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  • Perón, el tren de la yunga y la ciudad universitaria en la montaña: la historia que la dictadura mató

    » El Destape Web

    Fecha: 01/07/2024 08:11

    Conocí esta historia hace 10 años cuando caminaba por las yungas de tucumán y me topé con unos esplendorosos, abandonados y monumentales puentes ferroviarios. Ahora, dos hechos me obligan a escribirla: se cumplen 50 años de la muerte de Juan Domingo Perón y publicaron un libro Ciudad, 1951 (Tusquets) que ficcionaliza la construcción de la Ciudad Universitaria más grande de América Latina que Perón mandó a construir en la cima del pueblo de San Javier, lugar al que los estudiantes iban a llegar por un tren electrico. La universidad en la montaña y el tren de la selva Em 1948, Perón tenía un sueño fastuso, inmenso y, para estás épocas, imposible: crear en la cima de una montaña, en el medio de la selva tucumana, una universidad para que ricos y pobres estudien rodeados de naturaleza. Como los hijos de los trabajadores vivían bajo la montaña, en San Miguel de Tucumán, mandó a construir una línea férrea que atraviesa las yungas. Luego de mandar a diseñar la univesidad y el tren, lo primero que hizo Perón fue expropiar 18.000 hectáreas -casi el mismo tamaño que la Ciudad de Buenos Aires- en la Sierra de San Javier para construir allí la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional de Tucumán. El proyecto iba a contar con un nucleo principal ubicado en la cima de la sierra a 1200 metros sobre el nivel del mar que contaría con las distintas facultades, residencias para estudiantes residencias para docentes, bibliotecas y áreas de recreación. Contaría también con una base en el pie de la sierra donde se ubicaría un centro hospitalario, escuela de agricultura y los institutos de enseñanza secundaria, viviendas y unidades de mantenimiento. Los edificios se unirían a través de un tren eléctrico de dos kilómetros y medio. La obra fue interrumpida en 1955 por la dictadura fusiladora de Eugenio Pedro Aramburo. El peronismo llegó a terminar las 33 viviendas del proyecto que hoy se usan, el gigantezco Acueducto de Anfama que llevaba el agua a la universidad y un lago artificial que iba a servir como punto de recreación para los estudiantes. Quedó sin terminar el edificio principal. Hoy es un monumental elefante blanco de 130 metros de largo por seis pisos de alto más un subsuelo. Del tren solo quedan las vías y los durmientes de quebracho que sobrevivieron al sol, la lluvia y el viento. Escribir no es lo mismo que ver y mucho menos que sentir lo que se percibe al caminar por esos rieles a 40 metros del piso. Es el sentimiento de un plan perfecto hecho pedazos por la derecha que se recicla. La historia da vueltas y se muerde la cola. El libro El libro de María Lobo reconstruye una caminata entre dos arquitectos -Charles y Benita- que van desde San Miguel de Tucumán hasta la obra inconclusa. En el camino hablan del amor, de los miedos y también dejan entrever debates sociopolíticos de la época como la discriminación a los provincianos o la tendencia de los arquitectos por copiar los modelos europeos en América Latina. Los arquitectos dejan entrever en las páginas que la obra no va a terminarse como si vinieran de un futuro: "El cadáver del edificio se está construyendo ahora a toda velocidad como si la ciudad universitaria estuviera a punto de inaugurarse al año próximo El cadáver de esa estructura de hormigón un cadáver pronto tan cerca un cadáver en el futuro".

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