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  • En Almagro, un bodegón gallego escondido que deleita con su tortilla y su abundante y famosa paella

    » Clarin

    Fecha: 04/05/2024 08:07

    En el corazón del barrio de Almagro se encuentra un tesoro culinario que cautiva a los amantes de la gastronomía española: El faro de Vigo. Aunque no ostenta lujos ni pretensiones, su autenticidad y sabor lo convierten en una joya gastronómica oculta. La estrella indiscutible de su carta es la paella, cocinada al momento y considerada por muchos como la más deliciosa de la Ciudad. Este establecimiento es atendido personalmente por sus dueños, quienes llevan el legado de la centenaria Asociación Mutual Residentes de Vigo, con quiénes comparten edificio. Cada plato se prepara con esmero y dedicación, lo que implica una espera de alrededor de 40 minutos por una paella. Sin embargo, los comensales aseguran que este tiempo vale la pena, ya que cada bocado es una explosión de sabores que transporta a los paladares a la esencia misma de la cocina española. El ambiente evoca a los antiguos bodegones y, al ser un negocio familiar, el servicio es atento y amable. Los visitantes pueden disfrutar de detalles que rememoran épocas pasadas, como el agua con gas servida en un querido sifón de litro. Este pequeño toque añade un encanto nostálgico que complementa a la perfección la generosidad de sus platos. La historia de El Faro de Vigo Manuel Sánchez de La Rosa arribó a Argentina desde Vigo, España alrededor de 1945, con tan solo 17 años de edad. Su hermano, quien había llegado antes y trabajaba como sastre, lo aguardaba en suelo argentino. Durante el trayecto en barco hacia estas tierras, Manuel estableció contactos que le garantizaban una oportunidad laboral. Así, inició su carrera en la tienda Gath & Chaves, desempeñándose en labores de venta. Con el paso del tiempo, Manuel aprovechó su experiencia en el sector textil y llegó a establecer una fábrica de prendas de cuero en la avenida Scalabrini Ortiz. Sin embargo, la llegada de la convertibilidad y la apertura de las exportaciones lo forzaron a buscar nuevas oportunidades y reinventarse profesionalmente. El frente de la mutual gallega en Almagro. Foto: Constanza Niscovolos. Nélida, la esposa de Manuel, provenía de una familia de gastronómicos, propietarios del renombrado restaurante Nueva Italia en Luro al 5100, en Mar del Plata, que vivió su apogeo en la década de los 80. Hasta entonces Nélida solía compartir sus recetas únicamente en casa, con familiares y amigos. Sin embargo, cuando Manuel se enteró de la oportunidad de hacerse cargo del buffet en la Asociación Mutual de Residentes de Vigo, no dudó en proponérselo a Nélida. "Mi mamá siempre había anhelado tener un restaurante", relata Rosario, hija de Manuel y Nélida.“La mutual es un espacio de encuentro de la comunidad gallega, más específicamente de Vigo”, explica Rosario. Rosario tomó la posta y hoy está a cargo del restaurante. Foto: Constanza Niscovolos. “Mamá se hizo cargo de la cocina y papá hacía sociales entre las mesas”, describe. Nélida a pesar de ser italiana conocía los secretos de la cocción y sazón de los platos típicos españoles: “Papá siempre dice que lo conquistó por la panza”. Durante un tiempo Nélida se animó y estuvo bajo los fuegos donde volcó en sus preparaciones toda su sabiduría. “Mamá quería que la gente se sintiera como en el comedor de su casa”. El boca a boca los acompañó y les dio el empujón para mantenerse hasta hoy como uno de los mejores destinos de la Ciudad donde disfrutar de una sabrosa paella española. El periodista gastronómico Pietro Sorba los incluyó en sus libros “Restaurantes de las colectividades” y “Recetas de Bodegones”. Además, en la reseña del blog Antigourmet, fueron destacados por estar entre los platos preferidos del grupo por la cantidad de frutos de mar que incluye la paella. Cómo es y qué se come en El Faro de Vigo La paella de El Faro de Vigo. Foto: Constanza Niscovolos. Resulta difícil distinguir dónde queda el restaurante. No tiene fachada propia, el frente de edificio pertenece a la mutual y comparten ingreso. Solo un cartel pequeño advierte del bodegón, y al mirar para adentro no se ven mesas. Al ingresar hay que tocar el timbre y esperar delante de una reja. El restaurante queda en la planta baja, junto a la biblioteca de la mutual. Una vez en el salón se distingue que ese espacio alguna vez fue una casa chorizo, las aperturas dobles y altas lo delatan. El salón es angosto pero largo. La ambientación es simple, cuelgan platos de impronta española y láminas traídas del museo del Prado. El salón de El Faro de Vigo. Foto: Constanza Niscovolos. La decoración del lugar se completa con objetos que aportan los mismos comensales y menciones especiales a Manuel como una distinción “al andalus” en el año 2013. Hay espacio para 50 comensales. Los días de mucho ajetreo añaden mesas en un pequeño patio vecino. Rosario y su marido están siempre. Al mediodía el ritmo es muy tranquilo pero a la noche cambia rotundamente. Las tortillas y las rabas comienzan a desfilar por los espacios entre las mesas, son los entrantes que más salen. La tortilla española la sirven con cantimpalo y morrón rojo y verde. Sale babé, es bajita pero sabrosa y puede compartirse entre dos si se pide como entrada ($ 11.000). La cazuela de mariscos de El Faro de Vigo. Foto: Constanza Niscovolos. Cuentan entre sus opciones con una joya para aquellos adoradores del jamón crudo. Sirven Jamón Serrano Español “La Alegría” ($ 20.000 la porción). Entre las entradas frías también ofrecen sardinas y boquerones. Pero sin duda el plato que todos quieren probar es la paella. Y para eso hay que contar con un poco de paciencia porque se hace en el momento: “No la tenemos marcada”, explica Rosario. Puede tardar entre 30 o 40 minutos pero vale la pena la inversión: el arroz es sabroso y con la jugosidad justa, la sazón correcta. Utilizan un grano argentino de la variedad Kometo que se suele usar para preparar sushi. Para los amantes de los mariscos, hay mucho bicho: langostinos pelados, mejillones media valva, mejillones pelados, calamar y la punta del tubo de raba componen el plato. La porción más chica es para compartir entre dos que comen bien y vale $30.000. La tortilla de El faro de Vigo: Foto: Constanza Niscovolos. Por supuesto sirven otras especialidades como pulpo español, cazuela de mariscos o raxo (cerdo marinado en aceite y ajo que se sirve con papas españolas). También hay pescados como abadejo, lenguado o trucha a los que se les puede adicionar alguna de las doce variedades de salsas. Para disfrutar del puchero español hay que pedirlo con 48 horas de anticipación y es para cinco comensales. Para los que quieran ir con niños tienen opciones como milanesas o pastas. Sugieren terminar la velada con una de sus especialidades dulces: la natilla.

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