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  • Rob Riemen: “La democracia es el modelo más elitista de gobierno”

    » Clarin

    Fecha: 03/07/2024 12:08

    En El arte de ser humanos (Taurus), el filósofo neerlandés Rob Riemen responde, en cuatro estudios, la exhortación de Pascal. El fundador del Nexus Institut (1994), un foro que fomenta el debate filosófico y cultural y la reflexión intelectual, presenta una primera parte donde la guerra es aprendizaje, otra en la cual reflexiona cómo vender la estupidez y la mentira, una tercera pieza sobre la valentía y la compasión y una última en la que examina la derrota del miedo en manos de la capacidad creadora de los seres humanos y el amor verdadero. El autor, que logró enojar al ultraderechista Geert Wilders con sus críticas, llama la atención sobre la amnesia intencional con graves consecuencias políticas y habla de presidentes demagogos y políticos que son “mentirosos profesionales” pasó por Buenos Aires y conversó con Clarín Cultura. –Finalmente la obra de Ovidio trascendió y dos mil años después se cumplió el pronóstico con el que cierra su poema épico Metamorfosis: “Y a través de todos los siglos en la fama viviré, si algo tienen de verdadero de los poetas los presagios”. ¿Cree que la poesía persiste siempre? –Bueno, la verdad está ahí. Quiero decir, todavía podemos leer la Ilíada de Homero, todavía leemos los poemas de Shakespeare. La obra de Ovidio sigue ahí. Es el poder de crear arte. Si amas el mundo de la música clásica, el mundo de Johann Sebastian Bach nunca desaparecerá. Y en la gran cultura argentina, Carlos Gardel todavía está ahí también. Nunca olvidaré una declaración que hizo José Manuel Barroso, exprimer ministro de Portugal, expresidente del Comité Europeo, que ha ganado el Premio Nobel de la Paz en 2005, cuando en Salzburgo yo organicé una conferencia sobre Europa, El sonido de Europa, que coincidía con el 250º aniversario del natalicio de Mozart, él dijo “los políticos deberían ser más humildes”, porque -como dijo- estamos aquí para celebrar a Mozart, pero… ¿recordamos quiénes eran los políticos de aquella época? Me gustaría decir a todos los políticos “no se crean tan importantes”, porque la poesía sigue ahí. Es muy importante darse cuenta qué es lo que tiene que ofrecer el mundo de la cultura, en comparación con el mundo de la política. –Fueron muchos los filósofos -Socrátes, por citar uno- que sostuvieron que “ser humano es un arte”. ¿Por qué volver (ahora y una y otra vez) a esta frase? –La razón por la que vuelvo a Sócrates es que hay muchas cosas que hemos olvidado. Escribí mi libro porque hay mucha confusión y las personas han olvidado el arte de ser humanos. Como consecuencia vemos mucha polarización, vemos extremismo, personas que están en crisis y tienen sus dificultades y ponen toda su fe en la tecnología y en la ciencia y en que todo eso va a resolver sus problemas. O que este o aquel líder político superior se encargará de todos sus problemas. Y se olvidan de todo y entran en un mundo de, por ejemplo, drogas o algo para distraerse. Pero Sócrates fue el primero en hacernos conscientes del hecho de que si uno quiere llevar una vida con sentido -creo que todo el mundo lo quiere- hay dos preguntas que uno debe hacerse, la primera es qué es una buena vida, y se relaciona con quién soy, qué tengo que hacer, qué es una buena vida. La segunda pregunta es qué es una buena sociedad, porque uno debe vivir su vida en sociedad, entonces, si la sociedad en la que vivís es buena o no hace la diferencia. Para poder responder estas dos preguntas hay que desarrollar el arte de ser humano. Y la pregunta ahora es ¿la sociedad actual, así como está organizada hoy, facilita que las personas encuentren esas preguntas? Lo que digo en general es que no, por eso tenemos violencia extremista, peleas, guerras, problemas. Así que sí, vuelvo al comienzo y digo bueno, hay algunas personas que tal vez nos puedan ayudar. Rob Riemen, autor del libro El arte de ser humanos. Foto Guillermo Rodriguez Adami –¿Puede usted responder las preguntas socráticas de cuál es la mejor manera de vivir y en qué consiste una sociedad justa? Luego, ¿cómo se logra en un mundo de sociedades injustas? –No, no puedo. El que diga que sí, está mintiendo. La razón por la cual esto es cierto es, primero que nada, que Sócrates mismo dijo “Yo no sé nada”. Pero charlemos respecto de las cosas que por ahí juntos podemos llegar a encontrar. Entonces empezó a cuestionar a uno que decía “yo sé esto”: “bueno, ¿realmente sabés, estás seguro? Bueno, a ver, explícamelo”. El punto es que la vida, por definición, es una búsqueda hasta el final en la que estás lidiando con esas preguntas constantemente tenés que hacerte la pregunta una y otra vez. De forma inesperada, de repente estamos lidiando con guerras, como en Ucrania, o con el hecho de que en muchas partes del mundo no hay gobiernos democráticos, y cuando las cosas cambian constantemente y cuando pasa así de golpe, uno tiene que repetirse la pregunta. Lo que sí sé y lo que trato de señalar en el libro es que hay una tradición, la del Humanismo, que te trata de marcar tenés que creer esto o lo otro. Es la tradición arquetípica de tratar de hacerte encontrar tu propia respuesta a esa pregunta. Son sólo ideologías políticas o formas de fundamentalismo las que te van a decir: bueno, si hacés esto, si querés esto, todo va a estar bien. Para mí es el camino incorrecto, porque tienes que Tenés que desarrollar estas cosas vos mismo, interiormente. –Retomo una pregunta que usted plantea en el libro: ¿se puede combatir el nihilismo sin caer en la nostalgia o el dogmatismo? –Sí, y mi libro trata de ser prueba de eso. Pero lo cierto es que en el mundo occidental, que es el que más conozco -no conozco otras culturas-, pero la parte occidental del mundo cayó en la trampa del nihilismo mucho tiempo atrás. La idea de que no hay valores absolutos fijos, que tenemos que hacer todos nosotros y al mismo tiempo la idea del progreso, etc. Pero respecto de la naturaleza humana, hay muchas cosas que los seres humanos podemos enfrentar, pero nadie puede enfrentar el vacío. En el momento en que despertás y te mirás en el espejo y tenés que decirte a vos mismo “toda mi puta vida no tiene sentido”, no podés lidiar con eso, te suicidás, o empezás a tomar medicamentos o drogas. Es imposible que los seres humanos lidiáramos con algo si pensáramos que nada tiene sentido. Pero esta es la crítica al nihilismo. Cuando Nietzsche se dio cuenta de que esto iba a pasar, el único modo de lidiar con eso fue que las personas iban a encontrar un escape, en la cultura kitsch, en el poder, la violencia, etc. Nuevamente, si no queremos caer en la trampa que Silicon Valley quiere crear de que la tecnología nos va a salvar… todo el mundo quiere creer en este tipo de basura, y si no querés vivir en la nostalgia de volvamos al pasado, que son todas mentiras, no nos va a ayudar. Tenemos que redescubrir el arte de ser humanos. –Habla de las causas de la crisis moral de nuestro tiempo. Hablemos de la esencia de la democracia y por qué está en crisis en tantos países. –Una muy buena pregunta. Me sorprende bastante que vivimos en un mundo rico, tenemos celulares, autos, comida. Es una vida bastante buena, tanto en Europa Occidental como en Estados Unidos y en lo que puedo ver, por ejemplo, acá, que es un país muy próspero. Y al mismo tiempo, la democracia está en crisis. Hay dos cuestiones: Platón ya dijo “la democracia conlleva la tendencia de cometer suicidio”, porque lo que las personas se olvidan es que la democracia es el modelo más elitista de gobierno, porque no es fácil. La tiranía es mucho más fácil. El totalitarismo es mucho más fácil. La democracia exige que todos nosotros aceptemos nuestras responsabilidades, cada uno tiene un rol, y somos responsables de la sociedad que formamos. Significa que si todos desarrollamos una menta crítica, entonces podemos tener debates, entonces no somos egocéntricos y podemos entender al otro y atesoramos ciertos valores morales. Porque sin la moral no se puede sostener una sociedad. En el segundo estudio del texto me refiero a una charla muy importante que Thomas Mann dio en el 38 en Estados Unidos sobre la democracia y dice “bueno, estamos acá, en el país de Lincoln, Whitman y tenemos al presidente Roosevelt, ¿quién soy yo, un europeo, para contarles sobre la democracia? Pero yo, como experiencia, tengo algo que ustedes no, yo crecí en la ciudad de Hitler y vi el auge del movimiento fascista. Lo que aprendí es que la escencia de la democracia no es el voto libre o la libertad de expresión, eso es importante, pero la esencia es el espíritu de la democracia, que se basa en el hecho de nos damos cuenta de que nosotros como seres humanos podemos hacer cosas malísimas o terribles pero también podemos vivir de acuerdo a los buenos modelos. Los movimientos fascistas, en cualquier formato o personaje que se presenta, apuntan a lo más bajo del ser humano. Trabajan sobre nuestro resentimiento, nuestro odio, se alimenta con mentiras y propaganda y nos da siempre como un mesías falso que nos va a dar la solución. Entonces, lo que sucede es que durante un largo tiempo empezamos a creer que la vida se trata de cosas materiales, qué podemos tener, qué podemos obtener. Y es una especie de lavado de cerebro y nos olvidamos de quiénes somos. Todo se centra en la pregunta de qué podemos tener y, por ende, la economía, el modelo económico. Pero nada está basado en la pregunta de qué tipo de persona somos y debemos ser. Para responder esta pregunta uno tiene que encontrarse a uno mismo. La ciencia y la tecnología no te van a decir, la economía no te lo va a decir. El mundo de la cultura y el arte sí te los pueden decir. Hoy lo útil es lo que te hace ganar dinero o te convierte en una celebridad. Las generaciones más jóvenes tienen probelmas, porque si están siendo educados por influencers, les quitás la posibilidad de leer libros. Pero no nos sorprendamos de que en Estados Unidos la generación Z y la generación que creció con iPhones sufran de depresión, problemas de ansiedad, no saben qué hacer con sus vidas. Es un desastre. –Uno de los ensayos del libro son las respuestas a los alumnos de primer año de la carrera de Filosofía de la Universidad de México que leían Para combatir esta era en plena pandemia. ¿Qué significó esta experiencia? –Me sorprendió mucho recibir las cartas desde el otro lado del mundo y que los estudiantes de filosofía estuvieran leyendo ese texto. Tal vez esté muy orgulloso. También me dio esperanzas… es interesante, puedo decir que ahora mis libros están siendo publicados en muchos países y la respuesta más fuerte que recibo no es de Estados Unidos o de Europa Occidental, sino de esta parte del mundo. Y me demostró cómo la generación más joven de habla hispana tiene mucho interés en las preguntas filosóficas intelectuales que (las personas) en el Occidente próspero. No lo sé, pero tal vez sean menos víctimas de la máquina de propaganda. Cuando salió el libro, fui a México y le pregunté al profesor (de estos estudiantes) si podía juntarlos. Habían terminado la carrera y se acercaron de todas partes de México. Tuvimos un gran simposio que me dio mucha esperanza. –¿Por qué decidió incluir la experiencia de su madre en un campo de concentración en Japón? –Los estudiantes en México me escribieron estas cartas, les respondí y me di cuenta de que cometí un error. Basándome en lo que mencionó Nietzsche, que para esas preguntas uno mismo tiene que buscar las respuestas. No me pregunten a mí. Es su vida. Y luego todas esas preguntas se basaban en cuál es el arte del ser humano, qué tengo que hacer con mi vida y en la sociedad. Y después pensé que sería injusto no contarles mi propia historia, no hablarles de cómo me convertí en un ser humano, por qué soy la persona que soy o que intento ser y cuánto eso se relaciona con la historia de mi madre, una historia que yo no conocía. Una de las hermanas de mi mamá tiene 97 años y pudo contarme su historia. Me sentí muy afortunado y eso me permitió darme cuenta de quién fue y cómo era mi mamá. Ahora comprendo lo que ella quería ensañarme, eso que era tan importante para ella, que recibiera educación, por qué su fe era tan importante para ella y qué tipo de fe era. Hubiera sido deshonesto escribir este libro sin compartir mi propia historia. –El mundo vive en guerra y usted plantea la guerra como aprendizaje. ¿Qué nos enseñan las guerras en curso? –Las guerras actuales, el horror en Gaza, la guerra en Ucrania o donde sea es el ejemplo por excelencia de lo que sucede a las sociedades cuando las personas se olvidan el arte de ser humanos y se olvidan de la humanidad en el orden. ¿Por qué es tan difícil para Putin dejar Ucrania en paz? Rusia es tan grande, ¿por qué? Cuando las personas están perdiendo su propia humanidad y hacen cosas terribles y matanzas, el arte de ser humano desaparece. La lección que debemos aprender es de lo que se trata el libro. No es un texto académico ni de autoayuda o entretenimiento, es un libro que trata sobre la cuestión más fundamental que es cómo salir de la crisis, recapturar algo muy fundamental. Es muy simple, muy básico. Rob Riemen básico Rob Riemen, autor del libro El arte de ser humanos. Foto Guillermo Rodriguez Adami Nació en Países Bajos en 1962. Es filósofo. Ensayista, fundador y presidente del Nexus Institut. Es autor de Nobleza de espíritu. Una idea olvidada (Taurus, 2016) y Para combatir esta era (Taurus, 2017). También edita la revista cuatrimestral Nexus.

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