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» Diario Cordoba
Fecha: 19/01/2025 10:51
El Jubileo ordinario de 2025 ya está en marcha. El 24 de diciembre Francisco inauguró el Año Santo con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, un acontecimiento que llevará a Roma a cerca de 32 millones de peregrinos. Cada 50 años, salía el sacerdote tocando el «yöbel», una especie de trompeta hecha con un cuerno de cabra, y anunciaba un año de gracia, de alegría y de perdón a su pueblo. Para saber más, la Biblia lo narra en el capítulo 25 del Levítico. En la Iglesia católica lo comenzamos a celebrar el año 1300, cuando muchos cristianos iban a Roma durante los centenarios del nacimiento de Cristo. Fue el papa Bonifacio VIII quien instituyó el Jubileo cada cien años, concediendo el perdón de los pecados a aquellos que se acercaran a Roma. En el año 1342, el papa Clemente VI redujo el periodo a 50 años, y san Juan Pablo II lo dejó en 25 años, para que todo el mundo, al menos una vez en la vida, pudiera participar de un jubileo. En la primera homilía de este tiempo especial, en la tarde de la pasada Nochebuena, el papa Francisco recordó que «Jesús es la esperanza que no defrauda. La esperanza no ha muerto; la esperanza está viva y envuelve nuestra vida para siempre. Con la apertura de la Puerta Santa, damos inicio a un nuevo Jubileo: esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo». E invitó a los presentes a «recuperar la esperanza perdida, esto es, a renovarla dentro de nosotros, sembrándola en las desolaciones de nuestro tiempo y de nuestro mundo. Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar la esperanza allí donde se ha perdido, allí donde la vida está herida, en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón, en el cansancio de quien no puede más, en la soledad amarga de quien se siente derrotado, en el sufrimiento que devasta el alma». Francisco quiso traer en ese momento a la basílica «el dolor en los días largos y vacíos de los presos, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia». El Jubileo 2025 abría horizontes nuevos, como subrayó con fuerza el Papa: «Jesús, Dios con nosotros, nace para ti, para nosotros, para todo hombre y mujer. Y con Él, florece la alegría. Con Él, la vida cambia. Con Él, la esperanza no defrauda». En nuestra Diócesis, la apertura del Jubileo de la esperanza tuvo lugar el pasado 29 de diciembre, cuando el obispo Demetrio Fernández, llegó procesionalmente desde el Seminario, hasta la Puerta de las Palmas, de la Catedral, pronunciando estas palabras: «Salve, Cruz de Cristo, única esperanza». Podremos obtener el don de la indulgencia, el perdón de los pecados, visitando Roma, como peregrinos, o cualquier «iglesia jubilar» de nuestra diócesis, uniéndonos de corazón a toda la Iglesia recitando el Credo, acercándonos al sacramento de la reconciliación y compartiendo nuestros bienes y nuestra vida con los más necesitados. Y una reflexión final que ilumina poéticamente este Jubileo: «La Puerta Santa, en los distintos santuarios de peregrinación, suele ser una «puerta estrecha» (Mt 7,13). Al cruzarla, provoca dos movimientos instintivos: «Agachar la cabeza», y una vez que hemos atravesado su umbral, «levantar la mirada» para contemplar la grandiosidad del santuario que nos acoge. «Agachar la cabeza», con humildad, bajo el peso de nuestros pecados. Pero tambien estamos urgidos a cruzar su dintel y, alzados por la esperanza, «levantar la mirada» para contemplar la infinita misericordia de Dios. Como reflejan amorosamente los versos del poeta: «Dios, infinitamente tuyo, te está mirando, / como te mira el sol»». *Sacerdote y periodista
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