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  • Michael Ignatieff, historiador y ex político canadiense: El genocidio comenzó como un concepto legal y ahora es simplemente un instrumento para deslegitimar"

    » Clarin

    Fecha: 30/12/2025 18:40

    El año pasado, cuando le otorgaron el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, el jurado fundamentó su decisión en que la aportación de este autor constituye una referencia imprescindible para orientarnos en un presente tan cargado de conflictos bélicos, polarización política y amenazas a la libertad. Así se refería el jurado a Michael Ignatieff, el historiador, filósofo y ex político canadiense que, entre 2009 y 2011, lideró la oposición al gobierno del Partido Conservador de su país como presidente del Partido Liberal canadiense. Entre los principales temas de reflexión de este intelectual de 78 años se destaca su preocupación por los derechos humanos, la superación de las diferencias étnicas y religiosas y el rescate de los valores comunes en un mundo globalizado. Ignatieff regresó este año a España para participar en el Festival de las ideas. En Madrid, conversó con Clarín sobre genocidio y antisemitismo, dos tragedias que permean la mirada acerca del conflicto en Oriente Medio. Se mostró, sin embargo, optimista sobre los pequeños pactos cotidianos que hacen posible la convivencia social. -En estos días, el conflicto entre Israel y Palestina ya no está en la tapa de los diarios pero sigue sin resolverse y el debate sobre si el Estado hebreo comete o no un genocidio en Gaza parece haber quedado anestesiado. ¿Cuál es su opinión? -Enseño derechos humanos, y he escrito sobre la creación del Convenio sobre el Genocidio en 1948. Desde un punto de vista legal, el Convenio sobre el Genocidio señala que depende de la intención. Se tiene que probar la intención de exterminar en su totalidad o en parte a un grupo humano. Por lo tanto, hay un problema legal desde el principio. ¿Cómo se determina la intención del gobierno israelí en relación a esto? Es un problema. -¿Por qué? -Creo que el genocidio comenzó como un concepto legal con un significado claro, y ahora es simplemente un instrumento para deslegitimar a cualquier Estado al que acuses de genocidio. Y la acusación contra Israel es particularmente letal porque es un Estado creado por personas que indudablemente sufrieron un genocidio. Entonces mi opinión es que el genocidio no es un término legal; es un término político cuyo propósito es pronunciar anatema sobre un Estado democrático. Y creo, por lo tanto, que el genocidio es inutilizable legalmente y moralmente. El debate sobre el genocidio no es un debate sobre lo que está sucediendo. Es un debate sobre si debemos condenar a Israel o no. Y no me uniré a ese debate. -Pero desde el punto de vista de los derechos humanos, ha habido crímenes contra la humanidad en Gaza -Seguro que sí. ¿Se han violado las leyes de la guerra? Seguro que sí. ¿Ha habido asesinatos ilegales e injustificados? Sin duda. Desde un punto de vista legal, no es complicado. Israel ha violado constantemente las leyes de la guerra. Y el asesinato casual de personas que vienen a buscar ayuda alimentaria es una vergüenza. Así que no quiero minimizar ninguno de los horrores. Se están cometiendo crímenes de guerra, al igual que Hamás ha cometido constantemente crímenes de guerra como organización terrorista. Y la responsabilidad penal del régimen de Netanyahu durante diez años al permitir que los qataríes financiaran la construcción de los túneles. La irresponsabilidad penal de Israel en relación con Gaza es simplemente inaceptable. -Entonces, ¿cómo define lo que está sucediendo? -Lo que está sucediendo es una catástrofe para los derechos humanos. Es una catástrofe para los palestinos. Y como alguien que ha apoyado al Estado de Israel toda su vida, es una catástrofe para Israel. Creo que el Estado de Israel acaba de crear otra generación de personas que preferirían morir a someterse a Israel. Y eso significa que esta campaña militar ha creado otras dos, tres generaciones de odio y resistencia hacia el Estado de Israel. Y como alguien que ha enseñado en Israel, vivido en Israel, y tiene muchas amistades profundas y cercanas en Israel, creo que esto es una catástrofe. Debemos recordar que hay muchos ciudadanos israelíes que se han manifestado en contra de la guerra y que son conscientes de que lo que Israel está haciendo, en nombre de la autodefensa, es convertir a Israel en un lugar menos seguro en el futuro. "Lo que está sucediendo es una catástrofe para los derechos humanos. Es una catástrofe para los palestinos. Y como alguien que ha apoyado al Estado de Israel toda su vida, es una catástrofe para Israel". -¿Qué queda del rol de las instituciones internacionales? -La guerra ha sido una catástrofe para las organizaciones internacionales, para los derechos humanos. Las organizaciones humanitarias han sido rechazadas, ha habido una hambruna organizada, que es un crimen de guerra. La ONU es inútil. La organización de la ONU que alimentaba y administraba Gaza durante 80 años ha sido prohibida, desmantelada. El mundo multilateral internacional que dábamos por sentado incluso hace 10 años está en ruinas. Y la otra cosa que estamos viendo es una administración estadounidense, que solía reprimir a Israel, y ahora simplemente le está dando carta blanca, por razones políticas domésticas. Hace que Estados Unidos sea cómplice de crímenes de guerra, de crímenes de lesa humanidad. -En su libro Las virtudes cotidianas (de 2018) usted rescata cualidades como la confianza o el perdón en los gestos diarios que garantizan la convivencia en sociedad. Hoy, con los derechos humanos en jaque, ¿es posible ser optimistas sobre la eficacia de esas virtudes? -Soy más optimista sobre las virtudes cotidianas que sobre las estructuras universalistas de los derechos humanos. Porque las estructuras universalistas dependen de las instituciones, y las instituciones están siendo desmanteladas, abandonadas. Son ruinas. Las visitaremos como visitamos monumentos romanos o templos griegos. Soy pesimista con respecto a las grandes abstracciones. Soy menos pesimista con respecto a las virtudes personales. Por ejemplo, soy menos pesimista con respecto a lo que sucede cuando una persona blanca y una persona negra se encuentran que lo que habría sido hace 60 años. Ahora estamos avanzando milímetro a milímetro hacia un mundo en el que la raza no importa tanto. Donde, como dijo Martin Luther King, juzgamos a las personas por su carácter, no por el color de su piel. Esa sería la mayor victoria moral en la historia de la raza humana, si pudiéramos llegar a ella. -Usted señala que hoy en día la raza no es un problema. Pero ¿qué ocurre con el antisemitismo? -Por supuesto que existe. Vivo y trabajo en Viena. A cien metros de mi casa hay unas pequeñas placas de bronce en el suelo que me dicen que una familia judía que vivía allí mismo, en ese edificio, fue deportada en 1942, mientras los vecinos miraban sin hacer nada. Hoy, el antisemitismo se utiliza como arma en la batalla política. Pasé 15 años de mi vida en Harvard como estudiante de posgrado y luego como profesor. Es el lugar menos antisemita en el que he estado. Es inconcebible que se le pueda amenazar con la retirada de la financiación federal por fomentar el antisemitismo. Se trata de un arma: ha habido manifestaciones en apoyo a los palestinos que resultan muy incómodas para los ciudadanos judíos de Estados Unidos que están en Harvard. Las universidades no tienen por qué ser lugares agradables, felices y acogedores. Se supone que son lugares donde se cuestionan tus opiniones. Y la idea de que Harvard es un lugar inseguro para los judíos es simplemente ridícula. Hace que la vida sea más peligrosa para los judíos, si se convierte el antisemitismo en un grito de guerra. -Volviendo al conflicto Israel-Palestina, ¿la teoría de los dos Estados es ficción? -Estamos más alejados de eso que nunca. He creído toda mi vida en dos Estados para dos pueblos. No creo que haya otra solución. Israel ha estado dividido en dos durante 80 años en torno a esto. Y uno de los desarrollos políticos más deprimentes de mi vida ha sido el lento colapso de la viabilidad de una solución de dos Estados. El día en que nací, en 1947, mi padre, un joven diplomático canadiense, estaba sentado en el Comité de Palestina de las Naciones Unidas en Nueva York, debatiendo el plan de partición para dividir la tierra en dos. Si el plan de partición hubiera sido aceptado en 1947, no estaríamos teniendo esta conversación. -Es decir que su padre no estuvo presente en su nacimiento -Estaba en Nueva York y yo estaba en Toronto. Estaba sentado en el comité cuando recibió el mensaje de que tenía un hijo. Corrió por el pasillo y un rabino lo detuvo para preguntarle qué estaba pasando en el comité. El le dijo que no podía parar, que acaba de tener un hijo. Entonces el rabino sacó sus ropas religiosas y le dio una bendición a mi padre. No soy judío pero la primera bendición que recibí fue de un rabino. Sobre la firma Mirá también Newsletter Clarín

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