06/01/2025 04:49
06/01/2025 04:48
06/01/2025 04:47
06/01/2025 04:44
06/01/2025 04:43
06/01/2025 04:42
06/01/2025 04:41
06/01/2025 04:39
06/01/2025 04:37
06/01/2025 04:35
» Diario Cordoba
Fecha: 04/01/2025 01:48
"Oye, perdona, ¿tú acabas de llegar verdad? ¿Sabes si se puede salir bien? Nos queremos ir ya hoy... Cada año sube el nivel esta gente. Está muy bien este año. Hay unos italianos haciendo pizzas en un horno de leña y todo, pero ya después de dos días yo me piro de vuelta a Granada. Por las noches hace un frío que alucinas". Gabriel tendrá unos 30 años, viste un forro polar y unas zapatillas de montaña y llega andando tranquilamente hasta el perímetro de este Nomadland improvisado de furgonetas, camiones y coches abigarrados. El chunda chunda resuena a lo lejos nada más coger la carretera que se dirige desde la A-41 al aeropuerto de Ciudad Real, inactivo desde hace años, pero que ha vuelto a tener notoriedad informativa por la celebración desde la primera noche del año de la Big Fucking Party, la rave ilegal más conocida de Europa. Asistentes a la rave ilegal del aeropuerto de Ciudad Real, frente a uno de los muros de altavoces. / R.B. "La gente es su propia policía" "El sitio está muy guay. Aquí no hay ningún tipo de problema, ni incidentes, la gente es su propia policía y la policía de los demás. Dicen que va a durar hasta el siete de enero, y de hecho el último día va a haber un espectáculo de circo", cuenta este profesor de Física que a última hora de la tarde del pasado día 31 de diciembre esperaba con impaciencia con varios colegas recibir la ubicación exacta de la rave ilegal en su tercera convocatoria en España; tras Fuente Álamo, en Murcia, en 2024; y La Peza, Granada, en 2023. A través de mensajes en canales restringidos de WhatsApp y Telegram ya se había dado indicaciones a los amantes de la cultura 'rave' que la 'free party', esta fiesta gratuita y autogestionado, iba a tener lugar entre Puertollano y Ciudad Real. A las 21.00 horas comenzó a circular la ubicación exacta y la A-41 comenzó a llenarse de furgonetas, lo que obligó a las autoridades a pedir extremar la precaución al resto de conductores. - ¿Y entonces qué? Se sale bien, ¿no?-, inquiere de nuevo Gabriel - Sí, solo están prohibiendo la entrada con coche Sobre las diez de la mañana de ayer, varios furgones de la Policía Nacional cortaban el acceso por carretera a la rave, donde se congregaban miles de personas, más de 10.000 según gente cercana a los organizadores, colectivos provenientes de toda Europa. Las furgonetas camperizadas y los utilitarios se habían ido aposentando alrededor de la que llaman calle principal, donde están repartidos cada cien metros cada uno de los nueve muros de altavoces. Uno de los asistentes a la 'rave' ilegal de Ciudad Real camina por la zona de aparcamiento. / R.B. Muros de altavoces que valen medio millón "Algunos de esos muros valen medio millón de euros. Es el mejor soundsystem de toda Europa, y toda esta gente lo hace gratis. Se deja aquí la pasta, que se les llena de tierra los equipos, o se les mojan, y todo por amor al arte", cuenta Lua, ingeniero industrial catalán de unos 30 años que trabaja de fotógrafo y se vuelve a su casa porque le toca "currar". "Es un ambiente libre, se está perfectamente, nadie pregunta a nadie", cuenta un colega suyo, Henri, también en chandal. - ¿Y os volvéis ya porque habéis tenido suficiente? - Nunca es suficiente, pero echamos de menos ya la ducha caliente. Por la noche hemos llegado a tener cinco bajo cero Las mesas y sillas de camping se despliegan por aquí y por allá. Hay gente comiendo gusanitos, preparándose un arroz con una camping gas, tirada en el suelo bebiendo o simplemente deambulando, normalmente con cervezas o botellas de alcohol en la mano. Cuatro veinteañeros acampados se meten unas rayas sobre la funda de un Iphone entre coche y coche. Muy cerca, hay artistas haciendo malabares y un poco más allá un castillo hinchable. El público ronda entre los 20 y 40 años, de todo tipo y condición, pero por haber hay asistentes vestidos de lagarterana y hasta uno con el uniforme de Policía local. Nadie mira mal a nadie. Cada uno va a su bola, sobre todo los perros, que los hay a decenas por todo el recinto, pero pasan casi inadvertidos en este sorprendente caos ordenado. Traen chuletones de Galicia Nico y Fernando son gallegos y llegaron en un grupo de 20 chavales el primer día. Cargados de comida por un tubo. "Tenemos hasta chuletones para hacer con el camping gas. Hay que comer bien. Nos vamos a quedar toda la semana, aunque haya este frío. El agua se nos ha convertido en hielo esta noche y todo". Uno de ellos va con el pantalón de un pijama de Snoopy. Están tumbados en el suelo jugando al ajedrez frente a un puesto de patatas fritas cuyos cucuruchos se venden a tres pavos. "Esto es completamente ajeno a cualquier otra fiesta. No hay regulación, pero la gente se respeta". Un castillo hinchable en una de las zonas de la 'rave' ilegal. / R.B. Toda la avenida principal, en algunos tramos un auténtico pedregal que no impide a los asistentes sentarse, está repleta de tiendas de ropa y comida. En un puesto se vende vino ecológico francés por tres euros y queso a la trufa. "Yo vendo camisetas con lema para restituir la tierra, aquí hay mucha gente que es nómada y vive de lo que cultiva, pero de modo ecológico, sin impacto en la tierra", dice una comerciante francesa a la que "invitó" un amigo al evento. Mucha de la comida que se vende es vegana y los cafés son con leche de avena. En todos los puestos hay que pagar en metálico. Drogas y alcohol "sin estigmas" "Se calcula que han podido venir como 10.000 personas, hay gente de toda Europa, Reino Unido, Italia, Francia, Bélgica,... incluso han venido marroquís", explica María, estudiante de Socióloga de Granada que está haciendo su TFG sobre el movimiento rave y las Free Party, los festivales autogestionados que recorren Europa. María hace un diario de cada rave, en este caso sentada frente al puesto de DJ de uno de los muros donde atruena música hardcore. "Aquí la gente baila mirando a los altavoces, algunos no saben ni dónde está el DJ, es parte de la horizontalidad", revela frente a una bandera con una caravela, uno de los símbolos de la cultura 'rave'. "Este es un movimiento anarquista", explica sobre esta cultura underground que se extiende por Europa. Según añade la experta, la mayoría de las personas asistentes "son disidentes, ya sean socialmente, por cómo visten, su cultura... El alcohol y las drogas están aquí, como en todos lados hay, pero aquí no se estigmatiza a nadie, aquí nadie se tiene que esconder".
Ver noticia original