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  • Extraño: separan de la investigación por el crimen de Andrés «Pillín» Bracamonte al fiscal Alejandro Ferlazzo

    » El Ciudadano

    Fecha: 07/02/2025 04:00

    Andrés «Pillín» Bracamonte, el mandamás de la barra de Rosario, Central encendió las alarmas poco antes de su asesinato. El capo del paravalanchas había sufrido un ataque previo tras un clásico en agosto pasado cuando estaba en el parque Alem. Pero este hecho fue sólo uno más de los que sufrió en su larga capitanía, un cuarto de siglo, al frente de la barra brava llamada Los Guerreros. En los últimos tiempos había dado señales de alerta a sus allegados: dijo que era factible un ataque fatal y señaló a posibles agresores, incluso al hablar con un periodista. Evidentemente el hombre sabía que había movimientos en la estructura de la que era parte y posiblemente estaba en la mira. A principios de noviembre, fue emboscado y asesinado en lo que fue su territorio, a pocas cuadras del Gigante de Arroyito, junto a uno de sus laderos, Daniel «Rana» Attardo, en un caso intrincado y oscuro que tiene pocos avances, al menos con medidas de conocimiento público. Un ataque previo La balacera que sufrió junto a su pareja en el parque Alem tras un clásico que se jugó con Newell´s en agosto pasado se sumó a la lista interminable de ataques que había recibido durante su extenso liderazgo del paravalanchas azul y amarillo, pero evidentemente este ataque -junto con el robo de su camioneta- marcó el principio del fin, al menos públicamente. Pillín tenía prohibición de ingreso a la cancha, pero estaba presente en las adyacencias cuando Rosario Central jugaba de local. El 9 de noviembre, circulaba entre la gente que se retiraba del Gigante tras el encuentro con San Lorenzo en una camioneta conducida por Daniel «Rana» Attardo por calle Avellaneda. A la altura de calle Reconquista los emboscaron y le dispararon. Pillín quedó sentado en el lugar del acompañante, herido de muerte, y Attardo logró salir y terminó agonizante en el piso. Lo llamativo fue que, sabiendo la situación estaba sin resguardo en el lugar, la luz estaba cortada en esas cuadras y tras el doble crimen no hubo un procedimiento inmediato en el lugar. Ambos heridos fueron trasladados en forma particular al hospital y no hubo información de la mecánica del ataque, la cantidad de agresores ni cómo se retiraron del lugar. No hubo velatorio y sí se produjo mucha información cruzada respecto del derrotero de su cuerpo tras la autopsia, hasta que se supo que sus restos habían sido derivados a un cementerio privado en un poco habitual procedimiento policial. Luego se cerró el Caribe canalla y todas las miradas estuvieron en el primer partido a disputarse en el Gigante de Arroyito con todas las tribunas habilitadas tras el crimen de Pillín. Previo a la disputa futbolística, se vio humo negro en los parrilleros contiguos a la cancha. Luego se supo que hubo una especie de ceremonia de asunción de una nueva conducción de la barra. Lo que tuvo su correlato durante el partido donde apareció un trapo desplegado por algunos minutos en la tribuna con la leyenda: “La ciudad está en orden”. Investigación penal La investigación penal quedó a cargo del fiscal Alejandro Ferlazzo, entonces de turno. El interventor de la fiscalía de Rosario, Matías Merlo, dispuso que se forme un equipo de trabajo con los fiscales Georgina Pairola y Luis Schiappa Pietra. En la causa hubo algunos imputados, aunque no por el crimen sino por encubrimiento. Entre ellos Leopoldo «Pitito» Martínez, hombre de Los Monos en la barra y virtual secretario de Finanzas de la pesada canalla. Fue quien según la acusación estaba parado al costado de la camioenta hablando con Bracamonte cuando irrumpió el sicario a balazo limpio. Llevó luego a Pillin al hospital. También imputaron a la hija del también asesinado barra Cara de Goma, Leila Navarro, y un primo de Pitito. Todos bajo la mira por hacer desaparecer elementos de las víctimas fatales de la escena del crimen. Ahora se conoció que el fiscal interventor de la Circunscripción 2a separó al fiscal natural del caso. Ferlazzo ya no está a cargo de la investigación que quedó en manos de los fiscales Pairola y Schiappa Pietra, integrantes del Equipo Fiscal Transitorio en Violencias Altamente Lesivas. El fundamento de la decisión, según se refirió oficiosamente, está vinculado con una redistribución de tareas. Un medida inusual para la actual gestión local del MPA, acostumbrado a las irregularidades y disputas intestinas durante las gestiones anteriores, en un caso que está signado por el oscurantismo desde el minuto cero.

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