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» Diario Cordoba
Fecha: 07/02/2025 06:21
Un robo estúpido, una pelea y una puñalada mortal, ésta muy real, han truncado la vida de un chaval de 16 años y tiene encausados a otros dos de la misma edad, acusados de ser, presuntamente, el autor material de los hechos y el cooperador necesario. No creo que haya padre o madre en Córdoba, con hijos de esa edad, que haya podido dormir tranquilo desde que se conoció el homicidio del joven Álex Ortega, el menor al que la vida le fue arrebatada. Nuestras peores pesadillas, nuestros más profundos temores, en acción. El asunto podría ser trivial, casi ordinario, para quienes tenemos hijos adolescentes o jóvenes. Fin de semana, quedada para un cumpleaños, primeros escarceos nocturnos. Las libertades recién adquiridas en ejercicio, la transformación de los niños en adultos. El Arenal como punto alejado de las miradas de la Policía Local ahora que la noche ya no se somete a los controles sociales de bares, porteros, camareros y agentes de policía. Los detalles son pertinentes para la investigación pero, al cabo, son ya inútiles para la víctima, su familia, sus amistades. Les aportarán el compromiso de la verdad, como mucho. El presunto autor de los hechos llevaba un arma blanca, que no dudó en usar para defender el botín de media botella de licor barato. Una herida en un mal lugar, el abdomen, que solamente tiene lógica desde la violencia gratuita y extrema. Desde la arrebatada inconsciencia de quien sabe, porque ya debe de saberlo, que se ha jodido la vida pese a ser el que sigue respirando de la noche del cumpleaños. ¿Qué se le dice, cómo se consuela, a la familia de un chaval asesinado por un resto de cubata de ron? ¿Cómo se eligen las palabras sanadoras para quien se removía en su asiento porque el niño llegaba tarde porque había quedado con sus amigos a una fiesta? ¿Quién es capaz de enjugar esas lágrimas? ¿Cómo explicarle a muchos otros chicos de 16 años que salir a la calle con armas, dispuesto a partirle la crisma al mundo, es una manera bien sencilla de tirar tu vida y la de otros al vertedero? Y que la vida, al cabo, no es la letra de una canción de malotes ni un videojuego porque siempre habrá quien mata y muere. Incluso en circunstancias tan dramáticas, injustas y absurdas como la que llevaron a víctima y a agresor a mirarse cara a cara durante un instante. *Periodista Suscríbete para seguir leyendo
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