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Colon » El Entre Rios
Fecha: 03/02/2025 13:31
Atención Esta imágen puede herir su sensibilidad Ver foto Compartir imágen Los miembros de la Junta Abya yala por los Pueblos Libres celebramos hoy la milenaria hermandad chileno argentina, y pedimos perdón a todos los pueblos del continente por la actitud de un ciudadano argentino afincado en Chile que esta semana maltrató, con el diccionario completo de la xenofobia, a trabajadores de un comercio en Isla de Maipo.Nos cuesta superar la consternación y el desasosiego que sufrimos frente a la altanería de este sujeto, fruto de la ignorancia y de una educación racista que, con el paso de las décadas, no logra revertir un molde que nos avergüenza. Pero acudimos a nuestras culturas ancestrales, nuestras artes, nuestra historia común, nuestras luchas, para fortalecer esa costura eterna de la hermandad expresada en la misma cordillera, sostenida en el mismo cóndor.Perdón, chilenos y chilenas; perdón, mapuches; perdón, wallmapu; perdón, Venezuela, Haití, el Caribe; perdón, Abya yala. Como ha sido público, este argentino se acercó a un trabajador chileno y le gritó a la cara “negrito”, “tonto”, “tarado”, “mogólico”, “mapuche”, con la intención de descalificarlo. “¡Y vos, mapuche, negrito, hijo de puta, te odio con todo mi ser!.. Pero escuchá, escuchá lo que te dice un argentino, escuchá negrito tonto que parecés haitiano”, le gruñó poniéndose el dedo índice en la sien. Luego trató de “chatarra” a los venezolanos, haitianos, caribeños, y ya no vale la pena agregar más de sus dichos, para deshonra de los argentinos, porque el sujeto desencajado usaba los queridos gentilicios de los pueblos hermanos del Abya yala de modo ofensivo, ante personas que lo escuchaban con mesura y contención.Somos orgullosamente argentinos, orgullosos vecinos de Bruno Alarcón, el paisano de Gualeguay que cruzó la cordillera y fue tambor mayor en la batalla de Maipú, para nuestra honra. Hoy sabemos que hemos caído en desgracia: mal que nos pese, este ciudadano oprobioso de Isla de Maipo es argentino, es uno de nosotros y mal haríamos en tratarlo como ajeno. Somos nosotros quienes debemos reflexionar hondamente sobre el virus que nos corroe, y tratar nuestra enfermedad.Poco importa el motivo de la discusión que dio origen a la embestida racista. Sí importa que, en ese estado de emoción violenta, el sujeto soltó sus filtros y echó mano a un arsenal de prejuicios. No firmaríamos esta carta, que nos sale del corazón, si se tratara de un hecho aislado: lo que este sujeto reveló es una patología social que el estado argentino mismo creó y se ha encargado de reproducir y contagiar por siglos en el país, mediante diversas instituciones y por muchos medios, incluso en las aulas y en la boca de los presidentes, como el actual, experto en maltratar y descalificar.Y es que el colonialismo racista argentino ataca por varios flancos. No pocos roquistas, mitristas, sarmientistas, rosistas, religiosos, anticlericales, conservadores, progresistas, encontramos siempre un atajo para excusar a los compartidarios, y así transmitir el supremacismo edulcorado a las siguientes generaciones.Desde la JAPL saludamos en especial a todas las familias costeras del río Maipo que nace en la cordillera compartida y da sus aguas al mar; saludamos su historia milenaria, sus poesías, sus esfuerzos, sus bellos paisajes. Maipo, del mapudungun “trabajar la tierra”, hermoso nombre con raíz en el Abya yala. Imaginen por favor nuestra pesadumbre, al constatar que un argentino pretenda ofender a un hermano gritándole “mapuche” en un lugar llamado Isla de Maipo, en un lugar llamado Lonquén. Gritándole “negrito” a un ciudadano chileno allí, en ese altar de la Independencia, donde los negros entregaron su vida por la libertad de los dos países. Provocando la discordia allí donde San Martín y O’Higgins se abrazaron. Es difícil hallar palabras para definir el grado de ignorancia y engreimiento que padece este sujeto y se repite en tantos por aquí hasta el absurdo. Qué pena. Y qué pena usar la palabra “haitiano” como un agravio, cuando es la voz que más expresa en todo el planeta Tierra las convicciones y luchas por la emancipación y contra la esclavitud. En el Abya yala todos somos haitianos, todos somos hijos de Toussaint, de Dessalines, de Petion, y más cuando la historia colonial los invisibiliza.No tenemos dudas del orgullo de los pueblos de Lonquén, Naltagua, Islita, El Monte, Isla de Maipo y tantos vecinos por su historia, los mismos que vieron caminar por sus calles a un niñito llamado Víctor Jara y a sus hermanitos, de la mano de su madre Amanda, como recuerda el historiador Hernán Bustos Valdivia. Canta Víctor Jara: “Te recuerdo, Amanda, la calle mojada, corriendo a la fábrica donde trabajaba Manuel. La sonrisa ancha, la lluvia en el pelo, no importaba nada, ibas a encontrarte con él… Son cinco minutos, la vida es eterna en cinco minutos”… Poesía y composición que trascienden las fronteras y que sabemos propias.Sabemos también de los campesinos herederos de la reforma agraria que terminaron sus vidas en los hornos de cal de Lonquén, víctimas de la dictadura. “Cuando el sol se inclinaba, lo encontré, en un rancho sombrío de Lonquén”, canta también Víctor Jara en homenaje a un paisano de esa misma zona, hoy bajo asombro ante la insolencia de un argentino.Biodiversidad, paisajes idílicos, saberes, artes, historia, luchas, lenguas ancestrales, pueblos milenarios: todo compartimos, chilenos y argentinos. Incluso padecimos y padecemos por igual despotismos políticos, económicos, epistémicos.Kume felen, decimos de un lado de la cordillera. Kume felen, repetimos del otro lado. Los estados-nación uniformadores y coloniales han tratado de distorsionar nuestra historia común para ocultar su raíz violenta, pero aquí estamos, para dar fe de esa unidad por encima de fronteras, intereses, modas y caprichos.Si nos bañamos en esta cosmovisión ancestral del equilibrio que se pronuncia kume felen jamás maltrataremos al hermano y a nadie. Mamihlapinatapai, aprendimos también del yagán. ¿Chileno o argentino? ¡Qué tontería! Esta bella palabra expresa desde lo más hondo de nuestro territorio común la necesaria mirada atenta, recíproca, de chilenos y argentinos, en espera de un futuro de unidad deseada, como indecisos, cuando una bella argentina llamada Mercedes Sosa lleva al mundo la voz de una bella chilena llamada Violeta Parra cantando “Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado el sonido y el abecedario, con él, las palabras que pienso y declaro, padre, amigo, hermano y luz alumbrando la ruta del alma del que estoy amando… así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de ustedes que es el mismo canto, y el canto de todos que es mi propio canto”.Hemos coreado estos versos por décadas, son nuestros, sin divisiones. Es el canto de todos. Cuando el canal Beagle se llamaba Onashaga no conocía fronteras, menos aún, y en verdad el canal supera nuestro desvarío belicista. ¿Qué sentido tiene llamar argentino o chileno a Asenewensis? ¿Qué país monopolizaría el chiejaus (ceremonia cultural)? ¿Es argentina o uruguaya Guyunusa raptada y exhibida en Europa? ¿Son argentinos o chilenos los alakaluf raptados y exhibidos en Europa?Cuántas familias huarpes han diluido con sus lágrimas la pretendida frontera montañosa en la región de Cuyo por siglos. Hay historias comunes desde el fondo de los tiempos que nos interrogan y nos desafían. Historias regionales que nos facilitan la comprensión del devenir de la especie humano.Los miembros de la Junta Abya yala pertenecemos todos a la vieja Liga de los Pueblos Libres que inició su proceso independentista de la mano del Rubio Chileno y el negro Juan y Bartolomé Zapata. Y fue el cura chileno Solano García quien diseñó, imprimió y pintó a mano en nuestro territorio las históricas barajas con lemas revolucionarios. “Con la constancia y fatigas liberó su patria Artigas”, dijo el chileno y se embanderó en la banda roja que hoy es la bandera de Entre Ríos.El fraile tuvo presencia aquí en tiempos de parto, y dejó para la posteridad también su vocación educativa. Entonces, el patriota chileno José Miguel Carrera introducía en nuestro territorio la primera imprenta.No abundaremos aquí en la historia y el destino común de nuestros pueblos. Sólo hemos dado algunos ejemplos de unidad por encima de poderes, por encima de relatos coloniales, por encima de prejuicios forjados por el sistema para el menosprecio y la fragmentación.Chilenos y argentinos compartimos similares tradiciones para el diálogo y el clima de armonía y consenso, coyang allí, rueda de mate aquí. Gabriela Mistral ha sido musicalizada por vecinos nuestros del Dúo Enarmonía. No hay fronteras.Un personaje racista al desnudo nos provoca desde su ataque en Isla de Maipo a reverdecer el amor por estos lazos a través de la imponente cordillera que siempre fue columna vertebral antes que abismo, siempre costura antes que frontera.
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