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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/01/2025 05:04
Las simulaciones incluyeron cuerpos de masas de 1 a 10 veces la de la Tierra, lo que mostró cómo afectaría cada una a los planetas interiores (NASA) Desde el descubrimiento del primer exoplaneta en la década de 1990, la astronomía reveló la gran diversidad de configuraciones que pueden tener los sistemas planetarios en la galaxia. Entre ellas, los cuerpos de tamaño entre la Tierra y Neptuno, conocidos como supertierras, destacan por su abundancia. Sin embargo, su ausencia en el sistema solar plantea preguntas fundamentales sobre las fuerzas que lo moldearon. Un reciente estudio publicado en la revista científica Icarus, liderado por Emily Simpson, del Instituto Tecnológico de Florida, explora un escenario hipotético: ¿qué sucedería si el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter hubiera dado lugar a un planeta en lugar de fragmentos rocosos? Mediante simulaciones avanzadas, analizaron cómo la presencia de un superplaneta de diferentes masas habría alterado las órbitas, inclinaciones y condiciones de habitabilidad de Venus, la Tierra y Marte. Impacto de un superplaneta en el sistema solar interno El trabajo planteó la posibilidad de un superplaneta con una masa entre una y diez veces la de la Tierra, situado entre 2 y 3.5 unidades astronómicas (AU), es decir, en la región actualmente ocupada por el cinturón de asteroides. A partir de un modelo tridimensional de cuerpos rígidos (N-Rigid-Body), simularon las interacciones gravitatorias y dinámicas que este hipotético planeta, llamado “Phaeton”, podría haber tenido sobre los planetas interiores. Los resultados indicaron que la presencia de un cuerpo de masa baja (alrededor de dos veces la masa terrestre) tendría efectos moderados, como ligeros cambios en la inclinación axial de Marte y variaciones menores en la excentricidad orbital de la Tierra y Venus. Un superplaneta de diez masas terrestres podría haber desplazado a la Tierra fuera de la zona habitable, lo que habría puesto en riesgo su capacidad de albergar vida (EFE) Sin embargo, masas más elevadas generarían perturbaciones significativas. “Si es uno o dos masas terrestres, nuestro sistema solar interno se mantendría bastante habitable, pero una masa mayor podría desplazar a la Tierra fuera de la zona habitable,” señaló el coautor Howard Chen, profesor adjunto de ciencias planetarias, en el comunicado del Instituto Tecnológico de Florida. Cómo se llevaron a cabo las simulaciones y los hallazgos clave Para realizar estas simulaciones, los investigadores emplearon un modelo avanzado que considera no solo las fuerzas gravitatorias entre planetas, sino también aspectos como la inclinación axial (oblicuidad) y la excentricidad orbital. La primera variable influye en la intensidad de las estaciones, mientras que la segunda determina su duración y uniformidad. Con planetas de masas superiores, como uno con diez veces la masa terrestre, las simulaciones mostraron que los cambios en la oblicuidad y excentricidad habrían sido extremos. Marte, por ejemplo, habría experimentado oscilaciones importantes en su inclinación axial, mientras que Venus habría sufrido cambios radicales en la forma de su órbita. Para la Tierra, las consecuencias habrían sido aún más drásticas: el planeta podría haber sido empujado hacia órbitas más cercanas a Venus, lo que comprometía su posición en la zona habitable. El cinturón de asteroides pudo haber dado lugar a un planeta entre Marte y Júpiter, lo que habría afectado la habitabilidad de los planetas interiores (ESA/ATG MEDIALAB) El rango de masas simuladas también permitió identificar un umbral crítico: mientras que planetas de baja masa no afectaban gravemente la habitabilidad, los más masivos generaban condiciones incompatibles con la vida tal como se la conoce. Simpson lo resumió así: “Si el planeta es demasiado masivo, probablemente signifique el fin de la habitabilidad para los planetas dentro de su órbita.” Consecuencias para la habitabilidad y la astrobiología Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones más amplias para la búsqueda de vida en otros sistemas planetarios. Los exoplanetas detectados por misiones como Kepler y TESS sugieren que las configuraciones con supertierras son comunes, pero este trabajo plantea que su tamaño y ubicación podrían ser determinantes para la habitabilidad de los planetas interiores. El modelo desarrollado por Simpson y Chen también abre nuevas posibilidades para comprender cómo los gigantes gaseosos, como Júpiter y Saturno, modelaron el sistema solar temprano. El movimiento migratorio de estos planetas, según teorías como el Modelo de Niza, podría haber impedido la formación de un superplaneta en la región, lo que dejó un espacio que actualmente ocupa el cinturón de asteroides. En términos astrobiológicos, este análisis permite evaluar mejor qué condiciones favorecen la vida. Si un sistema planetario contiene una supertierra en su región interior, las probabilidades de que los planetas vecinos sean habitables podrían depender críticamente del tamaño de dicho planeta. Esto no solo refuerza la importancia de las características dinámicas en la habitabilidad, sino también la necesidad de investigaciones futuras con simulaciones más avanzadas.
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