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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/07/2025 02:56
La realidad social sigue siendo compleja y se mantiene la percepción de que la economía cotidiana del argentino promedio no muestra señales concretas de mejora (Foto: Reuters) En los últimos meses, los indicadores macroeconómicos de Argentina muestran una mejora significativa y llaman la atención de analistas y medios internacionales. Cifras oficiales de organismos como el Indec y el Banco Central configuran un escenario de estabilidad. La inflación mensual disminuyó drásticamente, se alcanzó un superávit fiscal histórico y la balanza comercial exhibe un saldo positivo. No obstante, la realidad social sigue siendo compleja y se mantiene la percepción de que la economía cotidiana del argentino promedio no muestra señales concretas de mejora. El lado visible de los indicadores Los datos son claros. La inflación mensual, luego de registrar valores de dos dígitos al mes bajó al 2,8% en abril de 2025; 1,5% en mayo y a cerca del 2% en junio, una tendencia inédita en los últimos años. El primer superávit financiero anual del sector público desde 2010 marca un hecho fiscal relevante. Esta disciplina es una señal positiva para los mercados que proyectan una posible salida a la inestabilidad de las cuentas públicas. La inflación mensual, luego de registrar valores de dos dígitos al mes bajó al 2,8% en abril de 2025; 1,5% en mayo y a cerca del 2% en junio En 2024, Argentina registró un superávit comercial de bienes de USD 18.899 millones, impulsado por el crecimiento de las exportaciones y una fuerte retracción de las importaciones, lo que permitió acumular reservas internacionales. La distancia con la economía real A pesar de los avances macroeconómicos, la percepción de la ciudadanía es diferente. La mayoría de los argentinos percibe que la situación no mejora; la dificultad para llegar a fin de mes sigue vigente. Esto se explica a partir de la forma en la que se produjo la desinflación. El descenso de la inflación respondió a un ajuste económico severo y a un shock de precios significativo. La quita de subsidios en servicios básicos y transporte, la devaluación del peso a fines de 2024 y comienzos de 2025 y la liberalización de precios en varios sectores generaron una inflación inicial elevada que deterioró fuertemente el poder adquisitivo. El descenso de la inflación respondió a un ajuste económico severo y a un shock de precios significativo (Foto: Shutterstock) Los ingresos en pesos -salarios, jubilaciones, planes sociales- no acompañaron el nuevo nivel de precios. Aunque la inflación mensual baja, el nivel alcanzado de los precios deja a los ingresos medios muy rezagados. Las dificultades persisten para cubrir alimentos, servicios y alquileres, y los datos macroeconómicos no impactan de manera favorable en el gasto cotidiano. En las últimas semanas, se registró un aumento en el tipo de cambio oficial y paralelo. Esta variación no sólo evidencia tensiones cambiarias, sino que refleja la persistente incertidumbre y falta de confianza sobre el valor real del dólar. En una economía donde el tipo de cambio es central, la volatilidad dificulta la planificación y limita cualquier intento sostenido de estabilización En una economía donde el tipo de cambio es central, la volatilidad dificulta la planificación y limita cualquier intento sostenido de estabilización. Sin un valor de referencia claro para el dólar, es complejo que los agentes económicos tomen decisiones de largo plazo. El fenómeno de los viajes al exterior Una de las contradicciones más visibles surge en la cuenta corriente externa. Mientras la mayoría enfrenta una recesión profunda, el Indec informó un déficit de USD 5.191 millones en el primer trimestre de 2025, impulsado en gran parte por el gasto en viajes al exterior. Esto plantea un interrogante: ¿quiénes viajan en este contexto de ajuste? La economía segmentada ofrece la respuesta. Para quienes dependen de ingresos en pesos la situación es distinta a la de quienes perciben ingresos en dólares, trabajan para el exterior o cuentan con ahorros en moneda extranjera. El déficit en servicios refleja el consumo de una minoría con capacidad de aprovechar la calma cambiaria, no el del conjunto de la población. El déficit en servicios refleja el consumo de una minoría con capacidad de aprovechar la calma cambiaria, no el del conjunto de la población (Foto: Getty) No se busca emitir juicios de valor, sino observar el fenómeno y comprenderlo desde el análisis económico. ¿Estabilidad sostenible? La principal pregunta es si esta situación de “estabilización” será sostenible. La respuesta depende de varios factores. El superávit fiscal es central. Si se mantiene, podría posibilitar una reducción de la emisión monetaria y contribuir a consolidar la baja inflacionaria. Para una estabilidad real y duradera, al menos dos condiciones resultan indispensables: Recuperación del poder adquisitivo: Sin recuperación de salarios y jubilaciones, el consumo interno continuará deprimido. Una economía sin consumo no crece de forma sostenida. Generación de empleo y aumento productivo: El crecimiento del PBI de 5,8% en el primer trimestre de 2025 señala un avance, pero necesita continuidad sostenida, basada en inversión y mayor producción, no sólo en rebotes estadísticos. Si se prolonga un escenario con estabilidad macro y deterioro microeconómico para la mayoría, el modelo podría tornarse inviable social y políticamente. La recesión tiene un límite. La legitimidad del rumbo económico depende de que la sociedad perciba resultados concretos La paciencia social es finita. Sin mejoras tangibles en la calidad de vida, los logros macroeconómicos podrían perder efecto y generar nuevas tensiones. La legitimidad del rumbo económico depende de que la sociedad perciba resultados concretos. De lo contrario, el rechazo llegará a través de las urnas. Para Argentina, el desafío es convertir la aparente estabilidad en una mejora real para toda la población. El autor es economista, analista y consultor. Mg. en Globalización y Mercados Emergentes (Universitat de Barcelona)
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