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  • La erosión ya comprometió el 35% del dique Paso de las Carretas

    » Diario Republica

    Fecha: 08/07/2024 04:27

    Las acciones individuales no alcanzan, como tampoco el uso de la siembra directa. Las alarmas volvieron a encenderse, pero solo despertaron un tibio interés del gobierno provincial. El implacable avance de la erosión hídrica sobre las 28 mil hectáreas de la fértil cuenca La Petra sigue arrastrando sedimentos que ya comprometieron el 35% de la capacidad del dique Paso de las Carretas. El área de estudio comprende cuatro subcuencas: arroyo La Petra, arroyo Las Barranquitas, arroyo Estancia Grande-El Durazno y arroyo Los Puquios. Una batimetría realizada en 2006 determinó que el 23% del dique Paso de las Carretas estaba ocupado por sedimentos que se desprenden de los suelos aledaños. En esa misma ocasión, se dio a conocer que el dique Cruz de Piedra descontó el 47% de su capacidad de embalse original. A pesar de los datos, hoy en día “pensar en recuperar estos diques puede ser igual de caro que construir uno nuevo”, explicó Pablo Mestre, entonces jefe del Subprograma de Producción Agrícola del Ministerio del Campo de la Provincia. Bona expuso en un reciente encuentro en Terrazas del Portezuelo sobre la gravedad del problema, donde con videos y mapas destacó que las acciones individuales no alcanzan y que tampoco es suficiente el uso de la siembra directa y los trabajos con curvas de nivel. El profesional recordó para suplemento El Campo que la cuenca se extiende desde el Alto Blanco, en El Durazno, y desemboca en el dique Paso de las Carretas, y aclaró que la subcuenca Los Puquios termina en los diques La Estrechura y Cruz de Piedra. Estudios. Adrián Bona explicó a funcionarios y asesores cómo se comporta el agua de lluvia en La Petra. “Las cuatro cuencas mueven gran cantidad de sedimento y sueldo; hace 40 años que estamos haciendo esto de conservación del suelo, con terrazas y demás, pero no se ha logrado frenar la erosión, porque con la siembra directa, que comenzó a implementarse en los 90, ya no alcanza”, graficó Bona. Gustavo Negro, especialista en conservación de suelo de la Universidad Nacional de Córdoba, expuso sobre la geología y la particular erosión de La Petra, mientras que Jorge Raspantti, docente de esa casa de altos estudios, compartió su experiencia en la formación de consorcios productores cordobeses. “De nada sirve que un productor haga algo en su campo si aguas arriba no se hace nada y acá hay un rol fundamental, que es la del Estado, que tiene la función de policía de este tema, y en esto deben ponerse a trabajar urgente”, insistió Bona. Describió como ejemplo que la subcuenca La Petra tiene 16.000 hectáreas, con 20 kilómetros desde donde nace hasta su fin, con un desnivel de 308 metros. La Barranquita tiene 6.000 hectáreas, 17 kilómetros, y baja 500 metros. Tajeada por cientos de cárcavas que siguen abriéndose por las lluvias, la cuenca La Petra tiene una superficie de casi 28 mil hectáreas y sobre ella, Bona desarrolló en 2016 y durante dos años un trabajo orientado a mejorar la producción de granos y disminuir la erosión hídrica a través de la incorporación de técnicas culturales de manejo del agua de lluvia. Fue una iniciativa de diez productores de esta zona próxima a la ciudad de San Luis, quienes, junto a una consultora agropecuaria local, lograron el financiamiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación para desarrollar este proyecto, que consistió en hacer tres estudios de la cuenca para determinar cómo manejar los excedentes hídricos para no perjudicar los campos, haciendo una planificación del uso del agua. La propuesta estuvo inspirada en la creciente demanda mundial de alimentos y en un estudio de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) que determinó que existen más de 1.000 millones de personas con hambre en el mundo, con lo cual es de vital importancia cuidar todos los suelos productivos del planeta donde se producen estos alimentos. Los trabajos que venimos haciendo nos permitieron saber a ciencia cierta cada una de las soluciones para cada problema que se presente en los campos", dijo Adrián Bona, Ingeniero agrónomo y titular de la consultora San Luis Agro. Bona es ingeniero agrónomo, titular de la consultora San Luis Agro e integrante del equipo técnico que ejecutó el ambicioso plan, quien explicó que la mayoría de los campos de La Petra son predios cultivados con un gran potencial de desarrollo de diferentes cultivos, como soja, maíz, girasol y sorgo, entre otros de alto valor comercial, pero advirtió que estas producciones se ven disminuidas en sus rendimientos por el serio problema de erosión que existe en la zona. Explicó el profesional que el origen de estos suelos es un loes transportado por el viento, confiriéndole una estructura muy inestable, con una alta susceptibilidad a los problemas erosivos, tanto eólicos como hídricos, por lo que considera muy relevante planificar su uso racional. “Es de fundamental importancia establecer prácticas culturales o pautas de manejos de los suelos a fin de que los productores agropecuarios, quienes intervienen en dichas cuencas, manejen sus suelos de tal forma de minimizar los problemas erosivos”, insistió. Recomendó que deben planificarse un conjunto de prácticas integradas de manejo de los suelos a los fines de disminuir el proceso erosivo que están sufriendo esas zonas: “Los productores no son proclives a hacer curvas de nivel, por lo complicado que es hacer las labores culturales, con lo cual es más aconsejable realizar terrazas paralelas con desagües empastados”. El área de estudio se denomina cuenca La Petra, la cual está situada en la ladera este del Macizo Central en la provincia de San Luis. Comprende una superficie total de 27.766 hectáreas. Está comprendida entre los paralelos 33°21’S como límite sur, 33°08’S límite norte, y meridiano 66°10’ W como límite oeste y 65°53’ como límite este. Los suelos de la cuenca están considerados como loes, lo que les confiere una gran inestabilidad en sus agregados y los hace susceptibles de procesos de degradación tales como sellado superficial y erosión hídrica, acentuada por ser una zona con pendientes promedio del 1,5 al 4%. “Estos estudios nos dieron la pauta de cómo manejar estos excedentes hídricos, los cuales deben derivarse a canales empastados que no erosionen los campos y en microembalses para acumular el agua en exceso y poderla reutilizar en regar lotes aguas abajo para la producción de granos”, detalló Bona. El profesional fue insistente en que el trabajo es la organización de los productores agropecuarios intervinientes, para lo cual se plantea la realización de reuniones para la conformación de un consorcio de conservación de suelos. A su vez, considera igual de importante que se desarrollen actividades preventivas para el incentivo a la adopción de la tecnología, esto como ensayos comparativos entre lotes actualmente con terrazas y sin terrazas de algunos productores que tengan estas técnicas y difundirlos. La acción individual no conduce a nada; el trabajo colectivo y colaborativo en la gestión integrada de cuencas es el camino y la herramienta disponible”, explicó Jorge Raspantti, Docente de la Universidad Nacional de Córdoba. Además de charlas técnicas para explicar las ventajas de adopción de esta tecnología, el profesional sugiere encarar el desafío en conjunto con los ministerios de Ambiente y Desarrollo Productivo de organizar a los productores agropecuarios a través de un consorcio de conservación de suelos, establecer las áreas más problemáticas y diagnosticar qué sector está más comprometido. Bona reveló, además, a este medio que con el trabajo realizado por su consultora le dejó a la provincia un estudio específico sobre un problema puntual, que se agrava cada vez más. Prueba de eso es la cantidad de sedimentos que siguen ingresando al dique Paso de las Carretas, parte de la cual puede constatarse en fotografías satelitales. El ambicioso trabajo buscó, además, promover la toma de conciencia del problema y de su solución; medir el aumento de producción de granos a través de comparaciones con otros lotes del mismo campo; determinar la disminución de la salida de agua de los campos a través de los aforos que se pondrán cada uno de los campos; difusión de las diferentes técnicas de conservación de suelo, con el aporte de jornadas de divulgación técnica; armar un manual de buenas prácticas para la conservación de suelos, y difundir las técnicas a través de jornadas y medios de comunicación. El técnico señaló que existen en el país numerosos ejemplos de proyectos de conservación de suelos y formación de consorcios para el control de erosión hídrica, como ocurre en importantes cuencas de la provincia de Córdoba. Recordó que en San Luis, desde la década del 80 se han realizado prácticas de control, tales como el cultivo en contorno, cortando la pendiente y labranza reducida. A partir de los 90, se realizan terrazas de base ancha en campos de productores: “Estas obras ingenieriles representaron un avance importante, ya que terrenos con mucha pendiente lograron reducir la erosión y mejorar la captación del agua de lluvia. Desde 2004, el gobierno de San Luis promueve acciones para la adopción de prácticas conservacionistas, lo que quedó plasmado en la Ley de Protección y Conservación de Suelos”. También citó como ejemplo que la provincia auspició la creación de consorcios de conservación de suelos de la degradada cuenca El Morro. "Hicimos un ensayo chico en 2018, donde se ve perfectamente que los lotes sistematizados rinden un 25% más que los sin sistematizar, porque aprovecha más el agua; en esta técnica, la gran ventaja que tiene es que da tantas vueltas el agua para salir que infiltra y al hacerlo, se traduce en un mayor rendimiento", detalló. Pero también advirtió de otro ingrediente que atenta contra las prácticas conservacionistas: "El enemigo público número uno de este sistema son los contratistas, quienes quieren venir, sembrar e ir lo más rápido posible". Entre las sugerencias técnicas que realizó, destacó el de cambiar el sistema productivo en la parte alta de la cuenca, donde la erosión ya se llevó el suelo fértil y donde es aconsejable dejar la agricultura comercial para implantar pasturas perennes y destinarlo a la ganadería. San Luis cuenta con una moderna ley de conservación de suelos, que fue reglamentada en 2007 y que le proporciona al gobierno el poder de policía para impulsar la formación de consorcios que atiendan el problema de manera integral. Solo hace falta que el gobierno destine técnicos que entiendan la urgencia.

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