05/02/2025 06:55
05/02/2025 06:53
05/02/2025 06:53
05/02/2025 06:50
05/02/2025 06:50
05/02/2025 06:50
05/02/2025 06:50
05/02/2025 06:50
05/02/2025 06:50
05/02/2025 06:50
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/02/2025 04:43
La Edad Media, ¿fue realmente un periodo histórico tan atrasado y obtuso? -¿Vio usted la capa de barro que tenía su vestido? Tan medieval…-, opinaba con un gesto despectivo Caroline Bingley sobre el atuendo de Elizabeth Bennet, quien había caminado por la campiña para ver a su hermana. Este pasaje de Orgullo y prejuicio, conocida novela inglesa de Jane Austen publicada en 1813, revela cómo aun en esos tiempos existían ideas tan negativas sobre el Medioevo. Época oscura, sucia, dominada por el pensamiento “anticientífico” de la Iglesia, por reyes déspotas, por guerras y violencia, por una fe ciega de iletrados e “incultos”. De hecho, no es casual que en las últimas semanas, con la intención de evidenciar ciertas situaciones injustas en nuestro país, se haya recurrido con insistencia a expresiones tales como: “estamos en la Edad Media” o “retrocedemos al Medioevo”. Parece que para referir a una regresión política, social o cultural la alusión a lo medieval siempre viene bien. El punto es: ¿de dónde viene este falso mito y cómo se propagó hasta nuestra actualidad? La Edad Media, ¿fue realmente un periodo histórico tan atrasado y obtuso? La Edad Media ha quedado marcada, para un cierto consenso histórico, como un tiempo oscuro y estanco Las raíces del prejuicio Ya hablar de “Edad Media” es polémico. Una edad ¿en “medio” de qué? Pues de dos etapas históricas que Occidente consideró esplendorosas: la Antigüedad greco-latina y el Renacimiento. La frase “somos enanos parados a hombros de gigantes” atribuida al erudito Bernardo de Chartres de inicios del siglo XII, no pretendía decir que las gentes medievales eran inferiores a los antiguos, sino que podían ver más allá sustentándose en su bagaje cultural. Pero fue el humanista italiano Francesco Petrarca quien plantó la semilla de la discordia con su poema de 1338 sobre Escipión el Africano titulado África: “…Una vez que la oscuridad se haya acabado, quizás nuestros descendientes pueden retornar al brillo puro y prístino”. Lo que estaba poniendo en tela de juicio Petrarca era que en los círculos eruditos del siglo XIV había cada vez un menor uso del griego y una degradación del latín original. Contra este fenómeno es que los umanisti (humanistas) buscaron actuar para volver a las letras clásicas como disciplinas con peso propio durante el Renacimiento. "Marranos. El Seder secreto en España durante la Inquisición" (1893), de Moses Maimon Estas críticas coetáneas sobre una determinada área del saber fueron tergiversadas en el siglo XIX para justificar la idea de progreso y el avance imperialista en Europa. ¿Qué mejor que asirse de la bandera del Renacimiento como época dorada moderna en detrimento de la oscura y bárbara Edad Media? A la tradición instalada por el movimiento ilustrado del siglo XVIII (el “siglo de las luces”) basada en contraponer luz y razón al oscurantismo de épocas anteriores, filósofos de la talla de Hegel referirán a la “terrible noche de la Edad Media”. En Francia, Jules Michelet (1798-1874) exponía que la Modernidad había redescubierto al hombre, a la ciencia y a la razón, en contrapartida a la absurda religiosidad y a las supersticiones medievales. Ahora bien, fue el historiador suizo Jacob Burckhardt (1818-1897) fue quien ancló el falso mito con su libro La civilización del Renacimiento en Italia de 1860. Allí, ensalzó al Renacimiento como etapa histórica de quiebre en Occidente, a partir de la cual el hombre se posiciona como individuo erudito, políglota, con un incesante afán de fe en el progreso científico; ideas que tienen más que ver con la mentalidad positivista de su tiempo que con la del siglo XV. La Edad Media quedó entonces marcada como un tiempo oscuro y estanco. La quema de libros en la conocida “Hoguera de las Vanidades” impulsada por Savonarola en la Florencia de Sandro Botticelli o los sostenidos juicios por brujería llevados a cabo por la Inquisición en Europa y América hasta avanzado el siglo XVIII parecen no entrar en la órbita complaciente de Burckhardt. “En tiempos de peligro” (1897), óleo de Edmund Blair Leighton que transmite la construcción negativa sobre la Edad Media: los tonos oscuros y grises sostienen la idea de tiempos convulsos Si bien el movimiento romántico, en su ímpetu de retornar a las raíces culturales nacionales estableció una tendencia idealizada y nostálgica sobre la Edad Media como una época de espiritualidad sin igual, de caballeros y damiselas, del amor cortés y de gárgolas expectantes en las alturas, la visión negativa fusionada con algunos de estos imaginarios es la que perduró y que es posible rastrear en el cine ambientado en el mundo medieval. Un periodo que da orgullo Más que pensar en términos de blanco o negro, sería más atinado entender los periodos históricos no como compartimentos estancos, sino como devenires de fluidas transformaciones y permanencias. Nadie niega que en el Medioevo hubo violencia y guerras, ni que ciertos saberes estaban reservados para unos pocos, pero estos aspectos los encontramos también en los siglos sucesivos. Lo importante es reflexionar sobre el hecho de que muchas ideas que hoy tenemos sobre el Medioevo son más una creación historiográfica que una realidad. Milla Jovovich en "Juana de Arco" (1999), de Luc Besson: el clima apagado y gris, así como el vestido sucio, desgarrado y los cabellos cortados de la joven buscan remarcar el oscurantismo y la violencia medieval Lejos de ser oscura, la Edad Media fue una época llena de cambios. En el siglo IX, los monjes que copiaban manuscritos para el rey Carlomagno inventaron la minúscula: una letra más redonda, fluida y fácil para escribir de seguido. Además, debemos a la Edad Media la creación de las universidades como casas de estudios superiores. La más antigua es la Universidad de Bologna (Italia) de 1088; las inglesas de Oxford de 1096 y Cambridge de 1209; la Universidad de Salamanca (España) de 1218, y la prestigiosa Sorbona de Paris (Francia) de 1257. Estos ámbitos de debate escolástico hicieron que los libros pasaran a ser producidos de monasterios a talleres seculares, y que en estos se dejaran más espacios para las glosas: comentarios sobre el texto que el lector hacía en los márgenes, como hoy lo hacemos cuando estudiamos. Allí, entre los siglos XII y XIII se empezaron a traducir más las obras naturalistas de Aristóteles del griego al árabe y al latín. Si bien todo partía de Dios, los fenómenos naturales comenzaron a ser vistos de manera más causal, a partir de la experiencia y de la observación: desde el funcionamiento del ojo humano, hasta los animales o la formación del arcoíris. Vitrales de la Sainte-Chapelle de Paris, pequeña iglesia del gótico radiante finalizada en 1248. El color expresado a través de la inmaterialidad de la luz era considerado una manifestación de lo divino Nuestra noción de gremio también es una invención medieval. Los talladores, los picapedreros, los carpinteros, los pintores, los herreros… Todos formaban corporaciones para garantizar el buen desarrollo de sus oficios, el cumplimiento de sus derechos, la asistencia a viudas, la contribución en las festividades dedicadas a sus santos patronos. Importaba el trabajo colectivo y anónimo. La imagen de la catedral medieval de piedra gris que se nos viene a la mente es parte del mito erróneo sostenido en parte por las restauraciones que se hicieron en muchos edificios en el siglo XIX. Los muros y las figuras talladas en sus pórticos estaban pintados de estridentes colores. El templo medieval era puro color, reforzado en el gótico por la estética de los vitrales policromados. Siguiendo entonces con la metáfora de Jane Austen, quizás podemos hallar en este época más orgullo que prejuicios. * Profesora y doctora en Historia del Arte. [Fotos: Imagen Ilustrativa Infobae; Wikimedia Commons; Nadia Mariana Consiglieri]
Ver noticia original