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  • Una mirada desde la alcantarilla. Hago cosas con las manos - 9 Digital - Mi 9

    Paraná » 9digital

    Fecha: 31/12/2025 09:05

    Hago cosas con las manos para que las cosas cambien agua sobre la harina, cemento sobre las piedras, semillas encima del pozo. Las cosas cambian y mis manos no, siguen siendo grandes como mis pies, la boca de una orca en mis extremidades y en el nudo del cuello: las ganas de tragarlo todo, asimilar el mundo con sus montañas, sus ríos interminables, seguir el trazo de las costas con las yemas de los dedos, con los talones limpios de callos: pisar acantilados, incrustar piedras hasta la rodilla. Hago cosas con las manos para que las cosas cambien: abanico el aire sobre mi cara, no enciendo aparatos que se enchufan, es la época de la guerra: enfriar la cara con el sudor propio: alimentar al hijo con la leche de los pechos: tapar las grietas de la casa con yeso diluido en nuestras losas. Formamos nuestras propias santas: hacemos estatuas de cosas en las que creemos: la luna inclinada como si le importáramos la flores que se abren durante la noche y que no amanecen las luces de los bichos sobre los campos el sonido perpetuo del verano: chicharras, loros, el pico del pájaro carpintero, la construcción de su cabeza, las plumas imperceptibles casi al final de las patas, los huecos para el ñandú, la cueva de las lechuzas, los músculos de un canguro. Un cofre para guardar el lomo de un pez naranja, las escamas del dorado, los bigotes del moncholo, las alas de una mantarraya al ras del cauce. Ponemos las imágenes en nuestro cabezal, una forma de morir a diario en conversación con las cosas que no nos suceden. Juntamos una sucesión de estrellas como si fuesen guirnaldas. Mi muerte a salvo cada noche. Los pezones paspados sobre el paladar de mi hijo. En mis tobillos la otra hija enroscando sus piernas. Una columna con su enredadera, una virgen con su serpiente, un crustáceo abandonando su caparazón. La saliva espesa apretada entre los dientes, el silencio interrumpido: toda madre no muere hasta dejar de escuchar a sus hijos. Las inhalaciones como un pulso propio, las exhalaciones desinflando el techo de la habitación. Pulverizamos las paredes. Una madre que duerme con sus hijos sueña por ellos. Hago cosas con las manos para que las cosas cambien: ato una sábana de cuna como si fuese un vestido sobre la cadera hija, disfrazo al bebé de grillo, le pongo cascabeles en sus muñecas. Liberamos la música de la vida, la música que sofoca a la muerte, las encías rezan palabras que no tienen sentido. El lenguaje se hace con las manos, dejamos los vidrios con nuestras huellas, abrimos la casa como a una taberna, somos primitivos otra vez. Tenemos sed de mundo. Vinimos a nacer para alumbrarnos.

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