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  • La seguridad nacional, ¿en el pacto de Mayo?

    » Clarin

    Fecha: 24/04/2024 19:56

    Arthur Schopenhauer dijo que “toda verdad pasa por tres etapas. Primero, es ridiculizada. En segundo lugar, se encuentra con una violenta oposición y en tercer lugar, se acepta como evidente”. Esperemos que el presidente Javier Milei pueda pasar rápido las etapas y cambiar a tiempo con esta verdad. Cuando Milei era candidato proponía un gobierno con dos presidentes, uno de la Economía, él; y otro de la Seguridad, Victoria Villarroel. Una anomalía grave. Una excentricidad. Esta idea no tuvo implementación -por suerte- pero su intención de desligarse de la conducción de la seguridad (en el concepto anglosajón, no el argentino) continuó, con una anomalía moderada. Entonces, los ministerios de Seguridad y Defensa quedaron bajo la dupla que perdió las elecciones y la Inteligencia y la Seguridad nacional dependiendo de su jefe de Gabinete de Ministros. En el reparto, el Ministerio de Justicia sufrió una canibalización de sus funciones a favor de Patricia Bullrich generándose un sector seguridad en el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) técnicamente anómalo, aunque en lo político, en apariencia, no lo parezca. La gobernanza de la seguridad no se hace así. Este desentendimiento se manifestó también en la propuesta de “Reforma del Estado” de Federico Sturzeneger que no tuvo una “Reforma del Sector Seguridad”. En la Ley Bases, lo que llaman “reformas de seguridad” es una mera modificación procedimental. Nada orgánico ni estructural. De allí que la frase esgrimida por dos miembros de la Corte Suprema de Justicia ante los sucesos de Rosario “Enfrentamos al crimen organizado con un Estado desorganizado” cobra una relevancia extraordinaria porque el PEN -por efecto de la anomalía- carece de una organización acorde para enfrentar los desafíos de la seguridad nacional en sus tres campos de acción: la seguridad institucional, la defensa nacional y la seguridad interior, tal cual se hace en los países republicanos y federales, democráticos y liberales, de gran extensión territorial, como los EE.UU., por ejemplo. Además, el presidente Milei tiene en su gabinete un grupo de asesores para atender asuntos económicos. Ninguno para la seguridad nacional. Esto es extraño porque aquí sí él necesita asesoramiento. A diferencia del área económica, en seguridad, Milei es un presidente atrapado por el criterio de sus ministros y secretarios de Estado. No tiene contraposición técnica. No posee otra fuente de consulta para tomar decisiones. Por lo menos, conocida. Por ello, por ahora, la anomalía continúa. El pasado 1° de marzo, el Presidente ofreció al país un pacto fundacional: el Pacto de Mayo. Una excelente iniciativa política. Una oportunidad para mostrar un consenso sobre diez puntos. Pero, por efecto de la anomalía señalada, ellos son todos económicos. Ninguno de seguridad nacional. Es decir, nada que busque acuerdos sobre lo que el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional hace referencia: la unión nacional, la paz, el orden, la justicia y la defensa común; cuestiones todas que tiene relación con la seguridad nacional del país (seguridad institucional, defensa nacional y seguridad interior) y la seguridad pública de las provincias. Algunos podrán opinar que los gobernadores de las Provincias nada tienen que decir sobre cuestiones que son responsabilidad del PEN, pero cuando el presidente y su ministro de Defensa hablan de revalorizar las fuerzas armadas con un proceso millonario de compra de armas ¿De qué hablan en realidad? ¿De un presupuesto anual de US$ 5.000 millones, de 10.000, 15.000 0 20.000 como Chile, Colombia, México o Brasil? Números que el ministro de Economía desearía recibir, no gastar. Si Argentina compró aviones F-16 y la hora de vuelo no es barata, frente al ajuste, ¿los militares están fuera? Parece que sí. El brigadier Xavier Isaac está de shopping. ¿Y en materia de privatizaciones? ¿Por qué no están las empresas del área de Defensa? ¿No era que el Estado empresario es un oxímoron? ¿Es Líneas Aéreas del Estado (LADE) un nicho de corrupción permitido? ¿Es compatible esto con la pobreza y la situación de nuestra economía? Hay también nuevos temas álgidos ¿Militares policías? ¿Nuevo poder militar? ¿Habrá que desempolvar a Alain Rouquié y a Samuel Huntington? Estos temas no pueden quedar fuera de agenda. Pero nada necesita más consenso político que un nuevo alineamiento geopolítico porque tras la cuestión de la base China en Neuquén, la intensión de afiliar el país a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), intervenir en Ucrania, la base militar integrada en Ushuaia y el ofrecimiento de hacerla con los EE.UU. todo esto exige más que nunca una posición política consolidada. Nuestra mala reputación nos persigue. Argentina no fue nunca aliado de nadie. Lo demostró en dos guerras mundiales. El Partido Justicialista fue pro aliado extra NATO de los EE.UU. y también anti aliado. Todo en treinta años. Con casi los mismos actores. Entonces, ¿qué ofrece el presidente Milei a los EE.UU.? ¿Un acompañamiento transitorio o una alianza duradera y estable? Si el ofrecimiento es lo último necesita un apoyo mayoritario. China no se quedará inmóvil. Jugará como sabe hacer.

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