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» Diario Cordoba
Fecha: 03/01/2025 09:35
Hace un tiempo, un grupo de personas de la Meseta irrumpió en el Correo preguntando si había cervezas artesanas o, en su defecto, marcas internacionales. Hubo un silencio sepulcral, de esos que permiten escuchar el vuelo de las moscas, seguido de miradas de conmiseración hacia aquellas criaturitas. «Cervezas artesanas», masculló mi legítima, que tiene la paciencia justa con ese tipo de seres que ustedes podrán imaginarse, con el mismo tono de voz del agente Smith. El malo de ‘Matrix’. El de las gafas de sol. Sí, ese. Los del Correo, lo ha escrito estupendamente -como suele- Álvaro García de Luján, somos como las tribus de los jíbaros, pero con las modernidades líquidas. Es ver al alumno aventajado de estos tiempos extraños e imaginarlo de cena en apoteosis caníbal, tal y como ocurría en las pelis antiguas de Tarzán. Cuando uno del Correo te mira de arriba a abajo, no aprecia tu ‘outfit’, reina mora. Está imaginando cómo quedaría tu cabeza expuesta encima del taquillón. El bueno de Manolo Martínez, que es madridista el pobre, ha dejado de ser población activa -jubilarse viene de júbilo- para pasarle los trastos a su hijo Jose, que en adelante se va a dedicar a aguantarnos como jefe máximo y líder espiritual de la barra de Jesús y María. Manolo llevaba toda una vida asalariada al lado de la familia Carrasco, con Manolo-Manolo, hasta que decidió asumir el control de los bienes de producción contribuyendo a la conservación de ese lince ibérico que es el cliente de bar de toda la vida. Manolo conocía mejor que nadie los códigos cuando pasó de camarlengo de la saga fundadora a papable. El Correo se fundamenta en una delicada red de intangibles basada en la apariencia de inmutabilidad para la exigente comunidad de habituales. Imaginen que el Bocadi abriese una línea de bocadillos de autor o que Los Mosquitos apelase a los menús veganos. ¿No, verdad? Todo se reduce a esa perseverancia final que el Diccionario de la Real Academia define de esta forma tan bella: «Constancia en la virtud y en mantener la gracia hasta la muerte». Ya solamente hago votos para que el Correo siga siendo el Correo, a que nos sobreviva como centro caníbal de vanguardias y de transmisión de datos necesarios para referir. Como lugar de resistencia pasiva, contracultural. Punk, digamos. Líbreme Dios de las ventoleras, de las ocurrencias, de las modas y de sus heraldos. Del resto, ya intentaremos librarnos por nuestras propias fuerzas. Amén. *Periodista
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