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  • Desde la tribuna: tiempo de carnaval, porque el carnaval es el pueblo y el pueblo es hincha de Central

    » El Ciudadano

    Fecha: 09/02/2025 20:53

    Por David Ferrara, fotos de Juan José García Una catarata riega el infierno de Arroyito y se canta y salta bajo el agua bendita que sólo es un poco más de combustible, de energía que se retroalimenta en el festejo, en la alegría, en la esperanza. La gente da y el equipo devuelve. Y nunca más en contexto se desata el carnaval, porque el carnaval es el pueblo y el pueblo es hincha de Central. El Gigante de Arroyito vivió otro sábado impresionante, de reafirmación de sus ilusiones, y sobre todo, de palpitar lo que se viene, porque el antes, el durante y el después estuvo marcado por dos cosas: el agobiante calor y la proximidad del clásico. Es que el partido tuvo sus vaivenes anímicos, pero no hubo tiempo de dudas ni de recreos en el extenso cancionero, con la mirada puesta en lo que pasará el domingo, en la dedicatoria al enemigo deportivo y un sinfín de reflexiones agudas y deseos para el acérrimo rival, que son imposibles de reproducir porque, claro está, la cancha se sostiene como el único ámbito en el que las licencias poéticas permiten a todos, sin distinciones, entonar sin miedos improperios, expresiones patriarcales y toda la gama de recursos creativos en pos de denostar, discriminar y agredir al otro equipo de la ciudad sin que nadie se ofenda. Bendito sea el folclore entonces si sólo ahí permanece. No llegó a impacientarse en hincha, porque Central generó chances, llegaron goles anulados, goles errados (un joven de piel asoleada le explicó en buenos términos a un muchacho algo más robusto y ataviado con un piluso azul que los goles no se gritan antes), penales anulados y demás yerbas; pero el penal de Malcorra trajo la alegría (el del Piluso fue avisado y seguido de cerca en esa instancia). El entretiempo tuvo pico emotivo en el agua de los bomberos que bañó la tribuna mientras la pantalla gigante del Gigante mostraba al Matador Kempes recontra retirado a los 41 meterle el gol de Newell’s en aquel “amistoso” de verano del que se cumplieron 30 años. Y el Matador de fondo que sirvió para volver a entonar la alegría y la dedicatoria. Esos cinco o seis minutos de dudas del segundo tiempo se desarticularon cuando Malcorra, Campaz y Giaccone desplegaron su show para liquidar a Atlético Tucumán y el partido pasó a segundo plano, fue todo de la gente, para aplaudir, para alentar, y para dejar muy claro en todas las voces y en todos los oídos que como siempre el domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar.

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