productiva y social, el desarrollo se ve gravemente comprometido. Sin embargo, lo que pocos saben es que, justo cuando la ciudad parecía encaminada hacia la creación de una herramienta fundamental para la toma de decisiones informadas, elpor la actual gestión.¿Por qué esta decisión, tan crucial para el futuro de Concordia, fue desechada sin explicaciones claras? La respuesta, desprolija y vacía de fundamentos técnicos, ofrecida por el Secretario de la cartera responsable – Desarrollo Productivo - revela unaque resulta inaceptable en una gestión que debería estar al servicio del bien común. En lugar de avanzar hacia la creación de un Observatorio robusto y funcional, la ciudad se encuentra nuevamente, sin una base estadística sólida sobre la que construir políticas públicas productivas y transformadoras.En la siguiente nota, analizamos en detalle cómo la falta de visión y compromiso político con el Observatorio Productivo no solo es una oportunidad perdida, sino un ejemplo claro de cómo la política local sigue priorizando la conveniencia personal y el clientelismo en detrimento de las necesidades reales de los ciudadanos.En un mundo cada vez más interconectado y regido por los avances tecnológicos, lasse han convertido en una de las herramientas más poderosas para la toma de decisiones informadas en el ámbito de la gestión pública. Lejos de ser un simple conjunto de números o gráficos, las estadísticas representan el. Son los lentes a través de los cuales los gobiernos pueden ver con claridad las necesidades de sus ciudadanos, medir el impacto de sus políticas y ajustar el rumbo cuando sea necesario.La estadística es mucho más que una herramienta técnica. En el contexto gubernamental, se convierte en el. Un gobierno que ignora las estadísticas está condenado a operar a ciegas, tomando decisiones basadas en percepciones, suposiciones o intereses momentáneos, en lugar de basarse en datos reales que reflejan las condiciones de la sociedad. Lospermiten conocer de manera objetiva el, el, la, la, y una amplia gama de aspectos que afectan directamente la vida de los ciudadanos.Hoy, en tiempos de, los gobiernos tienen a su disposición herramientas poderosas que pueden analizar grandes volúmenes de datos para obtener una comprensión mucho más detallada de la realidad. Lospueden prever problemas antes de que ocurran, y lospueden identificar patrones que podrían pasar desapercibidos para un ser humano. Sin embargo, estos avances no tienen sentido si no se cuentan conque los alimenten.El mayor riesgo de laes precisamente la. Cuando los gobiernos no recogen, procesan ni publican estadísticas adecuadas, abren la puerta a la desinformación, la falta de rendición de cuentas y la toma de decisiones arbitrarias que pueden tener consecuencias graves para el desarrollo de la sociedad. Este desconocimiento de la importancia de las estadísticas no solo debilita la calidad de las decisiones políticas, sino queLase ve privada de su derecho ala gestión pública de manera efectiva. Sin estadísticas confiables, los ciudadanos no tienen acceso a la información clave que les permita evaluar cómo se están utilizando los recursos públicos, ni cómo se están implementando las políticas que afectan su bienestar. Estalimita el poder dede sus gobernantes. En lugar de un gobierno transparente y responsable, se fomenta la opacidad, quey debilita la democracia misma.En un mundo donde la tecnología está avanzando a pasos agigantados, los gobiernos que no aprovechan lascorren el riesgo de quedar atrás. Mientras otras regiones o ciudades de nuestro país adoptan tecnologías depara mejorar la eficiencia y la equidad de sus políticas, aquellos que no lo hagan se enfrentarán a desafíos aún mayores en el futuro. En lugar de tomar decisiones proactivas basadas en evidencia,, sin una comprensión adecuada de los problemas que enfrentan.Un gobierno local que no utiliza evidencias constatables así tenga laslas puede opacar por la falta de efectividad. Los recursos públicos, que siempre son limitados, deben ser dirigidos de manera estratégica hacia los sectores que realmente los necesitan, y eso solo es posible si se cuenta con información precisa y oportuna.Hoy, más que nunca, los gobiernos deben reconocer la importancia de contar con. En un mundo que avanza rápidamente hacia la digitalización y la automatización, es esencial que las administraciones públicas adopten lacomo base para su toma de decisiones. Esta no es solo una cuestión de eficiencia, sino de. Gobernar de espaldas a la realidad, sin estadísticas confiables que guíen las políticas públicas, es abdicar delde servir a la ciudadanía con responsabilidad.Los gobiernos que no se comprometen con lano solo están traicionando su deber democrático, sino que también están. El fortalecimiento republicano exige que los ciudadanos puedan acceder a lay participar activamente en la vida política. Eldebe ser visto como un pilar fundamental para una gestión pública efectiva,. No hacerlo es un grave error que pone en riesgo la integridad misma de la democracia.Es hora de que todos los niveles de gobierno, desde lo local hasta lo nacional, asuman el. En la era de la inteligencia artificial, los ciudadanos merecen, capaces de usar la información a su favor y de manera ética, para lograr un. Lao elno son solo un signo de incompetencia, sino también unA fines del 2023, al inicio mismo del actual gobierno, los autores de esta nota de opinión fuimos invitados y convocados por el secretario de Desarrollo Productivo a aportar desde nuestras formaciones y experiencias – pedido “…como contribución al futuro de nuestra querida ciudad…” (sic.) - ya que el poder ejecutivo local había decidido impulsar la creación de unpara mejorar la toma de decisiones en torno a la matriz productiva y económica de la ciudad.Un paso lógico, dados los retos en estas temáticas que enfrenta una comunidad de casi 200.000 habitantes con la dinámica de pobreza que la viene azolando desde hace muchos gobiernos. Y con fuertes notas percibidas de problemas de empleo, desconexión de los distintos agentes del ecosistema productivo.A pesar de ello, lo que comenzó como una iniciativa prometedora terminó – a los cuatro meses - siendo un ejemplo claro de cómo las decisiones políticas pueden truncar un proyecto esencial para el bienestar colectivo.El proyecto fue diseñado en cuatro etapas, comenzando con elde información clave a través de reuniones con los principales agentes del territorio: asociaciones profesionales, cámaras empresariales, sindicatos, entidades educativas, otros agentes del Estado. Esta primera fase implicó un extenso trabajo de recopilación, con 50 encuentros y una encuesta digital para reforzar la participación que todos tuvieron en los encuentros mencionados. El objetivo fue crear con metodología unSin embargo, vaciado de apoyo político, y creemos que teñido de mezquindades personales, las expectativas se vieron comprometidas casi desde el inicio.La segunda etapa contemplaba la, donde se abordarían temáticas específicas validadas por los actores involucrados. Estas mesas tenían como objetivo generar propuestas y demandas para el poder ejecutivo, aportando valiosos. Al mismo tiempo, se planteaba la necesidad de darle al Observatorio un, para asegurar que no fuera solo un proyecto de corta duración, sino unadentro de los gobiernos locales por venir.En la tercera etapa, el Observatorio debía entrar en su, con presupuesto asignado, personal incorporado y las herramientas necesarias para empezar a construir y analizar las series estadísticas que respaldarían políticas públicas basadas en datos reales. Esta etapa también contemplaba la articulación con organismos provinciales y nacionales para integrar bases de datos y enriquecer el análisis de la dinámica productiva local.Finalmente, la cuarta etapa prometía el, encaminadas a fortalecer la matriz productiva y social de la ciudad. Un paso fundamental para garantizar políticas efectivas y coherentes con las necesidades reales de la población.Sin embargo, laque privilegia lay la, no tardó en prevalecer sobre un proyecto que requería una visión a largo plazo. Uno de los pretextos más incomprensibles para la discontinuidad del proyecto – manifestado por quien ocupa la Secretaría de Desarrollo Productivo y de quien dependía el Observatorio en cuestión, fue alegar que había quejas de quedel Observatorio, como si las etapas de relevamiento y coordinación no pudieran haberse gestionado sin la intervención de personal adicional. Este argumento revela no solo unainaceptable, sino una, en la que se priorizan intereses personales y políticos sobre el bien común.Aún más preocupante es el– dicho por el mismo secretario - que impulsó la baja del proyecto. Curiosamente, quien promovió la discontinuidad del Observatorio fue mencionada por Roque Guillermo Benedetto como alguien que,, había sido promotora de “inéditos trabajos de investigación” en la materia. Su decisión de destruir una herramienta clave para la toma de decisiones basadas en datos revela un. Acompañó y también impulsó esta decisión – siempre a partir de los dichos del mismo secretario – un ex funcionario del gobierno local, que ahora – lejos de la ciudadanía - ha encontrado refugio en estructuras partidarias provinciales…Hoy, la sociedad local se encuentra en lasobre cómo se toman las decisiones que afectan la producción y la economía de su propia ciudad. La falta de unrefleja no solo una negligencia política, sino también una pérdida de oportunidad crucial para el desarrollo económico y social, una oportunidad que podría haber sido clave para el futuro de la localidad. La comunidad, que hoy ve desvanecerse una de las iniciativas más prometedoras, tiene todo el derecho de exigiren la gestión pública.Como personas comprometidas con una visión cristiana del ser humano, somos conscientes de que la estadística es una herramienta valiosa para el diseño de políticas públicas y la gestión moderna de los gobiernos. Sin embargo, reconocemos también que la realidad humana es mucho más que lo que una simulación matemática puede reflejar. Los números, aunque necesarios para medir y evaluar, nunca deben deshumanizar a las personas que representan. Detrás de cada cifra, hay una historia, una existencia única, llena de desafíos y luchas. En nuestras ciudades viven ciudadanos, hermanos nuestros, que enfrentan dramas existenciales relacionados con injusticias, marginación, negación de derechos, privaciones, exclusión, y una profunda pérdida de identidad y dignidad como personas. Esta es una realidad que no se debe perder de vista, especialmente cuando se toman decisiones que afectan la vida de los más vulnerables.En este sentido, la Doctrina Social de la Iglesia nos recuerda que "El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona…” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 132). De acuerdo con este principio, es crucial que las estadísticas sean utilizadas no solo para medir la eficiencia de las políticas, sino para servir al bienestar integral de cada ser humano, especialmente de los más desfavorecidos. El uso de las herramientas estadísticas no debe ser un ejercicio frío y despersonalizado, sino un medio para reconocer la dignidad de cada individuo, luchando contra la indiferencia y evitando la instrumentalización de la pobreza de nuestros hermanos. No usar estas herramientas, o hacerlo de manera inadecuada, profundiza el drama de aquellos que ya sufren ante la indiferencia de quienes deciden en su nombre. Así, el compromiso con la justicia social y la dignidad humana requiere que las decisiones políticas estén fundamentadas en una visión integral del ser humano, que reconozca y respete la vida, la libertad y la dignidad de cada persona, más allá de los números.Es hora de que los ciudadanos no claudiquemos en nuestra responsabilidad de exigir un gobierno que no solo gobierne con transparencia, sino que también rinda cuentas de manera clara y accesible. La gestión pública debe ser un reflejo de los intereses del pueblo, y no podemos permitir que la indiferencia o la falta de herramientas de control nos alejen de un futuro más justo y equitativo. Las estadísticas son una de las herramientas más poderosas para hacer cumplir este compromiso. No podemos permitir que se sigan ignorando los datos, porque en ellos reside la clave para una verdadera democracia. Exijamos juntos un gobierno que no tema a la transparencia y que, ante todo, se haga responsable de sus decisiones.

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