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  • Día de la Madre: tiempo, ayuda y cuidados, el mejor regalo para la maternidad reciente

    » La Capital

    Fecha: 20/10/2024 11:07

    En su día las madres de hoy están en general más solas y exigidas. Es clave su integración a grupos de pares y el compromiso del entorno Convertirse en madre implica adquirir de un momento a otro un rol que irá mutando, pero no caduca. ¿Cómo se viven los primeros momentos de esa experiencia singular que es, a la vez, toda una institución social e histórica? Profesionales expertas en acompañar el proceso que va desde el embarazo y el parto al puerperio y la crianza, advierten que hoy las maternidades se ejercen en gran medida en soledad. Un tema para hablar en el Día de la Madre . Por eso recomiendan a mujeres y personas gestantes integrarse a grupos de pares o “tribus”, así como priorizar la recuperación del cuerpo y de la psiquis, sin apurar los procesos. También les piden a sus familiares y entornos compromiso para cuidar no solo al bebé sino a la reciente mamá. “La maternidad está ensalzada y al mismo tiempo llena de mandatos y exigencias sociales, no se percibe que es un cambio radical”, dispara Lucía Brienza, psicóloga, docente de la UNR y diplomada en salud mental perinatal por la universidad autónoma de Barcelona. La especialista comenzó a investigar y a capacitarse en esta rama tras devenir madre hace 13 años. “Ninguna Facultad del país nos forma en salud mental perinatal durante la carrera” , señala sobre el abordaje de “los avatares no necesariamente patológicos en derredor del nacimiento”. Y pone en evidencia su invisibilización, incluso como campo de estudio. “En el consultorio recibo en su mayoría a mujeres que no pueden quedar embarazadas, o están haciendo tratamientos de fertilidad, a quienes atraviesan el puerperio y los primerísimos momentos de la crianza. Incluso vienen con sus bebés. Creo que todas sufrimos algún tipo de malestar y llegamos a la maternidad con una carga que no tienen las masculinidades”, describe para concluir a partir de su práctica en la clínica: “Hoy se materna en absoluta soledad”. Como consecuencia, “mujeres y personas gestantes buscan hacer tribu con amigas, primas, compañeras de yoga: se pasan datos sobre pañales, pediatras, psicólogos. Es una movida que el feminismo ha habilitado”, continúa Brienza, además doctora en Historia.“En las últimas décadas esto se profundizó porque convivimos en núcleos familiares más pequeños y los saberes de las mujeres se fueron perdiendo. Por otro lado, las maternidades son más tardías”, explica. Al margen del acompañamiento real a las recientes mamás, “hay una sensación de soledad relacionada con lo vivido a nivel hormonal, a nivel del psiquismo. Es una experiencia muy íntima, muy subjetiva”. Maternidad y demanda La puericultora, psicóloga social y doula Ofelia López coincide en la noción de maternidades solitarias. “Por el ritmo de vida, porque ya no vivimos en comunidad, sube la vara de las exigencias y parece que podemos con todo. Es clave pedir ayuda, saber que hay muchas cosas que no podemos en este proceso de gestar, parir y cuidar”, aconseja y recalca: “No se trata solo de cuidar al bebé sino de nosotras mismas: comer bien, hacerse controles, análisis. Recuperarnos rápidamente para producir para afuera, para otros, puede traernos problemas a largo plazo. En realidad, si la mamá no está bien, el bebé tampoco. Preguntémonos cuál es el compromiso social que podemos asumir frente a las mujeres que arrancan en su maternidad y están muy demandadas”. “Hay que prevenir los desbordes, la red siempre es importante”, insiste López luego de 17 años de trabajo e intervención en esta materia. “Tendrían que ser más largas la licencias, para la mujer y para quien acompaña. Mientras, debemos tener una mirada crítica y hacernos cargo de organizarnos para colaborar como familia, como vecinos, como compañeros de trabajo. A veces basta con un llamado, con tocar el timbre”, propone. En las rondas de crianza, en los relatos de quienes transitan el posparto, la preocupación por cómo sostener en soledad se repite. Cuando toman la palabra, las recientes madres expresan que los familiares no las entienden o que están todos ocupados. “Muchas veces los abuelos y otros miembros de la familia siguen trabajando, o no trabajan pero están con actividades, no tienen tiempo”, resume López las características de una época en la que “el afuera” exige hiperactividad y productividad. >>Leer más: La madre que celebra su día corriendo una maratón junto a su hijo En ese sentido, la psicóloga e historiadora Lucía Brienza aporta: “Tenemos que darnos el tiempo para ser mujeres madres, no apurarnos por volver a lo social, a lo laboral, al deseo más allá del hijo; sacarnos la idea de que una puede volver a ser la misma de antes”. Tras una breve pausa, afirma: “Seguramente habrá mejores versiones de nosotras mismas: la maternidad nos da esa chance de repensarnos, de incluir a otros que dependen de nuestras acciones, sin que sea un mandato”. La profesional solicita “no romantizar la maternidad” y dice que “si escucháramos a las madres en ronda, muchas mujeres se sentirían aliviadas”. Su sueño es que haya un acompañamiento a las maternidades recientes, así como existe la preparación para el parto, donde se reconozca la complejidad del período. “La experiencia es ambivalente: el mismo día que querés que tu bebé se duerma ocho horas porque no lo aguantás más, también querés que se despierte porque lo extrañás”, ilustra. A esto se suma que, aun cuando pasan los años, las madres son “la variable de ajuste en el cuidado de los hijos, las que se hacen cargo mayormente de las tareas de cuidado”. “Durante la gestación, la mujer está más mirada y se siente el centro de atención. Con el nacimiento, la mirada pasa al bebé, como si sobreviviera solo”, retoma Ofelia López, y suma al panorama la ley de parto respetado, vigente desde hace 20 años. “Es un derecho, no un privilegio. Es importante porque una buena experiencia de nacimiento, donde la mamá haya podido tomar decisiones, se refleja en el pos-nacimiento”, agrega quien prefiere evitar la palabra puerperio, porque la encuentra “más asociada a lo hormonal”. Según el discurso médico, esta etapa dura unos 40 días (lo que demora el útero en contraerse), aunque considerando los cambios psicofísicos en su conjunto se la extiende a un año e incluso a los primeros mil días. “Es recomendable pensar la recuperación del cuerpo, del útero y de todos los órganos, durante los nueve meses posteriores al parto. Y también la recuperación psíquica”, completa Ofelia López sobre ese pasaje crucial, no exento de prejuicios y tabúes, cuya singularísima vivencia reclama una comunidad atenta a las necesidades de las nuevas madres.

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