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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/11/2024 04:55
La belleza de la semana: 5 representaciones europeas de la locura en el arte, parte II Tras un primer envío de cinco representaciones europeas de la locura en el arte, entre los siglos XVI y el XIX -que se centraba en cómo las personas con problemas mentales eran retratadas-, en esta segunda oportunidad el eje se contruye a partir de cómo la sensibilidad del artista ingresa en el campo de la imaginación, de la propia mirada, con construcciones que intermedian entre la literatura, la ciencia (o más bien ‘pseudociencia’) y la historia. Las obras, otra vez, vuelven a tener como límite al siglo XIX. Esta es la tercera entrega de “las bellezas” relacioanadas a este tema, ya que con anterioridad también se recorrieron representaciones de la locura en el arte argentino, a través de las obras de pintoras y fotógrafos, con trabajos de Mariette Lydis, Aída Carballo, Emilia Guitérrez, Sara Facio y Alicia D’Amico y Eduardo Gil. Así, para los próximos envíos se ingresará en el arte europeo del siglo XX, con las vanguardias de por medio, como en el estadounidense y el latinoamericamo. Los bustos de Franz Messerschmidt ¿Puede la locura mirarse a sí misma? El trabajo escultórico de Franz Messerschmidt, artista alemán del siglo XVIII, parece responder que sí. Sin embargo, detrás de su obra hay aún muchos interrogantes. ¿Estaba realmente perturbado mentalmente o, a veces, construir un imaginario con respecto a un trabajo tan disruptivo facilita el entendimiento? Tres de los "personajes" de Franz Messerschmidt Messerschmidt (1736-1783) es recordado por sus innovadores bustos, los Kopfstücke, que representan expresiones faciales extremas, casi como adelantándose noruego Munch y al expresionismo, obras con potencia emocional arrolladora y fueron creados durante un periodo de aislamiento en el pueblo de Presburgo, tras ser expulsado -según algunas fuentes- de la corte austriaca debido a problemas mentales. Aunque, la verdad sea dicha, no existe documentación que avale la teoría de su supuesta “locura”. Messerschmidt se formó en Múnich y Graz antes de trasladarse a la Academia de Bellas Artes de Viena en 1755. Allí, le fue quitada la oportunidad de ser profesor de la Academia por sus posturas políticas, pero pasó a ser “escultor de corte” bajo la protección de María Teresa. Su trabajo entonces son considerados como una transición del estilo barroco tardío al neoclásico. Para finales de los ‘70, se muda a la actual Bratislava, donde vivió con su hermano menor y realizó sus famosas “cabezas de personajes” que, entre grotescas y caricaturescas, reflejan los ideales del arte de la Ilustración del siglo XVIII. En total, la serie está compuesta por 52 bustos que son a su vez autorretratos, lo que fortalece la teoría de que no se encontraba en su mejor estado psíquico. La nueva producción del vienés rompió con los valores clásicos de la escultura, construidos por León Alberti -el gran teórico artístico del Renacimiento-, ya que comenzó a trabajar con materiales blandos lo que se consideraba “pseudoescultura”. De "El arte de conocer a los hombres por la fisionomía", de Johann Caspar Lavater Su, sin embargo, no puede ser disociada de la teoría contemporáneas del magnetismo animal de Franz Mesmer y también de Johann Lavater, que con su libro El arte de conocer a los hombres por la fisionomía (1775-1778) fue la gran influencia del Sturm und Drang, precursor del romanticismo alemán. Esta obra, además, fue la mayor fuente de la difusión de la pseudociencia fisiognómica, que determinaba que a ciertas características faciales se le atribuían particularidades de personalidad (y sobre todo intelectuales). Entonces, ¿cómo cobró fuerza la teoría de la “locura”? A partir del trabajo del psicoanalista e historiador del arte vienés Ernst Kris, quien en 1933 se convirtió en editor de la revista Imago -por pedido de su amigo y maestro Sigmund Freud- en donde sostuvo que “la diferencia entre el artista y el psicótico es que el artista puede volver del mundo de su imaginación al mundo real, mientras que el psicótico no”. Tras un análisis de su obra, Kris sostuvo que Messerschmidt podría haber sufrido de esquizofrenia paranoide, aunque también otros especialistas sugirieron que pudo haber padecido la enfermedad de Crohn. El artista murió a los 47 debido a una neumonía, fue enterrado en el cementerio de St. Nicolai, pero no fue conservada por lo que hoy una lápida simbólica recuerda su existencia. “Nabucodonosor”, de William Blake A lo largo de su carrera, tanto como grabador como escritor, William Blake (1757-1827) creyó firmemente que la imaginación era mucho más importante que la representación realista. Vivió en un período de transición entre el Iluminismo y el Romanticismo, y la mayor parte de su vida, en la pobreza. Fue desconocido para el gran público hasta 1863, cuando Alexander Gilchrist publicó Life of William Blake, Pictor Ignotus (el Pintor Desconocido). Sin embargo, las obras completas de Blake no se publicaron hasta 1927. "Nabucodonosor", de William Blake en el Museo Británico Nabucodonosor (1795/c.1805) es una impresión monotipo en color con adiciones en tinta y acuarela que retrata al rey babilónico Nabucodonosor II del Antiguo Testamento, que tiene como inspiración al bíblico Libro de Daniel, en la que relata cómo su arrogancia lo llevó a perder la razón y, separado de la sociedad, sobrevivió comiendo “hierba como los bueyes”. Según Gilchrist, en la impresión el espectador se enfrenta al “rey loco arrastrándose como una bestia cazada en una guarida entre las rocas; su enredada barba dorada barriendo el suelo, sus uñas como garras de buitre, y sus ojos salvajes llenos de un terror hosco. El poderoso cuerpo está perdiendo semejanza con la humanidad y es bestial en su áspero crecimiento de pelo, reptil en las marcas y manchas como de sapo de la piel, que adquiere colores antinaturales de verde, azul y rojizo.” A nivel histórico, el célebre monarca de Babilonia es recordado tanto por sus logros arquitectónicos como por sus campañas militares. Durante su reinado, que se extendió desde el 604 a.C. hasta el 562 a.C., su legado incluye la construcción de los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, y la restauración de templos significativos como el E.nam.khe y el E.mes.lam. También por la destrucción del reino de Judá y la toma de Jerusalén en dos ocasiones, en 597 a.C. y 587 a.C. William Blake La obra Nabucodonosor fue parte de las llamadas Grandes Impresiones en Color; una serie iniciada en 1795 de doce monotipos en color de 43 cm × 53 cm. Estas fueron pintadas sobre cartón, después del cual el cartón se pasó por la prensa de impresión con una hoja de papel humedecido para hacer las impresiones. Después de ser impresas, Blake y su esposa Catherine añadieron tinta y acuarela a las impresiones. Nabucodonosor fue adaptado de una impresión anterior en El matrimonio del Cielo y el Infierno de Blake. Las planchas para las Grandes Impresiones en Color y las primeras impresiones fueron hechas en 1795, pero se imprimieron más impresiones alrededor de 1805. A finales del verano de 1805, Blake vendió a Thomas Butts Jr. ocho impresiones de las Grandes Impresiones en Color, incluyendo la Nabucodonosor, que hoy se encuentra en la Galería Tate, por £1.1s cada una. “Ofelia”, de John Everett Millais Ofelia, personaje ficticio de la obra Hamlet de Shakespeare, era una joven noble danesa, quien tras la muerte de su padre a manos de su enamorado, cae en las profundidades de la locura. Es, además, musa de muchísimos artistas a lo largo de la historia, siendo la obra del prerrafaelita John Everett Millais la más conocida. "Ofelia", de John Everett Millais en la Tate Gallery El óleo sobre lienzo de 76 × 112 cm, que se encuentra en la Tate Britain, fue presentado en 1852 en la Real Academia junto a otra versión del mismo personaje de Arthur Hughes, quien poco más de una década después volvió a realizar otra versión. Antes que éstas se realizaron algunos grabados sobre el personaje (dos de Eugène Delacroix), pero ninguno sobre este momento específico que Millais eligió y que luego sería representado por el mismo Delacroix (’53), Alexandre Cabanel (1883) y John William Waterhouse (1889), entre otros. Incluso en el arte contemporáneo, la imagen de la Ofelia de Millais continúa siendo citada. La obra, que representa a Ofelia flotando en un río rodeada de flores, es un ejemplo destacado del simbolismo pictórico de la época victoriana. Millais se inspiró en las palabras de Gertrude, madre de Ofelia en la obra de Shakespeare, para dotar a las flores de un significado alegórico. Cada flor en el cuadro tiene un simbolismo específico: el sauce llorón representa el amor abandonado, las margaritas simbolizan el recuerdo e inocencia, y las ortigas el dolor. Las rosas rosadas evocan la juventud, mientras que el collar de violetas alrededor del cuello de Ofelia está asociado con la fidelidad y la castidad. Los pensamientos representan el amor en vano, y las flores “No me olvides” sugieren un deseo de ser recordado. La amapola silvestre, que no aparece en el texto original de Shakespeare, se encuentra cerca de la mano derecha de Ofelia en la pintura de Millais. Esta flor está relacionada con la muerte o el adormecimiento, lo que añade una capa de elocuencia al cuadro y se conecta con el destino trágico de Elizabeth Siddal, musa de la obra. Millais pintó el paisaje del cuadro a orillas del río Hogsmill en Surrey, capturando la naturaleza con gran detalle, mientras que la figura de Ofelia fue recreada en su estudio con Siddal como modelo. "Ofelia" por Delacroix, Cabanel y Waterhouse Siddal fue descubierta por el pintor Walter Deverell mientras trabajaba en una fábrica de sombreros. Deverell la pintó en su obra Twelfth Night y la presentó a los prerrafaelitas, quienes buscaban una modelo que encarnara la belleza ideal del grupo. Siddal, con su cabello cobrizo y figura esbelta, se convirtió en la musa de varios artistas del movimiento. Durante las sesiones para Ofelia, Siddal posó en una bañera llena de agua durante largas horas, lo que le provocó una neumonía cuando las velas que calentaban el agua se apagaron. El padre de Siddal demandó a Millais, quien cubrió los gastos médicos y pagó una compensación. Después de este incidente, Siddal no volvió a posar para Millais, pero sí para Dante Gabriel Rossetti, con quien se casó. Rossetti la retrató en numerosas ocasiones y le prohibió posar para otros artistas del grupo. Sin embargo, su matrimonio fue tumultuoso, marcado por las infidelidades de Rossetti. Ella murió en 1862 por una sobredosis de láudano, un calmante derivado del opio. Rossetti, devastado por su muerte, la inmortalizó en su pintura Beata Beatrix. Siddal fue enterrada junto a los poemas que Rossetti le había dedicado, pero siete años después, el pintor decidió publicarlos y exhumó su cuerpo para recuperar los manuscritos. La leyenda dice que su cabello había crecido tanto que cubría su cuerpo. Aunque Rossetti quemó los originales después de transcribirlos, algunas páginas sobrevivieron. La publicación de los poemas fue un fracaso editorial. "Retrato de Elizabeth Siddal" (1854), por Dante Gabriel Rossetti La pintura Ofelia recibió grandes elogios y consolidó a Millais en el arte oficial, además de contribuir a la aceptación del movimiento prerrafaelita. La obra es un ejemplo de la representación de la locura en el arte, un tema que se exploraría más en el siglo XX. El rostro de Ofelia, capturado con una magnificencia que recuerda a Botticelli, refleja la mezcla de inocencia y desesperación de una vida que se apaga lentamente. “Iván el Terrible y su hijo”, de Iliá Repin Un instante. Los ojos de la locura. Iván el Terrible, el primer zar del Imperio Moscovita, orotagoniza una de las obras más emblemáticas y controvertidas del arte ruso: Iván el Terrible y su hijo, pintada por Iliá Repin en 1885, en la que captura un momento dramático y trágico: cuando el progenitor, en un ataque de ira, golpea fatalmente a su heredero, el zarevich Iván Ivánovich, el 16 de noviembre de 1581. La escena representada muestra a un Iván el Terrible envejecido, arrodillado y sosteniendo el cuerpo de su hijo, quien presenta una herida sangrante en la cabeza. La expresión de horror y arrepentimiento en el rostro del zar es notable, mientras que el joven zarevich parece estar al borde de la muerte. La composición del cuadro es rica en detalles, con un fondo que incluye un espejo, una puerta y muebles volcados, sugiriendo un forcejeo previo. "Iván el Terrible y su hijo", de Iliá Repin, en la Galería Tretiakov, Moscú, Rusia El contexto histórico detrás de esta obra es complejo. Según relatos polacos, el incidente ocurrió cuando Iván intentó golpear a su nuera embarazada por su vestimenta, lo que provocó la intervención de su hijo y el trágico desenlace. Este evento ha sido interpretado como una manifestación del temperamento violento del zar, quien, según teorías del siglo XIX, podría haber sufrido de trastornos mentales o efectos secundarios del tratamiento de la sífilis con mercurio. La pintura de Repin representa tanto ese segundo de arrepentimiento del zar, como también ofrece una crítica implícita a su dinastía y su ambición desmedida. La elección de Repin de retratar este episodio refleja su interés por explorar la psicología de sus personajes y su habilidad para capturar emociones intensas. Para la obra utilizó a su amigo como modelo Grigoriy Myasoyedov (Iván el Terrible) y al escritor Vsévolod Garshin para el zarevich. Iliá Yefímovich Repin fue un destacado pintor y escultor ruso de origen ucraniano, cuya obra se caracterizó por un profundo realismo y una notable capacidad para capturar la psicología de sus personajes, y es reconocido como una figura central del movimiento artístico de los Itinerantes, un grupo de pintores realistas que buscaba llevar el arte a un público más amplio. "Los sirgadores del Volga" de Repin Los itinerantes denunciaron las insufribles condiciones de vida de un pueblo que, pese a la abolición de la servidumbre en 1861, vivía pisoteado por las condiciones que se le imponían desde los espacios de poder. Su obra se destacó por su capacidad para abordar temas contemporáneos y reflejar la diversidad de la vida en sus pinturas, con un estilo que, influenciado por artistas españoles y neerlandeses del siglo XVII, así como por los impresionistas franceses, le permitió desarrollar un lenguaje visual inconfundible. A finales de la década de 1920, la obra de Repin comenzó a ser estudiada en detalle en la URSS, y se le consideró un ejemplo a seguir para los artistas del realismo socialista. “El padre Jofré defendiendo a un loco”, de Joaquín Sorolla En 1887, el español Joaquín Sorolla (1863-1923) creó una obra que capturó un momento histórico: El padre Jofré defendiendo a un loco, un óleo sobre lienzo, que retrata un evento del 24 de febrero de 1409, cuando el padre Jofré, un fraile mercedario valenciano, protegió a un joven con problemas psiquiátricos de una multitud hostil mientras se dirigía a la catedral de Valencia para dar un sermón. “El padre Jofré defendiendo a un loco”, de Joaquín Sorolla, en el Palacio de la Generalidad de Valencia En aquella época, las enfermedades mentales se consideraban una posesión demoníaca, pero el padre Jofré adoptó una actitud revolucionaria y ofreció al hombre refugio y atención médica. Así, cuenta la historia, que la intervención del clérigo no solo salvó al joven, sino que también inspiró la creación del primer centro psiquiátrico de la historia, el Hospital dels Folls, Inocents i Desamparats, que fue financiado por donaciones de comerciantes y artesanos de Valencia y recibió los permisos del rey Martín I y la bula del Papa Benedicto XIII. Sorolla pintó esta obra, que pertenece al Palacio de la Generalidad de Valencia, durante su estancia en Italia, entre 1885 y 1889, gracias a una beca para la Academia Española de Bellas Artes de Roma. Durante su tiempo en Asís, Sorolla coincidió con Emilio Sala, quien influyó en su estilo artístico. Sorolla fue un artista prolífico que dejó más de 2200 obras catalogadas, que atravesó distintos estilos como impresionista, postimpresionista y luminista.
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