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Parana » 2 Florines
Fecha: 11/11/2024 03:17
El periodista de investigación cuestionó las iniciativas de Milei que “hacen ruido institucional” y aseguró que “se beneficia de su fama de loco”. Habló del vínculo con Trump y las causas judiciales pendientes. “No conozco mejor olfato político que la de jueces y fiscales”, afirmó. Por Nahuel Amore Hugo Alconada Mon disertó el pasado miércoles en Paraná, en el marco del ciclo de charlas por el 45° Aniversario de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos. El destacado periodista de investigación puso foco en el contexto político, macroeconómico y judicial que se vive a nivel nacional, con especial atención en el escenario que se configura en el país de cara a 2025. En un mano a mano con DOS FLORINES, reflexionó sobre uno de los temas que más le inquietan y por el que ha profundizado sus investigaciones contra los gobiernos: la institucionalidad. Al respecto, fue contundente al advertir que con Javier Milei no hubo una mejora y que, por el contrario, observa “un período de incertidumbre y hasta de retroceso institucional”. Por otro lado, planteó los interrogantes que se pueden generar en torno a las causas por corrupción contra el kirchnerismo, posibles pactos y el rol del Poder Judicial. Además, abrió el paraguas en torno al impacto en la Argentina de la segunda presidencia de Donald Trump y se refirió a las implicancias del RIGI en el plano social y judicial. —¿En qué etapa institucional está hoy la Argentina? ¿Ha cambiado algo? —Sí. Estamos en un periodo de incertidumbre institucional. Estamos en un momento hasta de retroceso institucional. ¿Por qué? Porque tenés distintas iniciativas de Javier Milei que por lo menos te hacen crujir, hacen ruido institucional, desde el impulso de determinadas propuestas por DNU, cuando no debería, o también, por ejemplo, la nominación de Ariel Lijo para la Corte Suprema, que también cruje. Podría ir dando otros ejemplos de que no es el mejor momento para las instituciones. Me podrías preguntar cuál fue el mejor momento para las instituciones y te diría, desde el retorno a la democracia, que hay que retroceder unos cuantos años, probablemente, a los primeros años de Alfonsin o a los primeros años de Néstor Kirchner cuando intentó restablecer la institucionalidad del post colapso de 2001. —¿Qué tiene de distinto en las formas con que el kirchnerismo manejó el poder en los últimos 20 años, también cuestionado por la institucionalidad? —Si hablamos de corrupción, hasta ahora no hay grandes escándalos. Hay ruidos o problemas, por ejemplo, en el retraso del reparto de los alimentos, pero eso no es corrupción, en el sentido estricto. Hay reproches y controversias sobre la bicicleta financiera, sí, pero hasta ahora eso no significa corrupción. Sí podrías reprocharle a este Gobierno un proceso de, por un lado, eventuales conflictos de interés, como los expertos en finanzas con consultoras que después pasan a ser gobierno y las empresas para las cuales trabajaban terminan siendo beneficiadas. Si te ponés a comparar con el kirchnerismo, esto no tiene nada que ver, al menos por ahora. Muchas veces ocurre, como con los autos cero kilómetros, que al principio huelen y andan bien, pero después con el mismo rodaje te das cuenta realmente si tenés un buen auto o si decís que a esto no lo compro nunca más. —Milei en campaña y como Presidente dice que deja atrás la vieja política. ¿En algún punto lo lleva a la práctica? —No. Entiendo el por qué pregona eso y entiendo la frustración del electorado frente a la vieja política. No te dieron resultados y, como dice Pagni, no te dieron prestaciones. Entonces, la gente dice: “Intenté con el radicalismo y me fue mal; intenté con el peronismo y me fue mal; intenté con el peronismo de derecha con Menem; el peronismo de izquierda con los Kirchner; después lo probé con Duhalde; lo probé con Macri… ¿Sabés qué? Tiremos del mantel y que sea lo que Dios quiera”. Entiendo la idea esa. En la práctica, ¿es lo que está ocurriendo? No. Están Menem en el gobierno, Daniel Scioli, Guillermo Francos… Guillermo Francos es un ejemplo clásico de lo que Milei definiría como casta. Hay que prestar atención a lo que dicen los funcionarios, pero más atención hay que prestar a lo que hacen. Y ahí es donde vos ves una dicotomía. —¿Qué te provoca que un Presidente diga que no son importantes las formas? ¿Te genera ruido? —Creo que es un error. Y creo que vos y que yo, en nuestra vida cotidiana, comprobamos a diarios que eso es un error. Podés tener la razón en una discusión. Pero si perdiste control e insultaste, la discusión pasa a ser por qué me insultaste y dejó de ser el motivo de cual estabas planteando el reproche. Las formas, en una democracia y en una república, a menudo son fundamentales. Milei, por supuesto, se aprovecha de, por un lado, la situación general, la debilidad de la oposición, que del otro lado no está Superman, sino que en esa drácula, el hombre logo, Frankenstein y te dice que si no vienen estos. —Ese pareciera ser uno de los factores políticos que lo sostienen, a pesar de sus medidas. ¿Qué otro rasgo te llama la atención? —Él también se beneficia de su fama de loco. Milei ha dicho “vos sos un mogólico”, que es absolutamente inaceptable. Y si vos lo dijeras en una radio, si yo lo dijera en esta entrevista, si Macri o Cristina lo dijeran, tu carrera profesional, mi carrera profesional o la carrera política de todos, se termina en ese mismo instante. Milei puede decirlo y la gente se lo celebra. Él se beneficia de su fama de loco para romper algunas de estas formas y cruzar líneas que no debería. Causas, pactos y Trump —¿Cómo crees que van a avanzar las causas judiciales más importantes del kirchnerismo en esta etapa? ¿Puede haber algún acuerdo político? —Es un buen punto. En este tipo de temas es muy difícil reconstruir si hubo un pacto. Al mismo tiempo, podés inferirlo por reacciones, comentarios, actitudes, silencio, omisiones. Habrá que ver qué ocurre durante los próximos meses con algunos de los expedientes más sensibles de la larga década kirchnerista. Hay que ver qué pasa con la Causa Cuadernos, con las apelaciones y expedientes de Vialidad, de Obra Pública, de Pacto con Irán, Hotesur, Los Saucer… Es incierto. Al mismo tiempo hay que prestar mucha atención a esas decisiones porque no conozco mejor olfato político que la de jueces y fiscales. Si querés saber si hay un pacto, fijate lo que hacen los jueces y fiscales. Son procíclicos. No todos, por supuesto. Hay gente muy digna, muy laboradora, muy honesta, muy proba. Pero por lo general el Poder Judicial argentino ha demostrado ser procíclico. Cuando dejás de tener poder, te patearán la cabeza. Si llega a haber un pacto con el kirchnerismo o si los jueces y fiscales vislumbran que el kirchnerismo puede volver al poder, lo vas a notar en sus decisiones judiciales. —Hablando de pacto, ¿qué tan ciertas o paranoicas son las teorías conspirativas que explican la llegada de Javier Milei por una alianza internacional con Estados Unidos e Israel? —Creo que es una lectura posible pero incorrecta. ¿Hay sintonía entre dirigentes como Víctor Orbán de Hungría, Jair Bolsonaro de Brasil, Nayib Bukele de Salvador, Donald Trump de Estados Unidos, Javier Milei de Argentina y otros como Vox de España? Sí. ¿Significa eso que hay un acuerdo entre ellos para dominar el mundo? No. ¿Significa que se cruzan ideas y prácticas y se pasan datos de know how? Sí. ¿Significa que se financian mutuamente? No. No hay indicios de eso en ninguno de los países y eso que yo trabajo con periodistas de investigación y en ningún momento han surgido datos de valijas, por ejemplo. Al mismo tiempo, me da la sensación que tenés como mínimo una dinámica… —¿Pendular? —Sí. Hubo un periodo de Estado del Bienestar; después vino un péndulo más ochentoso Rigan Tatcheriano más para neoconservador o conservado; después vino otra vez con Clinton y compañía una dinámica de new New Deal; después vino otra vez un neoconservadorismo con George W. Bush. Hay péndulos. Y en estos péndulos hay veces que podés subirte a la ola y de repente fluyó para el otro. Hoy podemos decir que además se benefician de las dinámicas propias de las redes sociales donde juega claramente Elon Musk a favor de ellos. Ahora bien, ¿esto conlleva a vislumbrar indicios de una conspiración, de un acuerdo? No, del mismo modo que tampoco lo veo del otro lado, de que una conspiración woke para dominar el mundo. —¿Qué lectura hacés de la relación de Argentina con Estados Unidos a partir de la llegada de Donald Trump? Por ahora, se muestran cercanos… —Veo demasiado simplismo a la hora de analizarla, no te digo en funcionarios que son muy astutos, pero sí de algunos de sus referentes en las redes sociales que tienden a decir blanco negro, bueno malo. Hay matices y doy un ejemplo. Trump es realmente amigo de Mauricio Macri, se conocen hace 40 años. Uno puede decir que el triunfo de Trump lo ayudó a Macri porque logró el apoyo para obtener ese mega préstamo que le dio el FMI, pero al mismo tiempo Trump le aplicó barreras proteccionistas a un montón de productos como el biodiésel que fue un sablazo de 1.400 millones de dólares al año sin avisarle. —¿Anticipás posibles medidas que impactarán en la Argentina? —Mirando para adelante con Milei, puede tener un apoyo en el Fondo Monetario, sí. Pero Trump durante la campaña dijo que va a subir las barreras arancelarias 20 puntos porcentuales. También ha dicho que quiere modificar la tasa de interés de la Reserva Federal, lo cual subiría el valor de los títulos soberanos del Tesoro de los Estados Unidos y te jode a los mercados emergentes. Además dijo que va fortalecer el dólar. Cuando te suba el dólar te obliga la devaluación de otras monedas. En la práctica, Javier Milei tiene un desafío adicional para levantar el cepo argentino. Conflictos —¿Creés que el RIGI puede despertar un nuevo foco de conflicto para el Gobierno, no sólo judicial, en distintas zonas del país? —Sí, va a ocurrir, es lógico. Puede haber múltiples ONGs, sectores perjudicados o potencialmente perjudicados que van a plantear sus objeciones. Es natural que todo sector que pueda verse potencialmente damnificado primero vaya a intentar hacer lobby frente a los funcionarios; lobby en el sentido correcto de la palabra, de expresar mis inquietudes y preocupaciones y plantear el impacto que estas medidas pueden tener en mi sector. Después van a intentar con la Justicia. —Pero me refiero si considerás que el RIGI, visto desde arriba, puede generar conflictos que trasciendan lo judicial e impacten, por ejemplo, en la gestión de Milei como una debilidad. —Ahí habrá que haber que ver cada caso concreto. Va a depender mucho de qué realmente se presente en el RIGI y qué realmente se concrete. Eventualmente pueden autorizar una inversión por equis cantidad de millones de dólares y aún así no se concreta. ¿Cuántas veces hemos visto anuncios de supuestas inversiones que nunca llegaron? Nunca llegaron porque se complicó la momia en el camino. Creo que sí, puede generar ruido y, al mismo tiempo, se puede plantear una cuestión de desigualdad de la ley. Si yo estoy cumpliendo esta regla y viene el tipo, se me pone al lado y cumple reglas menos dos. Es injusto. —En Argentina, después de 2001, cada vez que se acerca diciembre es recurrente pensar en posibles conflictos sociales. ¿Cómo está hoy la sociedad ante las medidas del Gobierno y cuán fortalecidas las instituciones para evitar que haya un estallido social? —La respuesta corta es no lo sé. ¿Por qué? Porque en teoría el Gobierno dice que eliminaron los intermediarios y que los beneficiarios de los planes sociales reciben hasta un 15% más de dinero en su bolsillo. Además es cierto que muchos beneficiarios sociales hoy reciben más dinero que antes y que incluso están más o menos parejos con la inflación. Eso dice el Gobierno. Supongamos que es así: ¿Eso significa a su vez necesariamente la paz social? No. ¿Y por qué? Porque después tenés imponderables. Por ejemplo: podés tener una epidemia galopante de dengue y no reparten lo que fuere, como ocurrió con los alimentos; o se te corta la luz, con la diferencia que ahora pagás una factura de 500 mil pesos por mes. Ahí sí se puede podrir la dinámica. Son imponderables que a veces te la ponés de sombrero en la curva que no esperabas.
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