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  • Un parásito en la lengua

    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/11/2024 05:28

    El Cymothoa exigua es un tipo de cochinilla que se adhiere a la lengua de los peces y se alimenta de su sangre. Con el tiempo, el órgano se atrofia y se desintegra y el parásito pasa a reemplazarlo. El bicho actúa como la lengua del pez, no parece que el pobre anfitrión sufra especialmente. Eso sí, la imagen es repugnante. «Muertos, muchos muertos», afirmó Iker Jiménez. Ese comunicador que ha ido sustituyendo las fantasmagorías por sabrosos y lucrativos bocados conspiranoicos y populistas. Con instinto necrófago, supo ver las posibilidades de la DANA y se aferró a la tragedia dispuesto a succionar hasta la última gota. Su programa ofreció un completo menú de desinformación. No solo expandió el bulo siniestro de que en el aparcamiento de Bonaire (Aldaia) se encontraban cientos de cadáveres, sino que lo utilizó para proclamar el silencio cómplice e inmoral de las autoridades. Al fin, ya sabemos, no se encontró ni un cadáver. Todos podemos ser engañados o interpretar mal. Pero cuando la intención es manipular, abonarse a linchamientos y despreciar la verdad, eso no es periodismo. Mantenerse a salvo no es fácil. Estamos padeciendo una auténtica plaga de Cymothoa exigua que no solo encuentra acomodo en oportunistas y opinadores de vómito fácil, también en columnistas con décadas de oficio a sus espaldas y de solvencia intelectual más que sobrada. Unos días después de la letal lluvia torrencial, sorprendía una columna de Juan Manuel de Prada en el ABC en la que apelaba de forma reiterada a «los hijos de la grandísima puta» del Gobierno. El artículo no solo era impreciso en la información, sino que destilaba una violencia absolutamente inapropiada, más aún en un momento traumático para la sociedad. La desinformación y la antipolítica van de la mano. Los bulos y la crispación matan el diálogo y la capacidad de concebir un futuro compartido y mejor. Al fin, colonizan la democracia. Seguimos pareciendo los de antes, pero no lo somos. Un parásito se ha instalado en nuestra lengua. Y en el cerebro. Y en el voto. *Escritora

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