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  • Mientras la Constitución de 1853 este vigente, Urquiza vive

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 03/02/2025 10:40

    -En esa heroica lucha por la independencia de la cual es sin duda San Martín la figura principal y el gran motor que simboliza el logro del primer gran sueño argentino y americano. -Ese sueño independentista se hizo realidad en nuestra provincia el 29 de junio de 1815, en el Congreso de Oriente, convocado en Arroyo de la China por José Artigas. -En el resto de las provincias a partir del Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816. -Cumplido, vino la necesaria nueva etapa: a formar y organizar la nueva nación. -Ese nuevo sueño fue tan revolucionario como el primero, el de la Independencia, ya que tendía a romper con todo lo tradicionalmente vigente. -Desde ya que no podía ser a imagen y semejanza del modelo medieval de la monarquía española, que había regido durante cuatro siglos. -Se soñaba con una nueva nación moderna, asumiendo con audacia revolucionaria las ideas de república, de democracia representativa, y de sistema federal de gobierno, abandonando las ideas centralistas y absolutistas de las monarquías ya decadentes. -Ese anhelo de los padres de la Patria y de las mentes más lúcidas de los revolucionarios de mayo se vio frustrada por más de treinta años. -Primero luchas internas, guerras sangrientas entre provincias, diferencias sobre modelos de gobierno. -Más tarde, consecuencia casi natural del desorden y la anarquía, el surgimiento de una dictadura, larga, estéril y retrógrada, como fue la de Juan Manuel de Rosas -A la que puso fin, Caseros, la batalla del 3 de febrero de 1852, cuyo aniversario hoy estamos recordando. -Más que el suceso militar en sí que no importa tanto, hay que detenerse en sus consecuencias: la Constitución de 1853, la creación del Estado nacional argentino y la organización definitiva de ese conglomerado amorfo de provincias bajo la forma representativa, republicana y federal. -Sin duda el motor principal de la conquista de ese nuevo sueño argentino fue Justo José de Urquiza. -San Martín y Urquiza, son así los actores principales que impulsaron los dos primeros grandes sueños argentinos: la Independencia y la Organización Nacional. -Pero no se detuvo allí la acción trascendental de Urquiza. -Lograda la independencia y la organización nacional era necesario poner en marcha a la nueva nación y asegurarle un destino de progreso y bienestar. -Había que superar la larga noche del atraso en la que mantuvo Rosas al país durante más de veinte años, mientras el mundo progresaba montado en una asombrosa revolución tecnológica. -Urquiza ya gobernador de la provincia de Entre Ríos concreta la idea de difundir civilización promoviendo la educación en sentido integral: enseñanza primaria, secundaria, superior y especial, educación femenina, teatro, bibliotecas, periodismo y escuelas de artes y oficios. -Muestra de eso es la creación, en 1849 del Colegio Nacional que lleva su nombre “Justo José de Urquiza”, donde se educaron generaciones de entrerrianos (tres presidentes argentinos y uno de Paraguay) -Ya al frente del poder nacional, impulsó la inmigración de colonos experimentados y trabajadores, el desarrollo del ferrocarril, del telégrafo, de la navegación, de la industria, de la educación, etc. -Apenas treinta años después de Caseros, la Argentina con su población cuadruplicada con aportes de inmigrantes de todas partes, era una de las principales naciones del mundo. -Llegó a ser la sexta economía del planeta, el primer exportador de carne y trigo; el país con la mayor red ferroviaria, telefónica y telegráfica de Sudamérica; con el menor número de analfabetos. - La insistencia del siempre merecido homenaje al más grande de los entrerrianos y una de las más grandes figuras argentinas radica, en la actualidad de su mensaje. -del cual destaco tres aspectos trascendentes: el primero, que no sólo fue el inspirador y promotor de la Constitución, sino que se obstinó en ser su más fiel cumplidor: hasta el propio Alberdi llegó a sugerirle la posibilidad, terminado su mandato como presidente de hacerse reelegir: el prefirió “la gloria de Washington”, el hijo preclaro del Estados Unidos que, en su momento, negó esa posibilidad, violatoria de la Carta fundamental. A veces, con violencia de sus propias convicciones políticas enseñó a sostener y defender ese régimen constitucional logrado con tanto sacrificio, respetando sus disposiciones para superar la anarquía producto de la vocación montonera residual (caso del Chacho Peñaloza, o Felipe Varela) que no advertía la necesidad de someterse a los beneficios de una nación organizada). -El otro aspecto a valorar fue, siendo jefe militar invicto, porque nunca perdió una batalla, su inclinación a transar, a negociar, a consensuar Dio muestras de ello, vencedor en Caseros cuando proclamó “ni vencedores ni vencidos” y llamó a los gobernadores, rosistas la mayoría a acordar en San Nicolás, las bases del Congreso Constituyente a reunirse en Santa Fe y que nos diera la Constitución. La transacción con la provincia rebelde de Buenos Aires, vencida en Cepeda y acordada su incorporación en el Pacto de San José de Flores. Los porteños no les perdonaron su convocatoria a los gobernadores Acuerdo de San Nicolás. Planearon asesinarlo. Supuestos federales de varias provincias que anhelaban separarse y ponerse bajo la protección de Brasil no le perdonaron su acuerdo con Mitre que salvó la unidad territorial evitando que se separaran Buenos Aires y la actual Patagonia. Y estos, sí lo asesinaron en aquel trágico atardecer de abril de 1870. El tercer aspecto, no menos valorable: en momentos que parecen ganar lugar discursos de odio, intolerancia o discriminación, cobrar importancia recordar a don Justo en su frase “siendo desgraciado, no pregunto de que pelo es”. Y abrió generosamente Entre Ríos, refugio de los perseguidos de todas las latitudes. Y después, a través del generoso llamado del Preámbulo “a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” Cumplir la Constitución, buscar el acuerdo y el consenso, poner la solución política por encima del triunfo militar, favorecer la convivencia y armonía por encima de la raza, la religión o la condición social es la gran lección de Urquiza en la Historia.

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