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Concordia » Entre Rios Ahora
Fecha: 21/01/2025 05:45
Humberto Raúl Varisco, abogado, instructor de buceo en el Club Atlético Estudiantes (CAE), militante radical, hijo del exintendente de Paraná, Humberto Cayetano Varisco (1983-1987), hermano de otro jefe comunal, Sergio Fausto Varisco (1999-2003, y 2015-2019), acaba de regresar a Paraná. El jueves 16 volvió. Permanció internado 43 días en el Hospital San Ángel Inn de ciudad de México y en ese tiempo, dice, practicó una fe que tenía casi echada al olvido y se aferró a su familia. Una bacteria le infectó un dedo del pie izquierdo (el «dedo gordo») y esa cuestión en apariencia nimia derivó en un cuadro grave del cual pudo salir a partir del trabajo de médicos mexicanos y un profesional llegado del Perú. Lo contó en su muro de Facebook: «Los médicos me dijeron que la bacteria había llegado hasta la ingle y que gracias a su identificación y hallar el antibiótico adecuado pudieron combatirla, pero el daño producido en la pierna ya estaba dado. “Así que según ellos pasé de tener mi vida en riesgo a que me corten la pierna y en definitiva a perder gran parte de mis tejidos». Este lunes mantuvo una larga entrevista con el programa Puro Cuento de Radio Plaza 94.7 y se explayó un poco más en la situación que le tocó atravesar. Lo hizo para aclarar un aspecto de su posteo que dio lugar a malos entendidos: dice que estuvieron a punto de amputarle al pierna izquierda, pero que ello no ocurrió. «No quiero que quede la idea de que me amputaron la pierna, y después, cuando salga a la calle, la gente me vea con las dos piernas», ironiza. “Lo que sucedió fue que a través de una pequeña ampollita que se me produjo en el dedo gordo del pie izquierdo -esto por no haber llevado mis propias aletas para bucear, sino por haber alquilado aletas por una cuestión de economía, por lo que nos cobran las aerolíneas- se me reventó esa ampollita, y esa fue la puerta de ingreso de una bacteria que existe en todos lados del mundo, que no es exclusiva de los mares, ni de ese mar, ni nada por el estilo, sino que está, y probablemente también haya podido estar dentro de la aleta que alquilé. En definitiva, esa bacteria se me introdujo, y de a poquito fue infectando mi pierna y fue literalmente comiéndome tejidos”, explicó. Esa ampollita, que primero trató con Ibuprofeno, después derivó en su rápida internación en ciudad de México. “Si hubiera demorado unas horas más, medio día, en acudir al hospital, hubiera puesto mi vida realmente en riesgo. Es verdad que durante mi internación, en algún momento, entre los médicos que me trataron, se debatieron si era necesario o no cortar la pierna. Mi médico tratante resistió, dijo que había que esperar, y bueno, gracias a Dios, los antibióticos funcionaron. Hicieron el cultivo, encontraron cuál era la maldita bacteria que se me había metido, encontraron que era una cepa excesivamente resistente a los anteriores antibióticos, que eran muy fuertes los que me habían dado, pero bueno, tenían el antibiótico adecuado y eso permitió que retrocediera un poco la infección, la infección que estaba hacia la altura de la ingle, y bueno, que todo se circunscribiera a la parte que está entre rodilla y tobillo. El proceso incluyó el retiro de tejido muerto. Con un aparato, me iba chupando los tejidos necrosados que no habían salido con el bisturí y quedaron. Eso me salvó primero la vida, después me salvó la pierna, y bueno, ahora me queda una pierna finita, con bastantes tejidos menos. Lo que viene ahora es una etapa de rehabilitación, de recuperación, que espero cumplirla, va a ser muy larga, me están hablando de siete u ocho meses. Y después, volver al agua, volver a bucear. Es lo que me apasiona”, cuenta. -¿Cuánto tiempo estuvo internado en México? -Fue muchísimo: 46 días. Recibí una atención espectacular. -¿Usted tuvo noción de la gravedad de lo que le pasaba desde el primer momento? -No. Nosotros terminamos de bucear en la zona de Baja California, y por una cuestión de protocolo de buceador, necesitamos esperar 24 horas antes de tomar un avión. Después del último buceo, ya en esas primeras 24 horas yo sentía que ese dedo gordo estaba muy inflamado, estaba rojo, dolía. Fui a buscar a la farmacia medicamentos para tratármelo de forma casera. Al otro día volamos hacia la ciudad de México porque la idea era, ya que estábamos allí, conocer parte de la ciudad. Íbamos a estar tres días ahí, y cuando llegué al aeropuerto, el dolor era bastante intenso, pedí asistencia a los médicos del aeropuerto, me dijeron tomara Ibuprofeno y que con todo eso iba a andar bien. Llegué al hotel y yo ya veía que no había caso, que los ibuprofenos que me dieron en el aeropuerto no eran suficientes. Llamé a la asistencia al viajero que había contratado, fueron un par de médicos a visitarme al hotel y ahí ellos mismos dijeron que los sobrepasaba la situación que estaban viendo y llamaron a la central y pidieron que me trasladaran al hospital. Ahí es donde recaí en este hospital, y quedé internado y no volví a salir hasta 46 días después. -Llegó el jueves pasado. ¿Pasó Navidad y Año Nuevo internado? -Y mi cumpleaños, mi cumpleaños número 69. Lo único que me faltó es carnaval, pero hasta reyes pasé allá. Allá me trató un infectólogo, que se llama Max Cienfuegos. Un infectólogo brillante. No pudo ocultarme que una de las posibilidades era amputarme la pierna, algo a lo que se opuso otro médico, un peruano, se llama Cuevas Melgarejo. Era el que se oponía a la amputación durante debates entre los médicos que yo escuchaba en medio de mi inconsciencia después de la operación. Gracias a estos médicos estoy con mi pierna maltrecha, pero mi pierna al fin. -¿En algún momento tuvo noción de que corría riesgo su vida? -No. Ellos me lo dijeron después. Dijeron que si hubiera demorado 12 horas más, medio día más en llegar a ese hospital tal vez hubiera sido tarde. -¿A qué se aferró? ¿A la fe? -Bueno, yo no soy un gran militante de cuestiones religiosas, pero tengo mi origen salesiano: fui durante mucho tiempo al Colegio Don Bosco, y creo, por supuesto. Soy un creyente, y soy de esos creyentes vagos que solamente voy a mista, voy a iglesia, y hablo con Dios cuando las cosas vienen detrás de mí. Lo hice con mi viejo, lo hice con mi vieja, lo hice con mi hermano, y ahora lo hice por mí. -¿Vivió momentos muy complicados? -Mire, pasé dos días muy feos, que fueron cuando me quedé internado solo. Las 16 personas con las que había viajado a México tuvieron que volverse, porque perdían el vuelo. Me quedé solo esas 36 horas. Fueron tremendas, difíciles. Después, llegó mi hija, y ya la cosa se hizo más sencilla. A los otros días llegó otro de mis hijos, y ya fuimos tres. Un poco de bromas entre nosotros, y la cosa fue mejorando, y a los pocos días llegó mi señora. Tengo una familia maravillosa, de la que solamente me enorgullezco, como seguramente cada uno se enorgullece de su familia. Yo estoy convencido que es lo que mejor he hecho en mi vida, construir junto con mi señora esta familia. Yo pasé cinco semanas acostado. Imagínense lo que fue sentarme después de tantos días, lo que fue volver a pararme, volver a tener equilibrio. Era como empezar de nuevo, como era 69 años atrás. -Se recupera y vuelve al buceo. ¿De la política está un poco alejado o ha tomado distancia? -En el año 2002, cuando fui candidato a intendente, me di cuenta de que la sociedad a la que pertenezco, Paraná, no admitía que, por lo menos, dentro del radicalismo, un candidato a gobernador fuera el hermano del candidato a intendente (Sergio Varisco, Humberto Varisco, NdelR); o al revés, que un candidato a intendente fuera el hermano del candidato a gobernador. Me di cuenta de eso, a pesar de que creo que hasta el día de hoy he sido el candidato a intendente más votado. Ahí dije: “Que siga Sergio. Sergio es el que tiene la vara, el que tiene la conexión con la gente, el que mejor se comunica con el pueblo de Paraná. Yo doy un paso al costado”. Lo conversé con él, lo conversé con mis hijos, y bueno, me dediqué a bucear y, fundamentalmente, enseñar a bucear, que es lo que más me gusta. Me encanta bucear, les juro. Disfruto estando debajo del agua, disfruto de los sonidos del silencio, como decía Jacques Cousteau, disfruto de ver los animales que se ven abajo, la fauna, la flora que hay abajo. Disfruto enormemente, pero más disfruto enseñando a bucear, ver que la gente le pierde el miedo el agua, que puede respirar normalmente bajo el agua. -¿Cómo está viendo la ciudad? -La verdad que la estoy notando un poco abandonada de servicios. Pero creo que ya no es un problema exclusivamente de la intendenta (Rosario Romer), sino que ya es una cuestión nacional y provincial. Creo que hay un abandono a los sectores más más perjudicados por esta política económica que se está implementando, que se implementa en este país. La misma de Martínez de Hoz, la misma de Menem, la misma de Krieger Vasena. Son todas políticas que -espero que esta vez no suceda- han dejado un país desindustrializado, con poca mano de obra y gente recorriendo los contenedores y basurales para poder sobrevivir. De la Redacción de Entre Ríos Ahora
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