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  • Eugenio Merino entierra a Lorca en un banco público para reivindicar la ideología del poeta: "No me considero un activista, sino un artista visual con un componente político"

    » Diario Cordoba

    Fecha: 20/09/2024 03:37

    Primero lo enterró en una nave de Madrid, en una fosa rodeada de tierra y sellada con un cristal transparente, vestido con abrigo, camisa blanca, pantalón y con las manos cruzadas sobre su pecho. Ese cuerpo, perfectamente reconocible, era el cuerpo de Federico García Lorca, protagonista de una instalación llamada Ruina creada por el artista Eugenio Merino, una pieza en la que el poeta se convertía, una vez más, en símbolo de toda esa memoria que aún permanece enterrada junto a miles de desaparecidos de la represión franquista. La obra pudo verse entre marzo y mayo en la Galería Memoria de Carabanchel, pero a partir de este jueves, en la Galería ADN de Barcelona, ese mismo cuerpo del poeta estará oculto y sepultado en otro espacio, el interior de un banco público de cemento. Un banco de cemento gris como cualquiera de esos bancos de cemento gris que pueblan las calles de cualquier ciudad, una instalación llamada Banco Público que Merino ha creado a partir de “una investigación sobre la ideología política de Federico García Lorca y su instrumentalización desde el Franquismo hasta la democracia”. Merino, que lleva años inmerso en el estudio de la dimensión política del poeta, ha basado su investigación en las entrevistas y conferencias que Lorca concedió en vida, recopiladas y publicadas a lo largo de estos años por el periodista Víctor Fernández, el hispanista Ian Gibson y el editor Rafael Inglada. “Yo empecé a trabajar sobre Lorca en 2020 —explica Merino a este diario—, había trabajado con la figura de Picasso o de Warhol y queríamos seguir con Frida Kahlo en un proyecto en torno al turismo pero, de pronto, salió el tema del poeta. Se había celebrado el Año Lorca [la Comunidad de Madrid conmemoró en 2019 los cien años de su llegada a la Residencia de Estudiantes] y yo me había leído uno de los libros que editó la Comunidad donde se decía que Lorca era apolítico y que no estaba posicionado. Me pareció que ahí había un tema y empezamos a trabajar sobre la representación de Lorca, sobre cómo debía ser la representación de un desaparecido político y cómo se habían hecho los monumentos de Federico García Lorca hasta la fecha”. Después de una primera “máscara de bronce con la cara de Lorca, un Monumento al cuerpo desaparecido” que Merino exhibió en ARCO, apareció la oportunidad de colocar una escultura del poeta en una fosa excavada en la Galería Memoria, que por aquel entonces estaba de obras, “y le puse el cristal para que la gente pisara ese suelo que está sepultado con cadáveres, que al final es el suelo de España”. La instalación que se pudo ver hasta el pasado mes de mayo en la Galería Memoria de Carabanchel. / Cedida En aquella instalación, el actor Alberto San Juan recitó los textos seleccionados por Víctor Fernández a partir de los libros Palabra de Lorca: Declaraciones y entrevistas completas, De viva voz: conferencias y alocuciones y Manifiestos, Adhesiones y Homenajes (1916-1936): “Alberto empezaba leyendo un texto de 1936, acababa con uno de 1917 y veías que era exactamente lo mismo, que en 1917 Lorca se cagaba en las banderas y en las fronteras, y en el 36 decía lo mismo del nacionalismo, por ejemplo. Y esa conexión de ir hacia atrás es brutal porque piensas, ¿en qué momento Lorca era apolítico? ¿Me lo puedes explicar? Porque yo no lo veo”. Ahora, en la Galería ADN, esos mismos textos se escucharán en un archivo sonoro con la voz de Juan Diego Botto, con un tono neutro, sin recitar ni interpretar, como si la voz del actor fuera, dice Merino, “la voz de Lorca que nunca se ha encontrado”. Un banco como contramonumento La elección de un banco de cemento para evidenciar la ausencia del cuerpo y la voz de Loca no es inocente, sino política, ya que se trata de un material, dice la comisaria Semíramis González, convertido en “la metáfora de ese asfalto que recorremos a diario, sobre el que pisamos, y bajo el cual permanecen más de cien mil personas represaliadas”. La historiadora sostiene que la obra “no es solo un gran volumen de cemento, sino un contramonumento que pone de relieve la urgencia por recuperar y reivindicar el compromiso político del poeta”, un banco “a modo de memorial” en el que cualquiera está invitado a sentarse, “igual que la sociedad española se asienta sobre los crímenes del pasado”. El artista Eugenio Merino. / Cedida Merino añade que “existen muchos lugares de memoria, con fosas, en los que se han hecho obras públicas y muchos de esos cuerpos están en el cemento, un material muy utilizado para la ocultación. En Banco Público estamos hablando de la ocultación de los cuerpos y de la ocultación del pensamiento de Lorca, y todo eso ocurre en este espacio donde te sientas porque la sociedad española se asienta sobre todo esto”. El banco, de 1.150 kilos de cemento, ha sido construido en una fábrica de Girona especializada en la construcción de este tipo de mobiliario urbano y todo el proceso ha sido grabado y documentado por el artista. También fue registrado ante notario el ocultamiento de la escultura del poeta entre los kilos de cemento, un cuerpo que sabemos que está dentro, pero que no vemos, aunque sí hay una prueba pequeñísima y sutil de su presencia: “Hay un pequeño agujero en el banco porque el ancho de la escultura es casi del ancho del molde. Cuando se echa el cemento hay partes que pueden salirse y aquí ha salido una parte del brazo, por eso asoma un trozo de la tela verde del abrigo que lleva puesto Lorca”. Todo ese material gráfico y notarial también forma parte de la exposición que acoge la instalación, además de la voz de Juan Diego Botto leyendo los textos del poeta y que Merino ha grabado en una serie de cien vinilos, a la venta en la galería. Operarios cubren de cemento al Lorca de Merino hasta ocultarlo dentro del banco. / Cedida El artista descarta enseguida la posibilidad de que la familia Lorca se interese por la instalación —“No creo que la quieran”— y también ve difícil que encuentre un comprador: “La gran mayoría de piezas que hago están en mi taller o en un almacén en Barcelona. He hecho un montón de piezas que no se han vendido y otras que se han vendido mucho. Bueno, vives ahí. Creo que siempre hay alguien a quien le puede interesar esto, y yo sé que el mainstream quiere unas cosas y que los frikis quieren otras, pero imagínate que viene alguien que tiene piezas de arte minimalista y este es un banco de cemento perfecto hecho en un molde perfecto, con ese pequeño gesto inquietante del abrigo verde”. Provocador, activista y otras etiquetas No es la primera vez que Merino usa ese color en una de sus obras. En este caso, el abrigo de Lorca es verde porque en el proceso de investigación de esta pieza descubrieron que al poeta le gustaba vestir a veces con colores llamativos, pero Merino recuerda que la corbata que llevaba el Ninot del rey Felipe VI que creo (y después quemó) con Santiago Sierra era verde por otra razón muy distinta: “Los monárquicos llevan corbatas de color verde porque es el acrónimo de Viva El Rey De España. Cuando veas en el Congreso a gente con corbatas verdes, o son de VOX o son de extrema derecha”. El artista explica que para crear aquella obra “estuvimos estudiando hasta el más mínimo detalle, incluso buscamos la colonia que llevaba Felipe VI, la compramos y se la echamos en ARCO, esa pieza estaba llena de regalos y creo que hay algo de eso también en Banco Público en el sentido de que dentro está el cuerpo, pero no ves nada. Y a mí me gusta eso porque siempre estuvo el debate de si enseñábamos algo o no enseñábamos nada, y yo podría haber rellenado el molde hasta la nariz, pero creo que eso hubiera generado ese rechazo de ‘ya viene Eugenio a poner esto aquí’ y pensé que la idea de ocultación era muy potente”. El 'Ninot' del rey Felipe VI de Santiago Sierra y Eugenio Merino, en la edición de ARCO de 2019. / EP Eugenio Merino, autor de piezas tan icónicas como Always Franco, en la que metió al dictador en una nevera de Coca-Cola, es consciente de que su obra está ligada a etiquetas convertidas ya en lugar común —polémico, provocador, escandaloso etcétera— y explica a este diario que le “cansa” que muchos de los textos periodísticos en torno a su obra comiencen empleando esos términos: “Sí, porque siempre hay que desmentirlos y, efectivamente, el arte siempre ha tenido algo de provocación, pero eso no le quita ni un ápice de contenido. La etiqueta es una palabra desvirtuada y también un arma arrojadiza desde los medios. Es muy fácil desactivar un discurso entero diciendo que es una provocación porque se asocia a ese discurso vacío de tú vienes aquí a hacer una boutade”. “Todo es político”, explica Merino, que cree, sin embargo, que “el arte es político porque es comercial. Si has apostado por esa libertad que tienes de comprar y vender, te has posicionado en un modelo capitalista de producción. No te has montado un modelo de crítica y de cuestionamiento del sistema, pero sigue siendo igual de político”. El artista asume también que, desde ese lugar, se produce la asimilación por parte del sistema de cualquier tipo de confrontación: “Sí, es verdad que eso está presente en cualquier activista en un mundo capitalista del que no puedes escapar. No sé, yo tengo un iPhone, tenemos unas Vans, nos movemos dentro de un contexto que también es así, del que es imposible salirte”. Pero, ¿se considera un activista? “No, no, yo me considero un artista visual con un componente político y, aunque hay una parte de transformación y un intento de cambiar las mentalidades a través del arte, un activista es alguien que está en el barro, que está actuando, es alguien que está en los sitios. Y yo estoy en mi estudio, en mi taller, ¿sabes? Mi espacio es ese, el del lenguaje más simbólico, aunque sea directo”.

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