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  • Una relación tóxica, pericias clave y pruebas que desarman falsa denuncia de abuso – Entre Ríos Ahora

    Concordia » Entre Rios Ahora

    Fecha: 29/12/2024 16:30

    Todo se desmadró, si hay que poner una fecha, luego del 7 de octubre de 2023, cuando ocurrió la última Fiesta de Disfraces en Paraná. Aunque la historia, algo oscura, empezó a escribirse bastante antes. Tres días después de aquel mega espectáculo en el Acceso Norte, Ana, una profesional de la salud, radicó una denuncia en la Comisaría Tercera: denunció a Juan, su pareja, y lo denunció por abuso sexual. El desencuentro entre ambos, claro, no empezó aquel día. Fue un tiempo antes. De todos modos, aquella vez Ana decidió ventilar el caso y llevarlo, primero, a la Policía, luego a la Justicia. Vuelve a presentar denuncia el 7 de marzo de 2024, esta vez ante la Unidad Fiscal de Atención Primaria, también por violencia sexual, y el 2 de agosto acude a la Comisaría Primera y relata presuntos incumplimientos por parte de su expareja denunciado ante las medidas de restricción y de acercamiento que le habían sido impuestas. El fiscal Facundo Etienot tuvo a su cargo tramitar la investigación penal y evaluar las distintas evidencias aportadas por los defensores del denunciado, Iván Vernengo y Damián Petenatti, y concluyó, en un dictamen firmado el 11 de este mes, a través del cual dispuso el archivo de la denuncia. El representante del Ministerio Público Fiscal postuló que “las manifestaciones de la anoticiante aparecen desprovistas de otros elementos de convicción concomitantes que puedan avalarla. Al cotejar su versión de los hechos con el resto de la evidencia reunida (fundamentalmente con las videograbaciones, informes médicos y periciales, conversaciones de WhatsApp), entiendo que aquella no puede tenerse por acreditada, careciéndose así de elementos que permitan sostener una imputación penal seria y responsable”. Uno de los hechos que denunció Ana habría ocurrido el 8 de octubre de 2023 en la vivienda de Juan, zona céntrica de Paraná, en la habitación, cuando el hombre “la habría forzado a mantener relaciones sexuales en contra de su expresa voluntad”. Ese hecho relatado por Ana fue contrastado con las imágenes colectadas de la cámara de seguridad que Juan tenía instaladas en su vivienda, particularmente en su alcoba. El material filmado fue secuestrado por la División Trata de Personas “en allanamiento y registro domiciliario efectuado al día siguiente de la entrevista mencionada, habiéndose resguardado en la Dirección Inteligencia Criminal las imágenes captadas por la misma desde las 4 a.m. hasta las 17.30 horas de ese día. Estos archivos de video fueron minuciosamente examinados, concluyéndose que la escena descripta (…) no se condice con lo que surge de la visualización de dichas imágenes. Allí, si bien efectivamente a la hora 16.27 se puede observar actividad sexual entre ambos en la cama de la habitación, no se vislumbra ni antes, ni durante, ni después del acto sexual actitudes o conductas que den cuenta que el mismo tuvo lugar en un contexto coactivo pergeñado por el denunciado”. Esa evidencia puso entre paréntesis los detalles y la envergadura de la denuncia. También una conversación de whatsapp entre ambos que sucedió a aquella supuesta agresión sexual. La tarde siguiente, Juan le pregunta: -Todo en orden mi amor? -Hola mi amor. Todo en orden. La pericia no ayudó demasiado al relato de Ana. El médico que primero la examina luego de la denuncia del 10 de octubre de 2023 concluye que «no se observan lesiones agudas en región genital y paragenital». También, la pericia efectuada en la División Química Forense de la Dirección Criminalística de la Policía de Entre Ríos respecto de las muestras obtenidas por el médico “ha arrojado resultados negativos”, dice el dictamen del fiscal Etienot. Otro hecho, ocurrido en un estacionamiento sobre calle Cervantes, denunciado por Ana con determinadas características se contrastó con las imágenes de cámaras de seguridad de la zona y viró la escena, el contexto y el relato. A esos hechos se agrega el informe pericial psicológico-psiquiátrico confeccionado por las profesionales del Equipo Interdisciplinario del Superior Tribunal de Justicia (STJ) que dictaminaron que «se puede inferir que el vínculo que sostenía con el denunciado reúne características psicopáticas en tanto a nivel interpersonal tiende Ana a estar interesada en que los demás encuentren satisfacción en estar a su lado, recurriendo a la seducción, victimización, descalificación o amenazas como forma de manipulación». La defensa pudo aportar mensajes intercambiados por ambos desde varios años antes de los hechos denunciados, así como durante los mismos y posteriores, donde surgía claramente “la agresividad y el maltrato constante de la denunciante, su conducta celotipica y fundamentalmente las discusiones previas a los hechos que falsamente denunció. Incluso varios donde la misma denunciante reconocía las falsedades denunciadas”, plantearon los defensores. Y citan un mensaje de whatsapp enviado por Ana: “Perdón por las barbaridades que te dije en estos últimos días. Sé que no sos un violador ni un estafador tampoco un delincuente. Hay algo de vos que me desquicia y es mi problema”. “Fue una causa donde hubo que generar una enorme cantidad de pruebas (filmaciones, análisis de celulares, pericias psicológicas, declaraciones de testigos, etc) por las constantes presentaciones que hacía la denunciante, en forma personal y a través de su abogado. Pudimos demostrar la falsedad de cada uno de sus dichos. Ha sido un proceso tormentoso para nuestro defendido en el que pudimos llegar a la verdad. Este tipo de denuncias generan un daño enorme, con parte de la sociedad que ha impuesto un dogma sobre la verdad en las denuncias de género. Lo que la justicia debe hacer es investigar profundamente sin verdades preconcebidas, tal como la Fiscalía hizo en este caso. No siempre ocurre lo mismo. La violencia de género existe, es un problema grave y estas falsas acusaciones no solo perjudican al hombre, sino también a las verdaderas víctimas, ya que el Estado tiene que dedicar tiempo y recursos para investigar un hecho falso, sacándole dedicación a otros casos que sí pueden ser reales”, evaluó el defensor Damián Petenatti. Ana es un nombre ficticio de la profesional de la salud; Juan tiene otro nombre. Pero la historia es real. Ante la falsa denuncia, sostiene Petenatti, se puede iniciar un proceso inverso por calumnas. Pero eso supone transitar otras vías, “que significa un delito todavía más leve y donde el afectado tiene que seguir el proceso por su cuenta con un abogado de su confianza, ya que no interviene Fiscalía. Nadie quiere tener que iniciar un nuevo proceso cuando acabó de finalizar otro. Resulta desgastante y agobiante para la persona que es falsamente denunciada”. De la Redacción de Entre Ríos Ahora

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