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» Diario Cordoba
Fecha: 22/12/2024 12:38
Ya ha pasado otro año más, y se ha ido muy rápido. Después de escribir las columnas que he escrito durante 2024, creo que está claro que no veo signos reales en nuestra economía para ser muy optimista. Es cierto, e innegable, que el crecimiento económico de España en el año 2023 alcanzó el 2,7% (a precios constantes de 2020) con una zona euro que creció escasamente el 0,5%. En el 2024, para España, se prevé un crecimiento económico del 3%, según Funcas, mientras que en la zona euro se espera un 0,8%, según la propia Comisión Europea. El problema de este repunte económico español es su sostenibilidad no ya a medio plazo sin incluso a corto plazo, debido a qué partidas lo está generando. Si vamos a ver los datos del INE, destaca sobre todo el gasto e inversión pública. Ambas partidas han contribuido considerablemente a aumentar la demanda, jugando un papel fundamental en ese repunte. En el caso del gasto público, en 2023, creció un 5,2% y, en 2024, se espera que crezca de forma parecida. Respecto a la inversión pública, los fondos Next Generation de la UE están jugando su papel de disimular como van las economías europeas realmente. En España, indujeron, durante el 2023, un incremento del 7% en infraestructuras y del 26% en I+D+i (respecto a esto último, no lancemos las campanas al vuelo que ya sabemos que una parte del dinero del estudio para el cáncer se va a obras de arte y viajes). Pese a ello, la inversión tanto pública como privada solo creció un 2,1%, lo que da una idea de lo parada que estuvo a nivel privado. Mientras en 2024, no se espera mucho cambio. Pero lo que llama realmente la atención al mirar estos datos del INE, es el crecimiento del gasto realizado por las denominadas ISFLSH. El consumo de estas creció en 2023 un 4,9% y en 2024 estará en un crecimiento de más del 5%. Son las Instituciones Sin Fines de Lucro al Servicio de los Hogares, el tercer sector, formado fundamentalmente por ONGDs. En España, PWC habla de unas 30.000 ONGDs activas, cuya financiación es principalmente pública: más del 60% del total del dinero que reciben proviene de administraciones públicas de distinto nivel. Vamos que ese repunte económico tiene su base en los gastos públicos, y aquí es donde viene el gran problema. España tiene una deuda de más 1,6 billones de euros, que se dice pronto, el 106% del PIB, es decir, cada ciudadano español debe algo más de 33 mil euros siendo nuestro PIB per cápita de 30.970 euros. Además, esta deuda no deja de crecer, en 2021 acabamos con 1,4 billones, en 2022 con 1,5 y en 2023 con 1,57. Evidentemente no deja de crecer porque no dejamos de tener déficit público todos los años. Básicamente, con nuestros ingresos, pese a batir récords cada año de recaudación tributaria y vivir asfixiados a impuesto, no conseguimos pagar los gastos. De hecho, somo el cuarto país de la UE más endeudado, si se mide en términos de PIB, solo superados por Grecia, Italia y Francia, y muy lejos de Suecia, Dinamarca o Irlanda, todos ellos por debajo de un muy envidiable 45% de deuda sobre PIB. Cualquiera que tenga dos dedos de frente puede ver que este modelo de crecimiento económico, basado en más y más gastos públicos, resulta inviable. Obviamente, para que alguien nos deje el dinero para pagar esta deuda, hay que pagarle unos intereses que forman también parte de los gastos púbicos; ahora no son demasiado elevados, pero ¿qué ocurrirá cuando lo sean? Es decir, este endeudamiento excesivo terminará por erosionar la confianza de los inversores que exigirán un rendimiento más elevado, aumentando un gasto público que ya no podemos pagar. Todo ello en un ambiente de desaceleración económica global. Según el Fondo Monetario Internacional, cuando la deuda pública supera el 90% del PIB, la desaceleración económica está servida, y la nuestra no solo está servida sino a punto de caramelo. ¡Feliz 2025! *Profesora de Economía de la Universidad de Córdoba
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