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  • Los 100 años de los elencos estables del Teatro Colón: tradición, innovación y excelencia de nivel mundial - Cadena Entrerriana 96.5MHz LRS 798

    Concordia » Cadena Entrerriana

    Fecha: 30/12/2025 14:57

    El 2025 se despide con un hito que redefine la identidad cultural argentina: el centenario de la Orquesta y el Coro Estables del Teatro Colón. Crónica de una gala que unió la vanguardia de Prokófiev con la tradición de Verdi para celebrar cien años de oficio, rigor y pasión. Por Mónica Saavedra Al caer el telón de este 2025, la memoria cultural del país se detiene en un rincón fundamental de la calle Libertad. No es solo la arquitectura imponente lo que celebramos; es el pulso humano que habita dentro. Este año, el Teatro Colón conmemoró el centenario de su Orquesta y su Coro Estables, un hecho que se posiciona, sin duda, como el acontecimiento artístico más relevante de la temporada. La historia nos remonta a 1925. Antes de ese año, el Colón era un escenario de paso: dependía de compañías mayoritariamente italianas que llegaban, cumplían su temporada y partían. La creación de cuerpos propios cambió las reglas del juego. Permitió que Buenos Aires dejara de ser una «sucursal» europea para convertirse en un faro con voz propia, capaz de sostener una práctica musical a gran escala con criterios estilísticos locales y excelencia internacional. Una estirpe de maestros El profesionalismo que hoy admiramos no surgió de la nada. Es el resultado de décadas de un diálogo fértil con los directores más grandes del siglo XX. Nombres como Arturo Toscanini, Erich Kleiber, Wilhelm Furtwängler y Héctor Panizza no solo pasaron por el podio; moldearon un modo de trabajo basado en la exigencia técnica y la transmisión del oficio de generación en generación. Esa herencia se sintió vibrar en la Gala del Centenario, donde la Orquesta y el Coro demostraron por qué son un organismo vivo capaz de abordar estéticas tan disímiles como la modernidad soviética y el verismo italiano. De la épica rusa al corazón de Italia El programa de la celebración fue una declaración de principios. El inicio con Alexander Nevsky, la cantata de Serguéi Prokófiev, fue un despliegue de potencia sinfónico-coral. En esa obra, que narra la resistencia rusa frente a los invasores teutones, el Coro Estable exhibió su capacidad para la articulación rigurosa, navegando entre la rigidez de los metales y el lirismo elegíaco del lamento de la mezzosoprano. Pero el Colón también es su historia operística. El programa fluyó naturalmente hacia Giuseppe Verdi, el eje sobre el cual pivotó la identidad del teatro durante un siglo: - La fuerza del destino: Con su obertura, la orquesta recordó la precisión dramática que exige el maestro de Busseto. - Nabucco: El coro «Gli arredi festivi» devolvió al público ese clima ceremonial y solemne que solo una masa coral con un siglo de entrenamiento puede lograr. - Cavalleria rusticana y Manon Lescaut: El verismo de Mascagni y el lirismo expansivo de Puccini aportaron los matices de la pasión humana, preparando el terreno para un final de alto impacto simbólico. El cierre circular: Aida y la gloria colectiva No hubo elección más acertada para cerrar la noche que la escena triunfal de Aida. Al sonar «Gloria allEgitto», el espectador no pudo evitar un viaje en el tiempo: esa misma obra inauguró el edificio actual del teatro en 1908. Cerrar el centenario con Verdi no fue solo un gesto de tradición; fue un reconocimiento a la dimensión colectiva. Las fanfarrias y los bloques corales de la Marcha Triunfal funcionaron como un espejo de la propia institución: un engranaje perfecto donde el individuo se funde en la potencia del conjunto. El patrimonio es la gente Al finalizar este 2025, la lección es clara. Sin sus músicos, coreutas, bailarines y técnicos, el Teatro Colón sería solo un «edificio admirable», una cáscara vacía de mármol y terciopelo. Los cien años de la Orquesta y el Coro Estables nos recuerdan que la cultura argentina es, ante todo, una construcción de continuidad. Atravesando gestiones políticas y crisis económicas, estos artistas han garantizado que el corazón de la Ciudad de Buenos Aires siga latiendo en clave de sol. Salud por el primer siglo de música estable; por el próximo siglo de arte ininterrumpido.

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