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  • Niños amamantados en el monumento más importante de Córdoba: una curiosa historia de la ciudad

    » Diario Cordoba

    Fecha: 07/02/2025 06:51

    Sitúense. Calle Torrijos, muro oeste de la Mezquita-Catedral. A escasos metros de la parte norte del monumento más visitado de Córdoba, frente al único hotel de aquella calle, aparece una puerta visiblemente más estrecha que las demás. Es evidente a simple vista que no es uno de los accesos más importantes en la historia del templo, aunque sí debió serlo para las madres que encontraron allí el amparo de la caridad. Eran madres, pero no podían amamantar. Por este motivo, acudían al que hoy es uno de los lugares más visitados de España para que los lactantes fueran alimentados por las amas de cría que, predispuestas y pagadas por el obispo, satisfacían la necesidad de los desnutridos hijos. Esta historia, que se esconde tras uno de los rincones de la Mezquita-Catedral, ha llegado hasta nuestros días gracias a la tradición popular. Pero no es la única en referencia al conocido como Postigo de la Leche. Junto a la casa cuna La puerta en sí pasa desapercibida entre todas las bondades del complejo religioso, y eso que los turistas se arremolinan alrededor de ella a diario. En la actualidad, apenas se conserva la estructura que mandó a construir Hernán Ruiz I, el Viejo, a principios del siglo XVI. El vano adintelado está coronado por un florón y rodeado por un arco. Sobre una cornisa, un segundo arco, de medio punto, y más ancho que la propia puerta, remata la entrada. El Postigo de la Leche, en el muro oeste de la Mezquita-Catedral. / Ramón Azañón En aquella época en la que se construyó el pórtico, una parte de los cordobeses no gozaba de una buena situación económica. Quizás eso influyera en la desesperada medida de las madres cordobesas que llevaban a sus retoños al templo y aguardaban a ser atendidas al calor del muro de la leche. De hecho, es imposible no vincular aquel rincón con la cercana casa de expósitos (también conocida como casa cuna), en el edificio del actual Palacio de Congresos, donde eran acogidos los niños abandonados, de familias pobres o fruto de relaciones prohibidas. Se cuenta, también, que junto al postigo eran dejados a la espera de ser atendidos por el Cabildo. "La leche que mamaste" Pero, ¿y si el nombre de Postigo de la Leche naciera de una expresión desesperada? Menos creíble parece, al menos para Teodomiro Ramírez de Arellano, autor de Paseos por Córdoba, la teoría que relaciona este sobrenombre con un episodio bélico entre moros y cristianos. Entre 1367 y 1368, con Córdoba sitiada por Pedro I El Cruel y Mohamed V, en plena guerra civil contra Enrique II, el noble Alonso Fernández de Córdoba, señor de Montemayor, se dirigía a encabezar la defensa del Alcázar Viejo, asaltado por las tropas del general Abenfulos, cuando salió a su paso su madre. Escrito que anuncia el Postigo de la Leche. / Ramón Azañón Aldonza López de Haro había oído rumores de que pretendían entregar la ciudad a Pedro I. En la calle Torrijos, junto al muro donde se sitúa el Postigo de la Leche, se dirigió a su hijo, que cabalgaba hacia el barrio fortificado, y le pidió explicaciones. "Por la leche que mamaste de mis pechos, que no entregues la ciudad", dijo Aldonza, defendiendo que en la familia López de Haro no había traidores. Alonso siguió su camino y se puso al frente de los defensores de la ciudad, dejando tras de sí la frase de su madre que, popularmente, también se ha vinculado con el origen del sobrenombre de aquel acceso a la Mezquita-Catedral.

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