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Parana » APF
Fecha: 31/12/2025 18:29
El año de Sudamérica y sus desafíos para el 2026 Desde una perspectiva internacional, Entre Ríos enfrenta de cara a 2026 un escenario atravesado por oportunidades y riesgos en proporciones similares. Según señaló Badano, el perfil productivo, fuertemente ligado al agro y la agroindustria, le otorga un potencial significativo para insertarse en mercados globales de valor agregado. El principal desafío radica en transformar esas capacidades productivas en una estrategia sostenida de internacionalización, que permita proyectar a la provincia como un actor subnacional con presencia propia en el escenario global. En ese sentido, la construcción de una estrategia de internacionalización subnacional aparece como una herramienta clave. No se trata solo de exportar, sino de fortalecer una política que articule al sector público y privado, potencie capacidades territoriales y consolide alianzas productivas. Allí reside tanto la oportunidad como el riesgo: sin coordinación entre los distintos actores involucrados, el potencial productivo puede diluirse; con articulación, puede convertirse en un vector de desarrollo sostenido, remarcó. Otro eje central de la agenda internacional entrerriana es la Hidrovía ParanáParaguay, un espacio estratégico que excede lo técnico y adquiere una dimensión claramente geopolítica. La Hidrovía concentra intereses provinciales, nacionales y regionales, y su gestión impacta directamente en la competitividad, la logística y la inserción internacional de la provincia. Para Entre Ríos, el desafío no es solo participar del debate, sino posicionarse como un actor relevante en la gobernanza de ese corredor estratégico, defendiendo una mirada federal y promoviendo esquemas de coordinación interestatal e internacional. En ese marco, la Hidrovía también se presenta como una plataforma para profundizar la proyección internacional de la provincia, alineando infraestructura, producción y comercio exterior. Pensarla únicamente desde una lógica técnica implica perder de vista su potencial político y estratégico como herramienta de desarrollo, concluyó. Badano mencionó que de cara al próximo año, el principal desafío para Entre Ríos, en clave regional sudamericana, será consolidar una política de inserción internacional subnacional que le permita aprovechar el contexto regional, fortalecer su perfil productivo y ampliar sus vínculos externos, sin entrar en contradicción con la política exterior nacional. La articulación con otras provincias en especial dentro de la Región Centro y la diversificación de sus sectores productivos aparecen como activos centrales para avanzar en ese camino hacia 2026. Un año sin rumbo común en el bloque sudamericano Badano definió al 2025 como un año de ajuste para el bloque sudamericano, porque no hubo un accionar homogéneo, sino que, cada Estado trató de marcar su margen de autonomía y de fortalecer vínculos bi o multilaterales, obviamente limitados por sus propias urgencias económicas y sus procesos electorales, pero que va en detrimento de conformar un proyecto ambicioso de integración regional. Además, aclaró que estas decisiones se vieron afectadas por el contexto internacional como la: Hegemonía de la economía China, la guerra arancelaria de Estados Unidos, conflictos en medio oriente y en Ucrania Rusia. En cuanto al rol que ha tenido Argentina en la región, Badano calificó de secundario, al que sí podría denominar como protagonista es a Brasil, que al haber sido anfitrión de la COP 30 es por lejos a quien le apuntan los reflectores. Según indicó Badano, Argentina estuvo más orientado en su agenda doméstica y que no tuvo mayor iniciativa regional. Mercosur y ¿el acuerdo con la Unión Europea? Tras 25 años de negociaciones la Unión Europea adoptó el 3 de septiembre de 2025 el texto que permitirá ratificar el acuerdo de libre comercio con Mercosur y que abrirá las puertas de las empresas europeas a un mercado de 750 millones de personas, o lo que es lo mismo, el 10% de la población mundial. El acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), que culminó su fase de negociación en diciembre de 2024, representa mucho más que un simple tratado: es una llave que abre las puertas a un futuro de crecimiento sostenible para el agro argentino. Sin embargo, desde el bloque europeo decidieron postergar para el próximo año la firma del acuerdo. Respecto a este acuerdo, Badano remarcó los avances que se pudieron ver en este último tiempo pueden cambiar el rumbo de esta alianza pero también depende de una iniciativa interna del bloque mercosuriano, se sabe que se está atravesando una crisis pero eso no quita que deje de ser un marco relevante a nivel regional pero por las inconsistencias internas de los países termina siendo limitado. A diferencia de los europeos estamos lejos de poder consolidar una iniciativa con esa solidez. También, agregó que dependiendo de cómo se den las negociaciones, el acuerdo podría ser como una especie de salvavidas para el bloque. Resaltó que esto será ser así, siempre que se tengan en cuenta cuestiones estructurales e integrales del acuerdo que vayan más allá de lo meramente económico o comercial, sino que se piense en términos políticos, productivos, hasta incluso sistémicos, para que así el acuerdo resulte funcional y revitalizante para el Mercosur y provechoso para la Unión Europea. En caso de que en caso de que este convenio no de esa manera estaríamos hablando de una asimetría que afectaría al bloque sudamericano y que le bríndaría más beneficios a la Unión Europea, advirtió Badano. Un mapa regional marcado por las urnas El escenario sudamericano ingresa en una etapa atravesada por procesos electorales que vuelven a reconfigurar el tablero político regional. El caso más reciente es Chile, donde el resultado electoral confirmó un retorno de opciones de centro-derecha, una tendencia que, según Badano, se repite en distintos países de la región, aunque no necesariamente por razones ideológicas. Más que un giro doctrinario, se trata de respuestas pragmáticas de sociedades atravesadas por el malestar económico y social: el voto aparece, una vez más, como una forma de expresar descontento, con el `bolsillo´ como principal termómetro. En ese marco, los cambios políticos no responden a una lógica homogénea ni a un proyecto regional común, sino a dinámicas internas de cada Estado, fuertemente condicionadas por variables económicas. A diferencia de otros ciclos históricos, el actual no muestra un corrimiento ideológico compacto, sino decisiones electorales marcadas por la coyuntura y las urgencias locales. Para la Argentina, el seguimiento de estos procesos resulta clave, en especial lo que ocurra en Brasil, considerado el principal actor hegemónico de Sudamérica y uno de los pilares de la integración regional. Su rumbo político no solo impacta en la relación bilateral, sino también en la cohesión interna del Mercosur y del entramado regional en su conjunto. A la vez, Estados Unidos aunque extra regional en términos geográficos continúa siendo un factor ineludible en cualquier análisis geopolítico. El calendario electoral también empieza a proyectarse sobre la propia Argentina, que lentamente ingresa en su clima político interno, sumando otra variable a un contexto regional ya complejo. Sin embargo, el principal desafío sigue siendo estructural: los procesos electorales continúan afectando la estabilidad de la integración sudamericana. La alternancia pendular de gobiernos, con cambios frecuentes de signo político, dificulta la construcción de políticas de Estado regionales capaces de sostenerse más allá de las gestiones. En ese sentido, las elecciones que se avecinan no representarían una ruptura respecto del pasado reciente, sino la continuidad de una dinámica que afecta por igual a todos los países del bloque: una integración regional frágil, condicionada por los vaivenes electorales y sin una institucionalidad sólida que garantice coherencia y proyección a largo plazo. 2026: recursos estratégicos, relevancia global y el rol de la Argentina De cara a 2026, uno de los principales desafíos geopolíticos para Sudamérica será la gestión de sus recursos estratégicos. La región enfrenta la necesidad de administrarlos de manera eficiente y coordinada, sin resignar autonomía ni capacidad de decisión como bloque. En ese sentido, la posibilidad de construir mayores niveles de cohesión interna aparece como una condición clave para transformar esos activos energía, alimentos y minerales en una herramienta de desarrollo y proyección regional. Ese desafío se inscribe en un escenario internacional cada vez más exigente para las regiones que no logran actuar de manera coordinada. En un mundo donde el acceso a insumos estratégicos y la capacidad de negociación pesan tanto como el poder militar o financiero, Sudamérica enfrenta el riesgo de quedar relegada si no logra transformar su potencial en una estrategia común. La ausencia de posiciones compartidas no solo debilita la proyección externa del bloque, sino que también reduce su margen de maniobra frente a actores globales con agendas propias. Para Badano el fortalecimiento de la Argentina en su posición regional aparece asociado, en primer lugar, a la recuperación de un diálogo regional activo. La diplomacia con Brasil, los países del Mercosur y el resto del Cono Sur se presenta como un eje ineludible para recomponer vínculos y construir consensos mínimos. A partir de allí, el desafío es avanzar hacia una política exterior basada en un pragmatismo inteligente, que evite alineamientos ideológicos rígidos y combine apertura al mundo con la defensa de los intereses estratégicos nacionales y regionales, más que una alineación pura y exclusivamente ideológica, puntualizó. En esa línea, la revalorización del Mercosur como plataforma de negociación internacional vuelve a ocupar un lugar central, aunque su fortalecimiento no dependa exclusivamente de la Argentina, sino de una decisión política compartida entre los países del bloque. Finalmente, la incorporación de la gestión de los recursos estratégicos a la agenda de política exterior, desde una mirada integral que contemple dimensiones económicas, políticas y sociales, se perfila como uno de los objetivos clave para el próximo año. (APFDigital)
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