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Concordia » Diario Junio
Fecha: 08/02/2025 00:11
En la reciente convención de Davos, que no es más que la reunión de los empresarios más ricos del mundo tratando de conciliar opiniones sobre cómo seguir explotando al mundo subdesarrollado, nuestro presidente se despachó con un discurso reaccionario, injurioso, racista y homofóbico, que estaba tan fuera de lugar que Larry Fink, el CEO principal de BlackRock, el principal fondo de inversión del mundo, se levantó con una mezcla de estupefacción e indignación por lo que estaba escuchando. Este personaje, o sea, nuestro presidente, a simple vista en esa reunión, actuaba como si fuese un sketch del famoso humorista británico Benny Hill, donde este, detrás de un atril, exagera la interpretación de un estadista ficticio al momento de tomar la palabra en medio de un brote alucinatorio. Pero no, era nuestro presidente, anunciándole al mundo desde el Foro de Davos su disparatada epopeya contra lo que él llama la ideología «woke», o sea, una degeneración de la cultura contemporánea que, según su parecer, sacraliza a las personas trans (que violan en las cárceles a los presos), a las parejas gay (que incurren en violaciones pedófilas con sus hijos adoptivos), a los migrantes (que cometen todo tipo de acciones horrorosas contra la gente «de bien») y a las mujeres (que, con la excusa del feminismo, pretenden obtener privilegios sobre los hombres). En fin, una cosmovisión proveniente de una afiebrada mente con complejos sexuales no resueltos. A tanto llega su alucinación que, durante la madrugada anterior a su ponencia en Davos, Suiza, refiriéndose a la polémica por el saludo nazi de Elon Musk, el sudafricano supremacista blanco, posteó en su cuenta de X: «Zurdos hijos de puta, tiemblen que los iré a buscar hasta el último rincón del planeta». Fíjense que este exabrupto es más ridículo que injurioso. Hay quienes afirman que la lógica fascista del mandatario es, en rigor, su segundo problema, ya que es aún más notable su inestabilidad emocional. Sus colaboradores o adláteres son conscientes de lo que generan los dichos de su jefe. Pero, ya sea por cobardía política o por miedo a perder sus puestos, lo aplauden como focas. Pero algunos van más lejos todavía. El jefe de Gabinete y «traductor» de los dichos de Milei tomó a su cargo el intento de traducir al sentido común los exabruptos del presidente y «tradujo»: «Lo que está diciendo es que a los zurdos hijos de puta los va a buscar… para debatir». Pero a mí no me asombra lo de Franco, porque es un tipo de mil rostros políticos: fue funcionario de la dictadura, de los radicales de la Alianza, o sea, cualquier ómnibus lo deja bien siempre que tenga un destino político del cual poder vivir. Ah, es útil recordar que su padre fue uno de los pilotos de la Marina que bombardeó Plaza de Mayo en 1955, incluyendo un ómnibus con 35 escolares. No podía faltar a esta saga vergonzosa la ministra de Inseguridad, cuya especialidad es apalear a los jubilados en sus marchas. Cuando desde Disney proclamó: «Se acabó la era de los débiles, empieza la era de los valientes», palabras de una montonera fracasada que desea rendir la tesis de «valiente» apaleando a los docentes y a los investigadores de ciencia y tecnología del Conicet. Hay que reconocer la influencia de dos personajes en los discursos de Milei: ellos son Agustín Laje y Nicolás Márquez. Este último, un católico integrista y crítico acérrimo de la interrupción del embarazo, no solo fue denunciado por golpear a su exesposa para que abortara, sino que, además, exhibe un procesamiento por el abuso de su hija, iniciado en 2008 cuando ella tenía solo 4 (cuatro) años, en una circunstancia en la que él no pudo demostrar la ajenidad del hecho, al que consideró en su declaración que se trató simplemente «como un juego». Ahora su sobreseimiento está apelado por la propia víctima, que ya es mayor de edad. Pero, por si fuera poco, faltaba la irrupción de un oscuro personaje ligado a Concordia: el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, que no demoró en anunciar que el gobierno tiene la firme decisión de enviar al Congreso un proyecto que busca eliminar el agravante por femicidio del Código Penal en defensa de la igualdad ante la ley. Y hasta se permitió agregar su propio eslogan: «No es Ni Una Menos, es Nadie es Menos» (?). Si hasta pareciera que el dios Eros los acobija en su seno. «Levantar la moral gobernante en decadencia es el principio de una lucha que antecede a las luchas políticas e ideológicas».
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