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  • El primer rescate bajo tierra del mundo tuvo lugar en un pueblo de Córdoba para resolver un crimen

    » Diario Cordoba

    Fecha: 03/02/2025 12:46

    Trescientas personas, entre ellas no pocos clérigos y religiosos, se congregan en la falda de la montaña para recibir con gran regocijo al joven. Cabe pensar que la alegría no tarda en ser sacudida por la turbación: tras él aparece atado con cuerdas y envuelto en una manta el cadáver de un vecino. El chaval apenas cuenta 25 años y no es consciente de que, siglos después, sería recordado por haber protagonizado el primer rescate bajo tierra del mundo. Sucedió en un pueblo de Córdoba. Y la hazaña, aunque espectacular, no podía tapar los hechos que había detrás: un estremecedor crimen. Para resolverlo, el joven vecino de esta localidad cordobesa, siguiendo las órdenes del corregidor, descendió hasta 130 metros por un abismo "inmensurable" para sacar el cuerpo. Las autoridades confirmaron sus sospechas: el fallecido, a quien se identificó por su vestimenta porque estaba desfigurado, era un vecino víctima de un crimen pasional. Un tronco, cuerdas y valentía Era la primera vez, al menos documentada, que se exploraba una de las cavidades más impresionantes de la geografía cordobesa. Y, al parecer, también el primer espeleorescate del mundo. Así lo sostiene un antiguo artículo publicado en la revista especializada en espeleología Gota a gota, firmado por Pablo Luque Valle y difundido por la Universidad Pablo de Olavide. La hazaña, llevada a cabo de forma rudimentaria con cuerdas y madera -y valentía, sobre todo mucha valentía-, tuvo lugar en 1683, y aparece documentada en el prólogo que Bartolomé Sánchez de Feria y Morales (1772) dedica a sus paisanos en Palestra sagrada o Memorial de santos de Córdoba, con notas, y reflexiones críticas sobre los principales sucesos de sus historias. El 16 de mayo de aquel año, el escribano Francisco Antonio de Aguayo fue testigo de uno de los episodios más curiosos de Cabra y, de ello, dejó constancia manuscrita. El corregidor y el alguacil mayor tenían serias sospechas de que un "ilustre" egabrense, ayudado por otros dos hombres, había arrojado a la sima de Cabra el cuerpo del esposo -al que habían asesinado- de la mujer con quien mantenía una relación amorosa. Apertura de la sima de Cabra. / Delegaciones Un hito En la boca de la sima, que según los antiguos conducía al infierno, situada en la falda de El Picacho a 740 metros de altitud, se dispuso un gran tronco de madera, atravesado para superar los más de siete metros del agujero. Antes, con una pesa de hierro atada a una cuerda, habían intentado comprobar su profundidad. Afianzaron tres poleas a la madera y, tras haber sido confesado, atado con maromas y portando luces, Fernando Muñoz Romero fue descendiendo. Media hora después se oyó su voz. Había llegado, había dado con el cadáver. Soltaron cuerda y, después, seis hombres tiraron de él y del cuerpo atado. Imagen aérea de la ladera norte y del recinto amurallado del histórico barrio de la Villa de Cabra. | FRANCISJO JAVIER ARROYO SÁNCHEZ / josé moreno De aquel abismo aparecieron el rescatador y el vecino asesinado. El corregidor confirmaba, así, sus sospechas, fundadas en una cuerda ensangrentada hallada en las cercanías de la cavidad y escuchar el testimonio de los ganaderos de la zona. Fernando culminaba un hito para la espeleología. La sima de Cabra es un lugar de referencia para los espeleólogos, una enigmática abertura en la tierra formada por la erosión del agua y el paso del tiempo. Aunque aparece documentada desde el siglo X, no se practicó la primera exploración espeleológica de su interior hasta 1841. En esto, también fue escenario pionero. Si bien, en 1683, los egabrenses habían conocido, por la descripción que hizo Fernando, algunos detalles de aquella boca del infierno que tantas leyendas había suscitado.

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