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» D24ar
Fecha: 29/12/2025 09:48
Los argentinos quieren apostar por nuevas propuestas pero siempre pasa lo mismo. Las ideas son enormes, los proyectos prometen cambiarlo todo y justo cuando parece que se va a lograr algo grande, se frena todo. Esto ya pasó con las obras públicas, con los programas científicos, con los proyectos energéticos. Durante años hablamos de este tipo de energía como la gran carta para nuestro desarrollo. La promesa era enorme, pero el tiempo pasó, y las prioridades cambiaron. Y, si lo pensamos un poco mejor, quizás esta vez no sea tan malo como parece. Porque es una energía bastante peligrosa e implica riesgos ambientales grandes. ¿Un país que se pisa los talones? Llevamos mucho tiempo intentando construir un modelo de desarrollo que aproveche nuestro enorme talento científico. Esto pasa por la falta de continuidad política, los recortes presupuestarios y la fuga de cerebros de profesionales especializados pusieron en pausa casi todos los proyectos estratégicos. El caso del sector nuclear es un reflejo exacto de esa historia que parece repetirse de forma casi cíclica. Desde finales del 2024, el financiamiento para obras claves quedo casi congelado. El reactor modular CAREM 25, considerado el proyecto más avanzado de la región, llegó a un 65% de avance real antes de quedar detenido. Hablamos de 750 millones de dólares invertidos. El país estaba a punto de entrar al grupo de naciones capaces de producir reactores modulares pequeños. Pero el cambio de prioridades del gobierno paralizó por completo la obra. ¿Para dónde estamos yendo? El sueño nuclear y los problemas que pueden aparecer El Plan Nuclear Argentino fue anunciado por el presidente Javier Milei. Este busca impulsar la energía atómica como soporte para polos de Inteligencia Artificial en la Patagonia. Este proyecto sonaba bastante futurista y los especialistas aún lo consideran poco realista. Aunque debate técnico es importante, la discusión más profunda comienza a hacerse cada vez más presente. Es importante preguntarnos entonces si realmente necesitamos este tipo de energía. Sí, tiene bajas emisiones de carbono, pero deja residuos que siguen siendo peligrosos durante miles de años. Y manejarlos no es algo que pueda hacer cualquiera. Se necesitan estructuras seguras, control, mantenimiento cosas que, si observamos el panorama, a Argentina muchas veces le cuestan. Nos alcanza con mirar Chernóbil para entender lo que puede pasar cuando algo sale mal. Además, el propio sector afirma que la falta de inversión atrasa el desarrollo y lo vuelve inseguro. Sin un contexto sólido de técnicos y controles, el riesgo de un manejo poco controlado de residuos crece mucho. Por esta razón, algunos expertos creen que la pausa forzada es la oportunidad ideal para cambiar el rumbo y apostar por otras energías limpias y más seguras. El futuro todavía no está escrito La comunidad científica nos advierte que el capital humano se está perdiendo. Los salarios son bajos, faltan recursos y el desánimo general provoca que el talento nacional decida fugarse y esto amenaza con desarmar años de conocimiento acumulado. El sector nuclear es muy complejo. Sin la inversión necesaria el país se ve en riesgo de perder proyectos de alto valor estratégico. Pero también, esto implicaba asumir riesgos de una industria que aunque sea fascinante, sigue siendo peligrosa para nosotros y para el ambiente. Argentina tuvo en sus manos una de las iniciativas más prometedoras de América Latina. Sin embargo, frenar un proyecto como el de CAREM 25, puede ser un gesto de prudencia más que un fracaso. El futuro de las energías no debería depender únicamente de una fuente que deja desechos imposibles de eliminar. Esta puede ser la oportunidad ideal para postar a aquellas energías que se puedan integrar con la vida del planeta. Tal vez, después de todo, sea mejor así. ¿Cuál será el pilar del futuro energético para Argentina?
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