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» Diario Cordoba
Fecha: 01/01/2025 11:03
¿Quién dice que no puede haber belleza en lo 'feo', en lo corriente, en lo técnico? El patrimonio de un pueblo de Córdoba demuestra todo lo contrario. Un 'elefante' en el río es la prueba de que, hasta una mole de piedra funcional, puede convertirse en arte. Pero es, además, el resultado de las ideas de un arquitecto con sangre de poeta, de la pujanza industrial y de la necesidad de aprovechar los dones de la naturaleza. El elefante representa la potencia y la grandeza de una construcción que, más allá de su trabajada coraza, sirvió para dotar de energía a las industrias que venían necesitando cada vez más. Hay que remontarse a la primera mitad del siglo XX. Entre los límites de tres municipios del Alto Guadalquivir se alza uno de los conjuntos históricos y artísticos más destacados de la arquitectura industrial en Andalucía, catalogado como monumento desde hace más de dos décadas. La obra de un arquitecto con sangre de poeta Entre los años más recordados de la vida de Casto Fernández-Shaw, seguramente estaría 1922. El arquitecto madrileño, hijo del poeta Carlos Fernández-Shaw, se casa, ingresa en el Ateneo de Madrid y acomete, con apenas 26 años, una de las obras más relevantes del movimiento moderno en la provincia de Córdoba. La central hidroeléctrica de El Carpio, conocida como 'El Salto'. / Fundación Arquitectura Contemporánea Carlos Mendoza, presidente de Mengemor, encargó el diseño arquitectónico de la central hidroeléctrica de El Carpio, conocida como El Salto, al joven arquitecto. Con inspiración oriental y elementos neomudéjares, valiéndose de la aportación de otros artistas, concluye una obra que conjuga técnica y estética, convirtiendo algo tan ordinario como una central hidroeléctrica en arte. En 1925, una medalla de oro en la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas de París reconocía ese trabajo. El 'elefante' del Guadalquivir Tras acabar El Salto y pasar por la Ciudad de la Luz, donde Fernández-Shaw se entregó a la fascinación de las vanguardias europeas, el arquitecto continuó una notable carrera profesional. Su vinculación con el agua siguió con la realización de las obras de las presas de Alcalá del Río, El Encinarejo y Jándula. Pero la central de El Carpio quedaría como el primer ejemplo de esa línea que trató de embellecer lo común. ¿Y el elefante? A estas alturas, no hay rastro del enorme animal que titula este artículo. Y la explicación es sencilla: el elefante es un símbolo. Apodadas como 'elefantes', estas imponentes centrales evocan esa fuerza. Pero, además, su gran tamaño, las robustas estructuras y los arcos que las adornan recuerdan al cuerpo del mamífero. En El Salto, el animal está también representado en la cabeza esculpida por Juan Cristóbal, que mira al Guadalquivir desde las alturas. Cabeza de elefante realizada por Juan Cristobal. / Fundación Arquitectura Contemporánea Un valor en la comarca La central hidroeléctrica de El Carpio forma parte de la ruta de la ruta cultural Elefantes del Guadalquivir de la Junta de Andalucía, un recorrido por el curso del río que pone en valor el patrimonio moderno que controla el agua y la energía desde Córdoba hasta Sevilla. La obra mencionada se encuentra entre Pedro Abad, Ademuz y El Carpio. La apariencia y el interés monumental de la construcción no resta importancia a su función práctica: satisfacer la demanda energética. Esta presa es un valor en la comarca, un sistema que, atravesando el Guadalquivir, aprovecha el desnivel del cauce para producir energía a través de la fuerza del agua.
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