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  • La espiral de silencio en el caso Errejón: por qué no trascendieron los presuntos abusos durante años

    » Diario Cordoba

    Fecha: 26/10/2024 05:05

    En muchos círculos periodísticos, políticos o de la noche madrileña, es raro el que no recibiera algún mensaje la tarde-noche del jueves asegurando que conocía, como poco, a una mujer que había pasado por una experiencia con Íñigo Errejón similiar a la que publicó la periodista Cristina Fallarás en su cuenta de Instagram. Periodistas en la red social X, y otros tantos en las tertulias, se aprestaban a confirmar lo que venía siendo una supuesta rumorología que pululaba por la capital. La actriz y presentadora Elisa Mouliaá es la única que, por el momento, ha interpuesto una denuncia ante la policía. En su comparecencia asegura que el exdiputado la introdujo en una habitación, cerró el pestillo, "la empujó sobre la cama y se sacó su miembro viril, comenzando a lamer la zona de los pechos" durante unos 20 minutos. Aunque no todas hayan seguido su camino, al menos por ahora, Fallarás aseguraba este viernes que tenía unos 12 mensajes más de mujeres en los que cuentan experiencias distintas con el político. Ha seguido publicándolos. Todavía no se conoce si, como en el caso de Mouliaá, todas esas experiencias podrían ser constitutivas de delito o no. Lo que sí parecen tener en común es un patrón sexual abusivo y un trato poco cuidadoso para el que se erigió como portavoz del cuidado de la salud mental. "Lo sabía todo el mundo" La pregunta es cómo siendo tan conocido, tuvo que ser una acusación anónima, sin nombres ni apellidos del presunto culpable, la que hiciera saltar por los aires su estatus como político. ¿Por qué nadie lo frenó antes? ¿Por qué nunca se activó algún mecanismo de control en los partidos que pudieron tener constancia? Fuentes conocedoras hablan de "dinámicas de poder" dentro de las formaciones. Hay quienes aluden a que las víctimas no querían que se supiera, o que no había pruebas, o a que se arriesgaban a una denuncia sin pruebas. También habría ciertos recelos a perder la carrera profesional. Y, mientras tanto, él seguía ahí. "Lo sabía todo el mundo. Es que eso te lo puedo decir sin miedo. Lo sabía todo el mundo que conociera a Errejón desde hace muchísimo tiempo", asegura Beatriz Gimeno, exdiputada de Podemos. "Tenía comportamientos no solo machistas, sino muy poco empáticos y cuidadosos con la gente en general en su vida cotidiana". También, indica, en el plano afectivo-sexual. Pero ni siquiera el relato en X de una afectada (@ChaChaCharlieB), y cuya cuenta ya no existe, removió tanto. En aquel momento, ella contó que el entonces diputado le había puesto la mano encime en un evento feminista. Aseguraba que justo después, la diputada de Más Madrid y portavoz de la Comisión de Mujer en la Asamblea, Loreto Arenillas, la llamó para evitar un "escarnio público" e intentar "mediar" entre ambos. O presionar para que no dijera nada. Al final, y ante su negativa a dimitir, la formación madrileña anunciaba a última hora de este viernes su cese, mientras la implicada aseguraba ser un "chivo expiatorio" y víctima de un "abuso" por parte de la orgnización. Las últimas informaciones apuntan a que en la formación que lidera la ministra de Sanidad Mónica García, Más Madrid, estaba al corriente de todo lo sucedido desde, al menos, 2022. Sumar niega que ese sea también su caso. La secretaria de Comunicación, Elizabeth Duval, aseguraba este jueves en el programa 59 segundos (TVE) que su partido no tenía constancia de esos presuntos abusos, algo que niegan fuentes del partido. La vergüenza cambia de bando También hay quienes callaron porque las propias mujeres que dicen haber sido víctimas de abusos no querían hablarlo, algo que empieza a cambiar. Las asociaciones feministas se congratulan de que "la vergüenza esté cambiando de bando", uno de las frases que Gisèle Pelicot, la mujer francesa de 72 años que fue violada durante años por decenas de hombres invitados por su marido, dejó ya para la historia. "La noticia aquí no es que un político haya tenido comportamientos machistas, sino que las mujeres y las disidencias estamos empezando a romper los silencios que rodean a esas violencias", asegura María Batalla, de la Comisión 8M. Con todo, prosigue, se necesitan "cambios estructurales para asegurar que ese tipo de situaciones no se repitan" y para que se hagan todas las "reparaciones personales, comunitarias y sociales" para las víctimas. Batalla cree que "estamos transformando la cultura de la violación, esa que nos dice que somos unas exageradas, que no es para tanto, que lo que creemos no pasó y que vamos a romper una familia o un partidos". La misma cultura por la que muchos encubren este tipo de actos. Es "la que nos enseña que el agresor es un monstruo agazapado de noche, en una esquina, para evtar que señalemos que nos agreden nuestros amigos, nuestros jefes, nuestros novios o nuestra propia familia", añade. Asegura que "el miedo está empezando a cambiar de bando" y ya no hay tanta vergüenza a gritar contra los asesores. Pero, aunque cada vez haya más voces que se atrevan a denunciar este tipo de abusos, este sentimiento todavía puede permanecer en mujeres que han pasado por una situación así. La misma Elisa Mouliaá lleva desde el jueves por la noche recibiendo mensajes que ponen en duda su relato. Otras personas hacen lo propio con las acusaciones anónimas por no acudir a la policía. "Para que las víctimas puedan hablar, el pacto de silencio patriarcal que opera en las altas esferas de la política se tiene que romper y no solamente fracturar. Con la dimisión de Errejón, solo se ha rasgado un poco y sigue tan intacto como siempre. Así que no les podemos pedir a ellas que hablen, porque lo harán cuando seamos capaces de repararlas, en vez de juzgarlas, y. cuidarlas. La mirada debe dirigirse a ellos", escribe la profesora universitaria y activista feminista Zuriñe Rodríguez Lara en El Salto. Para eso faltan, como reclama Gimeno, protocolos dentro de la política y muchísimo trabajo en el seno de las organizaciones. El hecho de que además Errejón sea un personaje público, hace todavía más difícil el proceso de denuncia, según los expertos. "Si ya cuesta señalar a un hombre, por la situación de desigualdad entre la credibilidad que se da a la mujer y al hombre, cuando hablamos de un varón con poder fáctico, la dificultad es aún mayor", asegura Alba Alfageme, psicóloga especialista en violencia machista. Laura Teruel, analista de Agenda Pública y profesora de la Universidad de Málaga, cree que no hay un esterotipo de machista: da igual que sean de derechas o de izquierdas, mayores o jóvenes, más o menos cultos. Para ella, abusar del consentimiento -haya habido o no un delito tipificado en el Código Penal- ya es censurable. "Pero me voy a quedar con algo positivo: antes se cuestionaba mucho a las mujeres por este tipo de declaraciones y comentarios, y aquí ha habido una credibilidad y una reacción inmediata en la sociedad, siendo él una persona con buena prensa. Además, aunque sea triste, es algo que no hubiese pasado hace años", añade. El caso Nevenka así lo atestigua.

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