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  • Un país que debate su futuro industrial al ritmo de Techint

    La Paz » Politica con vos

    Fecha: 07/07/2024 11:51

    Dicen que Paolo Rocca, el magnate que encabeza la Organización Techint, principal grupo siderúrgico del país, se pone loco cuando escucha que está dejando de lado su impronta de “industrial” para en cambio, convertirse en “petrolero”. Por Jairo Straccia Los comentarios en ese sentido surgen a raíz del crecimiento del negocio del holding en Vaca Muerta, el yacimiento no convencional de Neuquén. Con Tecpetrol desarrollaron la producción de gas en el área Fortín de Piedra y ahora apuestan a crecer en petróleo en Los Toldos. De la mano del desarrollo del Gasoducto Néstor Kirchner el año pasado, donde fue clave por la fabricación de los tubos que llevan el gas y la participación en la obra para enterrarlos con la constructora, Techint termina de dar la impresión de un giro hacia los hidrocarburos en detrimento de su perfil industrialista que siempre lo diferenció en el establishment argentino. Pero ante los escasos y tardíos cuestionamientos que hizo la Unión Industrial Argentina al Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) que privilegia la importación de insumos por sobre la producción nacional, se instaló entre sus pares del mundo de la producción la idea de que sus intereses principales habían cambiado. Si Rocca y los suyos habían sido siempre la voz de la protección de la industria y el mercado local, empezó a parecer que algo estructural estaría cambiando. La UIA, el sello que se atribuye la representatividad del sector fabril, es hace tiempo una caja de resonancia de los intereses de la T, como se asume en el mundo corporativo. Con un abogado laboralista como Daniel Funes de Rioja a la cabeza, lo primero que hubo cuando avanzaron los proyectos del oficialismo fue un respaldo a los cambios en la legislación laboral que se establecen en la ley ómnibus. Un paréntesis, el grupo ya decidió que a Funes lo suceda otro hombre suyo, Martín Rappalllini, referente de los parques industriales. Desde la Unión Industrial recién esta última semana le pidieron al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, poder participar en la reglamentación del RIGI, que le permitiría a los que se anoten en el programa traer del exterior hasta la ropa para sus operarios en detrimento de la producción local. El Gobierno ofrecería una ley de beneficios para las pequeñas y medianas empresas. En Techint aseguran que la acusación de que Rocca dejó de ser industrial para ser un empresario extractivista es totalmente equivocada porque el 85% de la facturación de la compañía multinacional es de origen industrial, de la mano de la producción de acero y tubos con y sin costura, y que en todo caso se trata de una imagen equivocada que emerge por el auge de Vaca Muerta en la Argentina. Las únicas declaraciones públicas de Rocca sobre el andar del Gobierno han sido elogiosas del objetivo de conseguir eliminar el déficit fiscal. “El país se encuentra en una situación muy difícil, con una recesión y una inflación muy alta. Ahora, la inflación fue bajando, casi a la mitad. En lo personal, creo que el programa será exitoso. La Argentina necesita esto. Es muy importante para abrir nuevas oportunidades”, había dicho en marzo el empresario que no pierde el tono italiano. Mientras lo escuchaban alabar el plan de Javier Milei y ante los peligros de que el RIGI perjudique a la producción local, otros miembros de la UIA recordaban la jornada “ProPymes” que organiza la empresa todos los años con sus proveedores, pequeñas industrias de todo el país: “Tal vez ahí se entera de lo que está pasando”, soltaban. Como sea, el “dilema Techint” en todo caso encierra la gran incógnita sobre si con el gobierno actual habrá un cambio estructural en torno al perfil productivo del país, que al mismo tiempo atravesaba ya una crisis que combinaba la falta de definición respecto de qué venderle al mundo para generar qué tipo de empleos en el siglo XXI, con las restricciones de una macroeconomía permanentemente a los saltos. “No creo que haya un industricidio”, sorprendió esta semana Rubén Cherñajovsky, el dueño del grupo NewSan, la mayor fábrica de electrónicos bajo el régimen industrial en Tierra del Fuego, que la Casa Rosada por ahora no tiene previsto revisar. El fantasma de la destrucción de la industria que produjo la década del 90 con Carlos Menem da vueltas todo el tiempo con un jefe de Estado que reivindica todo el tiempo esos años. NewSan, de todas maneras, fue noticia porque se quedó con la operación del gigante del consumo masivo Procter & Gamble en el país, una decisión que puede anticipar un giro de la producción a la importación de parte de un grupo que tiene cintura para hacer esos cambios según los momentos de la economía argentina. Cherñajovsky lo contó en el podcast “La Fábrica” que hacen empresarios jóvenes encabezados por Tomás Karagozian, el heredero y CEO de TN&Platex, la principal hilandera del país, habitualmente señalada por los precios de la ropa. A propósito, para demostrar la baja incidencia en el valor de la indumentaria, la firma de Karagozian lanzó una línea de remeras y medias de marca propia. En paralelo analizan la posibilidad de diversificar la producción con un proyecto para hacer bolsas para almacenar el carbonato de litio, otro sueño del mundo de los recursos naturales. “Darle tiempo” El jueves, en este contexto, se produjo en el marco de la feria IndustrializAR que organizó el Municipio de Pilar un intercambio riquísimo que cruza la crisis de la coyuntura con los problemas de fondo. En los pasillos, el tema dominante eran los cierres temporales en las fábricas de Whirlpool, FV y Ferrum en las últimas horas ante la caída de la demanda. Sin embargo, cuando estaba terminando una charla de debate de periodistas sobre actualidad, de la que me tocó ser parte, uno de los empresarios industriales asistentes, que había escuchado las disertaciones críticas sobre el estado de cosas, tomó el micrófono y pidió hablar. No se presentó con nombre y apellido, pero lo que dijo vale la pena resumirlo así: “Escucho que son escépticos y críticos sobre el Gobierno, y me gustaría decirles que hay que darle tiempo. Hace décadas que tenemos problemas, no son de ahora, y nunca nadie quiso ordenar las cuentas. Además, siempre que se habló de hacer política industrial fue para darle privilegios a los amigos del poder. Por último, quiero decir que acá nos están matando con los aumentos de las tasas municipales”. El hombre estaba sentado en la misma fila que el propio intendente Federico Achával, que luego se quedó hablando con él al término del encuentro. Le explicó que le cayeron los ingresos que venían desde la Nación y que la recesión afecta en simultáneo la recaudación, por lo que decidió aumentar las tasas a las industrias y los barrios cerrados. Capas y capas de problemas que se superponen unos sobre otros. Respecto del tema de fondo, la intervención del industrial local tuvo una respuesta por parte de uno de los periodistas que estaba exponiendo, Horacio Riggi, subdirector periodístico del diario El Cronista Comercial. Riggi explicó que la Argentina se enfrenta al problema de que por un lado ni produce tecnología de vanguardia como Alemania ni tampoco manufacturas baratas como los países asiáticos, pero que con una producción de bienes intermedios ha generado un entramado productivo y laboral que define la vida de una buena parte de los argentinos. Además, Riggi explicó que todo ese universo es muy susceptible a la situación macroeconómica básicamente según cómo esté el tipo de cambio. Con el dólar alto se protege el mercado local y se exporta, pero los salarios son más bajos en moneda dura. Con el dólar más bajo, crece la importación y el poder adquisitivo pero se vende menos al exterior y se pierde empleo en las fábricas. Un dilema sobre el que hay papers para hacer dulces. ¿Habrá algo de toda esa lectura que esté en la cabeza de los que están en el Gobierno? El secretario de Industria, Juan Pazo, visitó la UIA esta semana y es el hombre de referencia en la materia para los empresarios del rubro. Por arriba de él, la mirada sobre la necesidad de un modelo productivo se diluye. El Presidente casi que se enoja cuando le hacen una consulta así. El mercado debe definir todo. Y lo que no define, pareciera que hay que resolverlo con beneficios en pos de las actividades primarias y la producción en el extranjero, como surge de los lineamientos del RIGI y también de la primera privatización en marcha: el traspaso a manos privadas del porcentaje de las acciones que tiene el Estado en IMPSA, la metalúrgica que fue de la familia Pescarmona y capitalizó el gobierno anterior para salvarla de la quiebra. El secretario de Industria, Juan Pazo, junto al gobernador de San Juan, Marcelo Orrego. Cuando se envió el adelanto del Presupuesto 2025 al Congreso esta semana, una fuente del Ministerio de Economía explicó: “Lo único que importa es que no haya déficit fiscal”. ¿Alcanza para lograr el desarrollo de un país? En principio, el mantra genera la misma desconfianza que cualquier receta simplista, para un lado o para el otro. ¿Que existen tongos detrás del eslógan de la política industrial? Seguro. ¿Pero sobre qué no lo existe? ¿Eso justifica que dé lo mismo todo? ¿No fue acertado apostar al desarrollo de la industria del software allá por 2004 y sostenerlo hasta hoy? ¿No fue sensato subsidiar la producción del petróleo y el gas no convencional? Si la producción en Tierra del Fuego cumplió un rol de incremento de población, ¿no es hora de redireccionar los recursos públicos que insume el régimen de la isla? Los laboratorios nacionales, que lideran la producción del sector farmacéutico en el país, ¿no podrían invertir más en investigación y desarrollo? Y así con todo. Además, si creciera el país productor de hidrocarburos para la exportación, ¿hay mano de obra lista para subirse a ese tren? Rocca contó hace diez días en una reunión en la Escuela Técnica Roberto Rocca que para tomar los 3000 operarios que hicieron el GNK tuvieron que entrevistar unos 12000 aspirantes porque no conseguían la calificación necesaria. Lo escuchaba el secretario de Educación, Carlos Torrendell. Javier Milei junto a alumnos de escuela primaria en San Juan, donde presentó su Plan Nacional de Alfabetización Gobernar es difícil. Los tiempos y el mundo imponen a veces condiciones más allá de los caprichos y las batallas ideológicas que mambeen a los dirigentes de turno. A propósito, a nivel internacional ha vuelto la política industrial, como documentó el Fondo Monetario Internacional en un informe sobre 2023, en el que detectó más de 2500 intervenciones de los Estados en distintos sectores. La mayoría de las medidas las dispusieron, además de en China, en economías avanzadas como los Estados Unidos y la Unión Europea. La Argentina, es cierto, enfrenta todavía problemas más básicos, como resolver la inflación, y tal vez ese sea el mandato popular central con el que llegó La Libertad Avanza al poder. Pero, ¿a qué costo?

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