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Parana » Ahora
Fecha: 11/02/2025 03:20
* Médula: centro, lugar de articulación, interioridad. Al no referir, las palabras se vuelven centrales: en vez de salir hacia la linealidad de la expresión, atraen hacia sí a las otras palabras; son, en el interior de la escritura, lugar de articulación, escribe Tamara kamenszain en El texto silencioso, un libro que reúne ensayos sobre poesía y tradición. Sobre lo medular y ese poder de las palabras para atrapar a otras hace referencia a Oliverio Girondo, a sus poemas de En la masmédula. * Leía a Girondo de joven alucinada por la música, el juego centrífugo de los sonidos. Quizás así vi también en el lavadero de mi casa de la infancia un centrifugador kohinoor que mi madre encendía de noche y que bajaba solo como un perro a tomar agua de la costa. El perro, el robot, el charco de agua con jabón, la espuma extinguiéndose en la noche pura luna. * La casa tenía un centro: mi madre, estoy segura. * Yo quería la fuerza, los músculos de mi hermano que se colgaba como Tarzán, no quería la violencia del hermano gordo que pegaba a nenas y dormía con lanzas por cagón, quería la energía magra de mi hermana, la alegría de los picaflores, el ensañamiento de las chicharras. Era lerda, lerda en los movimientos, la cabeza iba más rápido que yo. * Las lenguas al galope. La llama, que simbolizaba la presencia de Cristo, encendida cada día y noche. El reloj inmenso de la cúpula quieto. El tiempo pasaba por las cosas dichas. Todo lo otro se mantenía igual: la misma casa, la misma mujer en la puerta con el mismo batón, la plaza igual, el hombre que barre las calles con la joroba hacia el cielo. El polvo apenas se levantaba cuando aceleraba un camión, después demoraba en volver a posarse sobre las piedras. * Hablaba para adentro por vergüenza a que descubran mis historias. * En La teoría de la bolsa de ficción Úrsula K. Le Guin escribe que el primer dispositivo cultural fue el recipiente, sin embargo, los primeros relatos ya se cuentan en las cuevas y tienen mamut atravesados por lanzas. Así, aprendimos que el relato solo tenía héroes que salían y cazaban, que mataban y luchaban con bestias, que tenían violencia como Caín y Abel. Las mujeres quedamos fuera de la voz porque juntábamos semillas, con el bebé en la espalda envuelto en telas. Entonces se revela ante esta tradición que nos ocupó la historia y que nos expulsó, dice yo ahora soy una vieja que voy con mi bolso haciendo lugar y peleando contra los empujones y robos, pero eso nunca la pondría como heroína. * ¿Qué traemos en nuestras bolsas? ¿Qué ocupan nuestros recipientes? * Mientras mamá lavaba la ropa, mi casa se convertía en un bullicio. Conocía el mundo por las narraciones que escuchaba, las recetas que se adaptaban a los tiempos porque los sembrados cambiaban, porque en las regiones que las traían había otras cosas, las voces ocultas, las historias que no formaban parte de lo estruendoso, de lo que entraba en el cánon, siempre se estuvo contando pero con un valor afectivo, sensible, humano. * Sin flechas, sin lanzas, con cucharas, ollas, jabón de pan blanco, palo de amasar de mármol, olla a presión, broches de ropa, cepillo, plancha, redes con cebollas, cajones con cuencos, estantes con pimienta, ajíes, cúrcuma, con los gestos, sal detrás del hombro, vino en la frente, la cruz, una bendición entre las maldiciones: el conjuro de la palabra llegó con mis mujeres. * ¿Qué pasa si a un héroe, a un matón, a un violador, a un incendiario se lo mete en una bolsa? Se lo confunde con un conejo o con una papa. *
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