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  • Argentina en emergencia: La necesidad de construir una alternativa popular

    » LaVozdeMisiones

    Fecha: 02/02/2025 12:10

    Por: Silvia Risko @SilviaRisko A las mujeres se nos ha acusado, prácticamente desde el comienzo de la humanidad civilizada, de brujas o hechiceras a las cuales el destino, en el mejor de los casos, eran los azotes públicos, en el peor la hoguera o la horca. En la actualidad, el recurso utilizado para el disciplinamiento y la subyugación es la cada vez más aguda ignorancia estructural mezclada con una brutal e indisimulada demagogia e indiferencia política. Comencemos por la ignorancia. Cuando Manuel Adorni, actual vocero presidencial, responde a una periodista sobre la derogación de la ley de femicidio anunciado por Milei y dice “mira, la verdad es que a si me matan y también a vos, me gustaría que el trato sea igual y no que vos tengas algún tipo de connotación adicional por eso”, sólo demuestra que jamás leyó la ley ni se interiorizó en su fundamentación. Bruto e irresponsable. En el 2012, siendo presidenta de la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados de la Nación, un grupo de legisladoras de diferentes bloques, oficialistas y oposición, nos unimos y pusimos en agenda proyectos –que dormían el sueño de los justos en la Comisión de Penal- para incorporar como agravante en el Código la figura de femicidio, que había sido presentado, de forma reiterada, por organizaciones feministas que luchaban y luchan contra la violencia hacia las mujeres y que, hasta nuestra intervención y presión, no tuvo tratamiento legislativo. Fue una tarea titánica y por momentos desmoralizante. Todas tuvimos que explicar, con peras y manzanas, en nuestros bloques y luego en el pleno, a los y las que aducían una postura similar a la de Adorni: que la vida de una mujer iba a valer más que la de un niño, anciano o varón. Nos llevó días, semanas y meses de debates y discusiones hasta que se pudo entender que eso no era ni es así. Se estaba tipificando un delito que para que sea tal debía mediar violencia de género. Pero, ¿qué es el femicidio? El artículo 80 del Código Penal Argentino establece que se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en el artículo 52, al que matare: 1°. A su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia. 4°. Por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión. Y continúa incorporando como incisos 11 y 12 del artículo 80 del Código Penal los siguientes textos: A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género. Con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación en los términos del inciso 1°. Entonces, es femicidio cuando hay violencia de género de por medio. Es decir, después de ser cagada a palos, de ser pateada, de ser violada o abusada, sufriendo violencia psicológica o económica, ella o su prole, es asesinada por manos de su marido, novio o conviviente o ex por el simple hecho de que él lo puede hacer porque considera a la mujer una cosa u objeto de su propiedad. Lo más grave era que después, el abogado o abogada del femicida, aducía emoción violenta, generalmente ensuciando el buen nombre y honor de la víctima, y el caso terminaba en la nada. Eso sucedía, y ahora es evidente que quieren “liberar” las manos de los violentos, en vez de implementar políticas públicas de recuperación y romper el círculo de la violencia. Si es que les aburren las estadísticas, es suficiente con leer los medios de prensa para darse cuenta de que el flagelo sigue fuerte, en pie y amenaza con crecer. Si a una mujer la asesinan en un robo, no es femicidio, si la matan en una balacera o si la atropellan o muere en un accidente, no es femicidio, pero si muere producto de violencia de género le corresponde cadena perpetua o 25 años de cárcel a su perpetrador. En el 2012 se cerró la puerta giratoria de la “emoción violenta”. Es femicidio. Ahora, vayamos a la demagogia. La incorporación de un agravante no garantizaba, ni en 2012 ni ahora, que la violencia hacia la mujer termine. En absoluto. Eran indispensables políticas de Estado de prevención para no llegar al Código Penal que no es preventivo, es sancionatorio; cuando llegamos a él es porque a la mujer ya la asesinaron y el sistema falló nuevamente. Lamentablemente la demagogia y el oportunismo político fue y es más fuerte que la conciencia real de la problemática. En el año 2015, con la marcha multitudinaria de #NiUnaMenos reclamando políticas públicas para frenar los femicidios y la violencia hacia nosotras, a nivel nacional y también provincial, los referentes políticos y gobernantes comenzaron a hablar en sus discursos de nosotras. Recuerdo una frase que hasta me resultó ofensiva “nosotros siempre hemos sido generosos con las mujeres”, como si lo que reclamáramos históricamente fuera caridad o generosidad y no igualdad en trato, oportunidades, protección y derechos. La realidad es que las mujeres hemos sido, históricamente, invisibles para el sistema político. Se crearon desde un ministerio hasta juzgados de Violencia, pasando por secretarías, direcciones y etc., en los diferentes ámbitos, pero sin presupuesto para llevar adelante diferentes políticas como la primordial protección a las víctimas, para luego abordar la recuperación o reeducación del violento. Pura demagogia. Hoy nos vuelven a subir, junto a otros sectores que hemos ayudado a ser visibles, a la palestra, haciéndonos víctimas de una violencia institucional y política sólo vista en la dictadura. Todas estamos en peligro, la ley de cupo está en peligro, el femicidio está en peligro, la ley contra todo tipo de violencia contra la mujer está en peligro, la ley de identidad de género está en peligro, los cupos laborales están en peligro, nuestro derecho al voto (sí, aunque creas que exagero) está en peligro. Lo más grave, y para mí doloroso, es el ensordecedor ruido del silencio de la gran mayoría de gobernantes, representantes y dirigentes ante tamaña violencia direccionada hacia nosotras y la diversidad. Pero, lo que todavía no entendieron, es que aprendimos que nadie va a venir a salvarnos, que no somos débiles, que estamos unidas y que no vamos a permitir que nos quemen en la hoguera. *Abogada, procuradora, mediadora y escribana. Diputada Nacional (MC) 2009-2017.

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